Pergamino

El ejercicio médico durante la pandemia, en primera persona


Leandro Leit

Crédito: LEANDRO LEIT

Leandro Leit.

Ayer fue el Día del Médico, y en ese marco LA OPINION entrevistó a Leandro Leit, uno de los profesionales que estuvo en la atención de la emergencia sanitaria por Covid-19. Su testimonio ayuda a poner en perspectiva situaciones y recrean lo vivido por quienes, en el ejercicio de su labor, pasaron de los aplausos al olvido. 

Durante estos últimos años la pandemia de Covid-19 dio mucha visibilidad al trabajo de los profesionales de la salud y de algún modo ante la sociedad abrió las puertas de las terapias intensivas. Al reconocimiento inicial que aplaudía a los agentes sanitarios por su tarea en la primera línea de la trinchera, sobrevinieron el olvido y condiciones laborales que poco cambiaron. En este contexto y en el marco de las entrevistas realizadas por el Día del Médico que se celebró ayer, desde LA OPINION quisimos que la semblanza estuviera destinada a conocer de primera mano la voz de uno de los profesionales de la medicina, que como tantos otros de manera anónima, estuvieron trabajando en la primera línea de atención de la salud en el momento más complejo de la pandemia, cuando el virus Sars-COV 2 al principio desconocido, se llevaba la vida de los pacientes y exigía de las unidades de cuidados intensivos un trabajo a destajo en el intento por salvarlos.

Leandro Leit es médico intensivista y nefrólogo y estuvo abocado a la atención de Covid-19 desde los primeros momentos de la emergencia sanitaria, tanto en la Clínica Pergamino como en el Hospital San José. Su testimonio brindado a LA OPINION resulta un relato conmovedor de cómo la profesión médica se expresó de un modo titánico, junto a otras del campo de la salud, para intentar brindar a la comunidad las respuestas adecuadas.

"En 26 años de médico nunca había vivido una experiencia igual. La pandemia de Gripe A había sido compleja, pero acotada en el tiempo. Frente al Covid-19 tuvimos que aprender en el día a día con grandes dificultades. Hubo que rearmar todos los equipos de salud y conseguir intensivistas y clínicos que quisieran trabajar sin horarios, todos los días, en la atención de pacientes críticos, arriesgando incluso su vida y la de sus familias porque no se conocía sobre el virus y en ese momento no teníamos vacuna", relató. E insistió: "Fue algo muy difícil de atravesar y creo que tanto los profesionales médicos como los demás integrantes del equipo de salud nos comportamos a la altura de las circunstancias".

En lo particular su intervención fue trabajar en la sala de Covid-19 en el Hospital San José y como coordinador de la Unidad de Terapia Intensiva de la Clínica Pergamino. "Fue un enorme trabajo en equipo, porque en cada efector, cada uno se iba haciendo cargo de distintas tareas y asumía responsabilidades con el objetivo común de darle batalla al virus y evitar que los pacientes murieran".

Recordó la instancia de los aislamientos, el contagio de compañeros de trabajo, la actitud predispuesta de todos de "cubrir esos espacios que iban quedando vacíos".

"Había días que uno entraba a trabajar y no sabía cuándo iba a salir", agregó, refiriendo que "los profesionales que trabajamos en Terapia Intensiva estamos acostumbrados a trabajar en situaciones complejas y a tomar decisiones difíciles con pacientes al borde de la muerte, pero esto no se parece en nada al hecho de trabajar en una pandemia que nos obligó a cambiar todos nuestros hábitos".

"Tuvimos que aprender a cambiarnos, a lavarnos las manos, a entrar y salir por los circuitos seguros, aislarnos; cuando podías, bajar un poco los brazos sin miedo a contagiarnos. Era un drama que fuimos conociendo para poder atender de la mejor manera a los pacientes", relató.

"Al principio tuvimos a la gente mayor, con alto porcentaje de muerte, y después empezamos a tener gente más joven en las terapias intensivas. Fue realmente muy difícil porque muchos eran personas conocidas y queridas por muchos de nosotros. Fue una tragedia social sin precedentes", agregó, recreando las emociones que se jugaban en los momentos más complejos de la emergencia sanitaria. "El miedo de contagiar a nuestras familias era enorme, después fuimos aprendiendo un poco más y le fuimos perdiendo el temor, aunque nunca el respeto".

Leandro Leit valoró lo que representó la llegada de las vacunas que cambió la dinámica de la pandemia y preservó la vida de muchas personas. También lamentó el fallecimiento de tantas otras, que incluso no aparecen en las estadísticas porque no murieron por Covid-19 sino por otra causa como una neumonía después de haber atravesado el cuadro agudo de la enfermedad.

La enseñanza

En lo profesional, consideró que el tránsito por una experiencia de esta naturaleza le enseña a un médico, y a cualquier agente que trabaja en el sistema de salud, que "se puede trabajar sin diferencia de banderas ni colores políticos".

"Todos trabajamos en conjunto por el bien común", señaló y lamentó que "esto pase solo ante situaciones tan trágicas". 

"Cuando pasa algo grave, estamos todos juntos, pero después, cuando todo se relaja, volvemos a la normalidad y nos olvidamos. Los médicos, y el personal de salud pasamos de los aplausos de todos, al olvido de muchos y a seguir trabajando por sueldos miserables. Nadie se acuerda más del personal de salud", reflexionó.

Sin embargo, destacó que "lo aprendido no se olvida" y hay habilidades que quedan como bagaje para futuras experiencias. "La velocidad para tomar decisiones, el trabajar en equipo y la capacidad de ponernos en el lugar del otro, fueron instrumentos muy valiosos. También ganamos en la conciencia de que el sistema de salud en finito y que hay que hacer construcciones con visión de futuro", expresó marcando su preocupación por el actual funcionamiento del sistema de salud. "Sobre todo en el sistema público, en la pandemia se invirtió mucho en insumos, en respiradores y camas que hoy están prácticamente en desuso. No se construyó una terapia intermedia y por fuera de la urgencia que representó el Covid-19 no ha habido una planificación que sirva para poder estar mejor preparados para futuras emergencias", refirió y opinó que "esto muestra un problema de gestión, y confirma que las instituciones de salud deben ser conducidas por personas formadas en el campo sanitario y de la gestión". 

Su historia en la medicina

Leandro Leit supo que iba a ser médico desde siempre. Su papá fue uno de los primeros cardiólogos de Pergamino y siempre estuvo cerca de la salud. Confiesa que en un principio quería ser pediatra, pero cuando tuvo esa materia en la facultad, supo que su profesión iba a construirse en otra especialidad que requiriera del uso de alta tecnología. Optó por la Terapia Intensiva y la Nefrología. Se formó como médico en la Universidad Nacional de Buenos Aires e hizo la especialidad en la residencia del Hospital Churruca, donde además fue jefe de residentes. También fue durante muchos años docente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva en los programas de formación articulados con la UBA. Ejerció la profesión durante muchos años en Capital Federal, hasta que se estableció en Pergamino en 2009. Al principio seguía viajando y luego ya se quedó con el ejercicio profesional solo en la ciudad. Durante cuatro años fue director asociado del Hospital Interzonal General de Agudos "San José", una experiencia que valora positivamente por lo que "la gestión hospitalaria posibilita en términos de planificación en salud".

En la actualidad se desempeña en la Unidad de Terapia Intensiva de Adultos del Hospital San José y hace diálisis de agudos en el nosocomio. También trabaja en la Clínica Pergamino, donde es subjefe de Diálisis, coordina la Sala de Diálisis, atiende consultorio de Nefrología y es coordinador de Terapia Intensiva. Sabe que la medicina volvería a ser la profesión elegida y la celebra con la vocación intacta, como el primer día.


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