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Facundo Manes vaticinó "un cambio de ciclo" y pidió "aprovecharlo bien"


La presencia de Facundo Manes hizo que se colmara uno de los salones de Fomento Centenario

Crédito: PRENSA FACUNDO MANES

La presencia de Facundo Manes hizo que se colmara uno de los salones de Fomento Centenario.

"Así como después de Malvinas se recuperó la democracia, el paradigma hoy, tras la pandemia, es encarar de una vez por todas el desarrollo, como hace un siglo no se hace", planteó el diputado nacional por el radicalismo que el jueves estuvo en Pergamino para brindar una charla ante unas 1.200 personas en el Club Centenario.

Facundo Manes atrajo a unas 1.200 personas este jueves en el Club Centenario, que participaron de una charla de corte político, ya con vistas al proceso electoral de 2023. "Les voy a hablar de salud mental… por eso Argentina necesita un neurólogo" dijo entre risas propias y del auditorio en el evento que lo tuvo como único orador.

El reconocido neurólogo oriundo de Salto, actual diputado nacional por el radicalismo y potencial candidato de ese partido para las próximas presidenciales, previamente dialogó con LA OPINION.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre la situación de la Argentina?

-La Argentina es uno de los pocos países del mundo que involuciona sin guerra. Cuando yo crecía, cerca de acá, en 1975, tenía seis años y estaba en Arroyo Dulce, había 5 por ciento de pobreza y hoy la mitad de la población es pobre. De los 53 años que tengo, 22 los viví en contracción económica. Justo antes de comenzar la pandemia algunos economistas calculaban que el progreso per cápita de Argentina era casi igual al de 1974, es decir que había casi 50 años perdidos. La educación hace décadas era la mejor de América Latina y hoy miramos a los vecinos con envidia. O sea que en todas las variables la Argentina está degradándose y me parece que hay una oportunidad de cambio de ciclo, como fue la tragedia de Malvinas que puso fin a una etapa y abrió otra, y creo que la pandemia es el factor del nuevo quiebre para poner fin a esta involución. 

-¿La pandemia como oportunidad?

-Sí. Esta pandemia nos quebró a todos por dentro, tenemos el alma rota y creo que habrá un cambio de ciclo y tenemos que aprovecharlo para el bien, porque todo esto también puede ir para más pobreza y caos. Es esta una oportunidad, más allá de todo el dolor y el sufrimiento, para encarar el desarrollo. Así como después de Malvinas se recuperó la democracia, el paradigma hoy es encarar de una vez por todas el desarrollo, como hace un siglo no se hace.

-¿De qué manera debería ser?

-De la manera que lo hicieron los países que se desarrollaron. Primero con instituciones fuertes y transparentes. Hay que mirar ejemplos como República Dominicana y Haití, que están en la misma isla; o Costa Rica y Nicaragua; o Uruguay, Chile y Argentina: la diferencia entre estos países vecinos la hacen las instituciones. Además necesitamos un país insertado inteligentemente al mundo, en un mundo en el cual hay que competir, generando productos con valor agregado, aspirando a un modelo de desarrollo como el de Canadá, donde la mitad de la economía está ligada a la materia prima y su valor agregado pero la otra mitad tiene que ver con la industria del software, la nanoteconología, la ciencia, la salud, etcétera. Pero además necesitamos una cohesión social porque esta división que padecemos nos impide tener una visión estratégica como país y también debemos tener ejemplaridad en los dirigentes. Hoy la sociedad percibe que a los únicos que les va bien es a los dirigentes o a los que están conectados con el poder. También necesitamos una revolución educativa, científica y tecnológica para vincular el conocimiento que produce una sociedad educada y sana con el sector productivo, y eso es un paradigma que yo lo llamo del conocimiento y es equivalente a lo que fue el paradigma democrático de 1983.

Recuerdo que en 1983 todos los que formábamos la sociedad argentina nos sentíamos parte, más allá de las diferencias, de un proyecto colectivo, que fue el último exitoso que tuvo la Argentina, y que fue la democracia. Hoy, sin importar quien lo encabece, tenemos que encarar la modernidad y el desarrollo, sino vamos a seguir administrando pobreza o discutiendo el subdesarrollo sustentable.

-¿Cree que la política interpreta a la sociedad?

-Cualquier dirigente que quiera liderar un proceso de transformación de Argentina tiene que recorrer el país, explicarle a la sociedad que si no hay un cambio de mentalidad en la propia gente, ningún dirigente, ningún político va a cambiar esto. En el caso de la democracia hubo un cambio de mentalidad, Malvinas lo produjo porque todos dijimos basta de que cada tanto se interrumpan los procesos democráticos. Si ahora la sociedad argentina dice basta de las prácticas de siempre, de las fórmulas de siempre, de los mismos de siempre, habrá un cambio. Pero si la sociedad no lo decide, no habrá dirigente que pueda hacerlo. Por eso yo le devuelvo la pelota a la sociedad y le digo que voy a estar en la lucha hasta el final para que el cambio se produzca, pero si la sociedad no acompaña, nada cambiará. Y cuidado que hay gente que quiere que nada cambie porque a muchos les va bien cuando a todos nos va mal.

-Reivindica el proceso iniciado en 1983 y el mismo fue liderado por un radical. Esta nueva era que usted prevé, ¿puede ser encabezada también por dirigentes de la UCR?

-Creo que sí porque no fue el radicalismo el que gobernó entre 2015 y 2019. El mismo expresidente Macri dijo que era una coalición electoral y legislativa. El radicalismo hizo su autocrítica, se renovó con gente como Martín Lousteau o como yo mismo y muchos otros y decimos que los partidos políticos no tienen el derecho divino de existir si no se renuevan y no interpretan a la sociedad. Y tampoco la UCR gobernó con el kichnerismo, fuerza ésta última que al fin del presente mandato habrá gobernado 14 de los últimos 18 años.

-¿La grieta es la enfermedad?

-Los extremos polarizan y existen porque se necesitan y en el medio estamos atrapados los argentinos. Por eso considero que el radicalismo tiene un rol importante pero en soledad no le alcanza, por eso hay que hablarle a los no radicales. La Argentina tiene que empezar la transformación con una elección presidencial y eso se hace con un partido político con territorio, ya que nadie puede hacerlo solo. Yo creo en la política, por eso me incorporé, ya que creo que la mejor política no se hace con antipolítica sino con mejor política y renovación de la misma. En ese contexto el radicalismo tiene un poder territorial importante, pero repito que no le alcanza yendo en soledad, sino que le tiene que hablar a todos los sectores, como les habló Alfonsín en su momento a los peronistas, los socialistas y los conservadores, diciéndoles que había que recuperar la democracia. Y yo creo que las diferencias que tenemos dentro o fuera de la coalición, son mínimas en comparación con el desafío que tenemos de reconstruir la Argentina hacia la modernidad.

La política ha fracasado, porque si bien la democracia la logramos, no nos ha podido educar, alimentarnos ni darnos salud, y ese es el desafío que tenemos ahora y creo que esto se hace con la política. Por eso me animé a dar el paso, ya que como país estamos en proceso de degradación y el desafío que tenemos es reconstruir una nación y la salida del laberinto es por arriba, no por el medio, porque el medio es la grieta. Tenemos que aspirar a algo superador y ese es un paradigma nuevo como lo fue la democracia en 1983, por eso me inspiro en Alfonsín, a quien le fue mal en la economía pero lideró con valentía un proceso que si hubiera ganado el peronismo no se hubiera concretado, que fue nada menos que la democracia.

-¿Qué opina sobre la intención legislativa de sancionar el sistema de boleta única de papel para las elecciones?

- Fui parte, yo mismo enfrenté las estructuras partidarias, me animé a dar el paso y con dos escarbadientes sacamos más de un millón trescientos mil votos. Ese proyecto es una buena señal de una dirigencia que no quiere más trampa, más atajos, más viveza criolla y clientelismo. En algún momento tiene que pasar a ganar la sociedad y empezar a perder el sistema.

-¿Cómo cree que va a votar la gente en 2023?

-Esta involución crónica sumada al mal manejo de la pandemia va a producir una expresión electoral muy fuerte el año que viene. No sé quien la podrá captar mejor, pero va a pasar eso. También estoy convencido de que la sociedad argentina va a votar a favor de alguien y no en contra de alguien.

También creo que hay que ir hacia un acuerdo programático. Tenemos que unirnos por acuerdos, por ideas, no por encuestas, porque después pasa lo que estamos viendo en el actual Gobierno, que se unieron para ganar una elección pero no pueden salir de las internas propias y nos meten a todos en el medio. Y lo mismo pasó en Cambiemos. Ahora tenemos que unirnos en base a ideas para lograr un acuerdo programático para el país.

-Por último, como político y como neurocientífico, ¿cómo se sale de la pandemia?

-En la historia de la humanidad, las pandemias siempre cambiaron la mentalidad de una época. Ya somos distintos a lo que éramos hace dos años, tanto como individuos como sociedad. Se puede salir mejor o peor, pero se cambia y nuestro desafío es trabajar para salir mejor y para ello tenemos que interpretar a una sociedad que quiere trabajo, seguridad, educación y un futuro mejor para sus hijos. Y la dirigencia muchas veces está pensando en mantener el poder y los privilegios, pero la sociedad va a ser imparable votando a favor de quien interprete lo que está pidiendo la gente, porque veo mejor a la sociedad que a la dirigencia.


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