Pergamino

Día del Panadero: un oficio muy noble y en constante transformación


Daniel Moschini dedicación calidad y un sentido sin igual de pertenencia por el oficio

Crédito: LA OPINION

Daniel Moschini, dedicación, calidad y un sentido sin igual de pertenencia por el oficio.

Cada 4 de agosto se celebra en la Argentina como homenaje a los trabajadores del rubro y para recordar la creación en 1887 del primer sindicato de obreros. 

Desde 1957, cada 4 de agosto se celebra en la Argentina el Día del Panadero, como homenaje a los trabajadores del rubro y para recordar la creación en 1887 del primer sindicato de obreros. Ese año, el Congreso de la Nación determinó que esta fecha sea conmemorativa para los trabajadores del rubro panaderil y como primer objetivo está, al mismo tiempo, el más relevante: destacar la importancia de estos obreros que diariamente se encargan de hacer el pan y otros alimentos que llegan a los hogares de todo el país.

Sobre la historia de esta celebración, nació por iniciativa del italiano Ettore Mattei, quien se destacó como uno de los organizadores del movimiento obrero y el movimiento anarquista en Argentina. Y cabe señalar que fue la primera sociedad de resistencia y solidaridad de clase basada en los principios de la acción directa y la huelga revolucionaria.

El sarcasmo y las facturas

Hacia las últimas décadas del siglo XIX, comenzaron a llegar a Argentina las primeras grandes oleadas de inmigrantes, sobre todo de italianos y españoles. Con ellos, también arribaron corrientes ideológicas provenientes del Viejo Continente, como es el caso del anarquismo, el cual rápidamente se expandió entre los obreros y las clases bajas del país.

La relación del anarquismo y el gremio de los panaderos no solo se manifiesta en la influencia que figuras como Mattei y Malatesta tuvieron en la creación del primer sindicato, también se hace visible a través de algunas acciones que aún se mantienen vigentes. A modo de prueba, basta con mencionar algunos de los nombres de las facturas que se pueden encontrar en todas las panaderías: renombraron a las masas de repostería y a las facturas horneadas, que son popularmente conocidas con nombres que hacen alusión o burla a temáticas religiosas y militares. Entre las denominaciones, se destacan los sacramentos, las bolas de fraile, los suspiros de monja, los cañones, las bombas y los vigilantes; entre otros. 

Moschini, un orgullo panadero

En Pergamino hay una historia muy rica en este rubro con panaderías que estuvieron abiertas durante décadas y, cuando debieron bajar las persianas y apagar los hornos, quedaron en el recuerdo de la población por la calidad de sus productos, algunos muy característicos de esos panaderos, como por ejemplo bizcochos y tortas negras de Amoruso y La Flor del Norte; o bien los yo – yo que producía Cichillitti; sin olvidarse de los panificados de Marina o la familia Courtial, que todavía continúa vigente como un legado.  

Pero todavía hay una panadería que se mantiene vigente, con las mismas tradiciones de aquellas cuadras añejas y con los oficiales panaderos que se fueron perfeccionando con el correr de los años. Daniel Moschini, un panadero "de raza", hace más de 40 años que con sus manos maestras elabora este noble alimento que es imprescindible en la mesa de los argentinos. Y en esta día tan especial, LA OPINION quiso en su figura homenajear a los trabajadores panaderiles. 

"Estoy acá hace más de 40 años; exactamente 44 que vengo todos los días a las 2:00 de la madrugada a trabajar en la cuadra de nuestra panadería que está en calle Tres de Febrero, entre Azcuénaga y avenida Rocha", cuenta con orgullo este noble obrero del pan. "Empecé sin saber nada del rubro, fui aprendiendo con el paso del tiempo y cuando entré a la cuadra solamente sabía que la harina era blanca, aunque siempre quise aprender el oficio, trabajar en los productos y que los clientes gusten de lo que yo hacía; entonces cada vez me metí más y más hasta llegar a esta altura, con mis 74 años, y con las mismas ganas de la primera vez", recordó Daniel Moschini, que junto a su familia se encarga todos los días de trabajar las materias primas que dan vida a tantos productos riquísimos que llegan a la boca de los pergaminenses.

- Y lo vemos con la misma pasión de la primera vez…

- Sí, con la misma pasión de aquella vez que entré a la panadería. Pero ahora sabemos que hay cambios, los gustos de la gente no son los mismos de antes y el pan tampoco es el que elaborábamos en aquellos tiempos. Hoy se venden muchos más grisines, galletas marineras, pan fresco de salvado y otras cosas que preparamos para nuestros clientes; y para dar un ejemplo, antes el panadero no lo vendía por medio kilo al pan, se vendía siempre de a kilos o bolsas y teníamos casos en los que la gente los venía a buscar a la tarde y se lo llevaban a su casa o al campo para tenerlo al otro día. 

También le cuento a la gente de LA OPINION que sigo con el viejo horno, con el que hace años venimos cociendo los panificados y principalmente el pan, con ese "gustito" diferente que le da esta manera de cocción. Porque hay una cosa a tener en cuenta: este horno no deja vapor en el pan, lo elabora de otra forma muy distinta a los hornos a gas o industriales que están ahora; por eso acá mantenemos todas las viejas costumbres con la elaboración y eso a la gente le gusta mucho.


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