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El abuso sexual infantil analizado desde lo judicial y lo personal


 Mario Batalla defensor de los derechos del niño junto a Graciela Jofre Silvia Piceda y Sebastin Cuattromo (LA OPINION)

'' Mario Batalla, defensor de los derechos del niño, junto a Graciela Jofre, Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo. (LA OPINION)

La jueza de Paz de Villa Gesell, Graciela Jofre, visitó nuestra ciudad y en contacto con el Diario sostuvo que, a su forma de ver y “contrariamente a lo que pareciera, el interés superior del niño no se está efectivizando en la práctica judicial”. Dos miembros “Adultxs por los Derechos de la Infancia” relataron sus tristes vivencias.

DE LA REDACCION. En ediciones anteriores, este matutino daba cuenta de una charla que se desarrolló en el Colegio de Abogados de nuestra ciudad sobre abuso sexual infantil e incesto. Para la ocasión estuvo presente en nuestra ciudad la jueza de Paz de Villa Gesell, Graciela Jofre y los integrantes de la ONG “Adultxs por los Derechos de la Infancia” Sebastián Cuattromo y Silvia Piceda. Hoy se transcriben los dichos de los visitantes en el marco de una entrevista brindada a LA OPINION. 

 

Graciela Jofre

En contacto con el Diario, la jueza de Paz, brindó detalles sobre este flagelo que cada vez es más visible sobre todo entre los menores.

-¿Por qué, siendo jueza de Paz, su preferencia por los casos de abuso de menores?

-El rol que cumplo, que es la de jueza, conlleva un compromiso muy específico con las causas de los niños. Contrariamente a lo que pareciera, incluso desde el ámbito del Derecho que tanto se habla del interés superior del niño, en mi opinión, este interés en la práctica judicial no se está efectivizando. Resulta en la práctica mucho más cómodo y fácil optar por la credibilidad de la palabra de los adultos aun en las situaciones más trágicas que son las denuncias por abuso sexual infantil e incesto. Es más simple creer en la palabra del adulto que en la de las criaturas. Mi propio compromiso me ha llevado a interiorizarme en otras disciplinas porque en verdad el Derecho fue creado para hacer justicia y cuando uno ve que la Justicia en la práctica no cumple con su fin último, sobre todo cuando hablamos de niños y niñas víctimas de delito, genera, o por lo menos, generó en mí, un compromiso que hace que salgamos del espacio de comodidad desde el ámbito jurídico y social.

-Este problema que está planteando ¿tiene que ver con la decisión de los magistrados o faltan herramientas legales?

-Creo que cada uno en el rol que le toca tiene un compromiso y un deber de capacitarse. Al mismo tiempo es necesario que haya un sentido humanístico en todo lo que hacemos. Está comprobado que por más que el discurso jurídico sea cada vez más elaborado, no ha evolucionado y no logra cumplir con su cometido que es escuchar verdaderamente a la víctima, creer el relato de los niños. Lo esencial es capacitarse, inmiscuirse en otras disciplinas pero también tener buenas intenciones, humanas y esto, en el ámbito del derecho, lleva a modificar paradigmas.

-¿Considera suficiente, adecuada y aggiornada la legislación vigente?

-Es muy importante la legislación de violencia familiar. Se registra en los últimos años un aumento exponencial de denuncias de todo este tipo de situaciones que involucran a la violencia. Cuestiones que antes estaban en el ámbito secreto, al abrir puertas legales, salieron a la luz. Cuando las víctimas tienen voz y se empoderan, esto ejerce presión sobre las instituciones a asumir una determinada responsabilidad.

 

De abusados a protectores

Sebastián Cuattromo y Silvia Piceda son, como ellos mismos se denominan, “adultos sobrevivientes del delito de abuso sexual infantil y adultos protectores de los niños que padecen de este flagelo”.

-¿Cuál es el trabajo que realiza la ONG?

-Una de las razones de ser de nuestro colectivo es llevar nuestro testimonio a lo público porque tenemos la clara intención de que contar nuestra historia contribuya a generar conciencia sobre esta injustica. Acercamos nuestro testimonio a los más variados ámbitos del país. Hacemos una tarea de activismo y compromiso público. Además organizamos semanalmente un encuentro solidario de pares que es un ámbito en el que todas las personas adultas que sufrieron este delito puedan contar su vida para sentirse menos solo y aislado.

Uno de nuestros lemas es: “Para criar un niño hace falta una aldea” (antiguo dicho africano). Con esto queremos decir que en la defensa y protección de la infancia, de los derechos de los niños y ante el delito de abuso sexual infantil, los implicados debemos ser todos los ciudadanos.

-¿Cómo fue su historia de abuso?

-Fui abusado cuando tenía 13 años. Durante 10 años lo sobrellevé en silencio y recién una década después, cuando ya era mayor de edad, logré ponerlo en palabras, presenté una denuncia que originó una causa penal que en 2012, más de 20 años después del delito, tuvo instancia de juicio oral y público en la Ciudad de Buenos Aires y mi abusador fue juzgado y condenado a 12 años de cárcel por el delito de corrupción de menores calificada y reiterada.

Fui abusado en el Colegio Marianista del barrio de Caballito y mi abusador fue un religioso y docente de dicho colegio.

En 2012, en ocasión de este juicio oral y público, conté mi historia en diferentes medios de comunicación tratando de darle a todo el sufrimiento de infancia y adolescencia y a esa experiencia de lucha judicial este sentido de aporte colectivo.

Al hacer pública mi historia fue que conocí a quienes son hoy mis compañeros de la ONG.

 

Protección de la víctima

Silvia Piceda, otra integrante de la organización, destacó que cuando se detectan los casos de violación, la sociedad repugnada hace hincapié en la figura del abusador cuando en realidad es fundamental interiorizarse sobre la protección del abusado, que debe llevar sobre sus hombros esa pesada carga durante toda su vida.

-¿El Estado es el principal responsable de la protección de la víctima de abuso?

- Es fundamental que el Estado y la Justicia refuercen la protección de la víctima. En mi caso sufrí abusos en la infancia, logré formar mi familia y asumí un estado de madre sobreprotectora con mis hijos pero no sirvió de mucho porque me encontré con una realidad que volvió a trastocar mi vida y es que mi hija mayor había sido abusada por su propio padre, es decir, mi esposo. Tuve que asumir que me había casado con un abusador y empecé una lucha judicial en la que me propuse proteger a mi hija. Cuando me entero de lo que pasó con mi hija me separé de mi marido y acudí a la Justicia, pedí ayuda y solo me encontré con interrogantes de fiscales y abogados que me preguntaban por qué había inventado semejante falacia en una acción ‘programada’ con mi hija para ‘cagarle la vida a un pobre tipo’. Resulta increíble que la Justicia dé esas respuestas pero resulta más atroz aún que ante estos casos, la sociedad adquiera un papel de indiferencia, decidiendo no creer en la víctima porque cómo un hombre culto, un docente, un padre de familia, un trabajador, va a ser abusador. 

-¿Cómo se lleva adelante un proceso de contención de madre abusada a hija abusada?

-Es muy difícil pero yo siempre digo que mi hija rescató mi infancia. Lo cierto es que yo, como muchas sobrevivientes, borré mi abuso de la memoria, lo convertí en una fea anécdota de mi  triste y solitaria infancia en una familia que no supo protegerme como debía. Borré ese evento estudiando, trabajando, siendo independiente económicamente, dejando de lado la vulnerabilidad, adopté una nueva personalidad. En este proceso no me di cuenta de que en realidad la infancia no se puede olvidar por estas malas experiencias. Cuando mi hija fue abusada tuve que asumir la niñez que había olvidado, llorar los dolores pasados, para poder cuidar a mi nena.


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