Gustavo Pérez, coordinador de Trasplantes del Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de Buenos Aires (Cucaiba) brindó detalles del procedimiento. Al cierre de esta edición se realizaba la extracción de órganos compatibles con posibles receptores. El donante fue un joven de 27 años que había ingresado el sábado con una herida de arma de fuego.
DE LA REDACCION. Ayer se concretó un nuevo operativo de ablación de órganos en el Hospital San José tras la confirmación por parte del Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de Buenos Aires (Cucaiba) del diagnóstico de muerte encefálica de un paciente de 27 años que había ingresado al nosocomio el sábado con una herida de arma de fuego que le causó un daño cerebral irreversible y motivó la decisión de su familia de donar los órganos.
Desde el martes a la noche el equipo de Trasplante del Cucaiba se hizo presente en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital San José para realizar los estudios que indica el protocolo frente a la denuncia de un cuadro de muerte cerebral y formalizar los procedimientos orientados a que los órganos pudieran ablacionarse.
Al cierre de esta edición y luego de que se formalizaran todos los procedimientos legales y de rutina que rigen para este tipo de operativos, equipos médicos de distintos centros de implante concretaban el procedimiento quirúrgico de ablación de órganos que por su funcionalidad habían resultado compatibles con potenciales donantes.
Por la tarde, en un alto de la tarea desplegada en el nosocomio, en diálogo con LA OPINION, el doctor Gustavo Pérez, coordinador de Trasplante del Centro Unico Coordinador de Ablación e Implante de Buenos Aires, confirmó el operativo y brindó detalles del procedimiento que se inició tras la decisión de la familia del joven de donar los órganos.
El paciente, un muchacho de 27 años, ingresó al Hospital el sábado con un traumatismo de cráneo severo producto de una herida de arma de fuego; se le hicieron todos los estudios, lo vio el equipo de Neurocirugía del Hospital San José, pero el daño fue irreversible. Le realizaron el tratamiento que se hace en estos casos y el caso desencadenó en un diagnóstico de muerte cerebral. Nos convocaron, nosotros desde el Cucaiba realizamos los estudios, confirmamos el diagnóstico y luego de evaluar la funcionalidad de cada órgano y de cruzar la información con el sistema nacional de receptores, determinamos que pudieran ablacionarse corazón, pulmones, hígado, renopáncreas y riñones, precisó el doctor Pérez.
Asimismo confirmó que el hecho de tratarse de un paciente joven sin antecedentes de problemas de salud complicados, hizo que la funcionalidad de los órganos coincidiera con diferentes receptores. Estamos hablando de que si todo finaliza como lo esperamos, cinco personas puedan recibir órganos importantes para salvar su vida.
Al cierre de la edición ya habían llegado al nosocomio varios equipos médicos de distintos centros de implante para participar del procedimiento quirúrgico de ablación. Ya está en el Hospital el equipo de corazón, el de hígado, el de riñón y se aguarda la llegada del equipo de la Fundación Favaloro que va a estar encargado de la ablación de los pulmones, confió el coordinador de trasplante de Cucaiba.
Respecto de la disposición demostrada por la familia del paciente, aseguró que a nuestra llegada ya estaban convencidos de la posibilidad de donar.
Tanto el papá como la mamá del joven habían manifestado esta voluntad cuando comenzaron a recibir los primeros informes sobre la gravedad de la lesión cerebral, ellos mismos dejaron abierta esta puerta y los médicos del Hospital con muy buen criterio los fueron guiando en esta decisión respetando cada uno de los pasos que corresponde seguir, agregó.
Una tarea compleja
El profesional describió la tarea del Cucaiba al referir que lo que nosotros realizamos en cada operativo es una tarea compleja que es parte del sistema de salud.
Nuestra tarea no es oscura, ni rara, somos parte de un eslabón del sistema sanitario, remarcó el coordinador de Trasplante del Cucaiba y marcó la evolución que los propios servicios de salud van logrando respecto de la donación de órganos.
Nosotros antes entrábamos a los hospitales por la puerta de atrás para que nadie nos viera porque nuestra tarea era resguardada y se asociaba con algo misterioso, esto ocurría allá por la década de 1990. Hoy eso no sucede y con el transcurso de los años se fueron dando cursos y talleres en unidades de terapias intensivas y esto redundó en que en general los hospitales interzonales vayan creciendo en la conciencia y armando sus propios equipos para detectar posibles donantes, comenzar a hacer un diagnóstico, hablar con las familias y tratar de que el mismo grupo de ese Hospital vaya manejando una posible donación, refirió.
En este punto, recordó que cualquier persona puede estar de un momento para el otro bien de salud y de repente tener un problema que lo coloca frente a la necesidad de recibir un órgano para salvar su vida. Del mismo modo una persona en forma repentina puede sufrir un evento que cause la muerte encefálica que la posicione frente a la posibilidad de la donación.
En equipo
El doctor Pérez describió el mecanismo de trabajo del Cucaiba al referir: Somos un equipo de cinco personas, un coordinador, un médico intensivista, un médico neurólogo, un técnico y una enfermera. Llegamos ante la denuncia de un potencial donante en alguna Guardia o Terapia de hospitales o clínicas, vía telefónica tomamos algunos datos básicos y si consideramos que se puede concretar un diagnóstico viajamos para realizar la evaluación diagnóstica que es clínica y neurológica y realizar los estudios que se hacen para confirmar la muerte encefálica, describió y comentó que a la par de esto se realiza una entrevista familiar en la que se informa sobre la tarea del Cucaiba y se señala que en caso de confirmarse la muerte cerebral la familia tiene la posibilidad de permitir la donación de los órganos e indagar en el testimonio de última voluntad de la persona. Hay que tener en cuenta que la Ley de Trasplante establece que todos somos donantes presuntos a menos que hubiéramos manifestado la negativa. Por eso es tan importante ese diálogo con los familiares de los pacientes para indagar en las ideas que tienen sobre la donación, qué miedos tienen y qué información poseen y guiarlos para que puedan tomar una decisión consciente en momentos muy complicados.
La muerte cerebral es un proceso que se va dando de a poco y los estudios que realizamos para confirmar este diagnóstico son muy rigurosos, remarcó y recordó que este diagnóstico es el único que está regulado por una ley que es mundial además y en todo el mundo se realiza siguiendo el mismo mecanismo con algunas variantes.
El equipo nuestro llega con aparatología especial, y realiza los estudios de una forma especial y ese diagnóstico cuando se confirma es irreversible. Lo que nosotros hacemos por diferentes medios es certificar que el cerebro no tiene ningún tipo de actividad, estudiamos diferentes variables y todas tienen que ser negativas.
Una vez que se concreta la ablación, los órganos son sometidos a un procedimiento de conservación específico y llevados a los centros donde se implantarán. No tenemos inconvenientes con los tiempos y tampoco con la disponibilidad de insumos que utilizamos en cada operativo.
Algunas veces dejamos en los hospitales elementos que sirven para realizar determinadas tareas, agregó.
Intervención judicial
El doctor Gustavo Pérez indicó que al término del procedimiento de ablación al paciente se le iba a realizar la operación de autopsia porque se trató de un caso que requirió de la intervención judicial.
Cuando terminemos la ablación al paciente se le hará la autopsia, algo que sucede cuando en el caso hubo intervención judicial, señaló el coordinador de Trasplante del Cucaiba, al cierre de esta edición y explicó: Cuando un caso pasa por la Justicia, en el proceso que realiza el Cucaiba interviene el juez y el fiscal, que envía al médico de Policía, y a la par del equipo del Cucaiba va viendo el proceso y depende de la causa, siendo este profesional el que indica si hay órganos que no pueden ser ablacionados porque interferirían con la investigación de un hecho.