Perfiles pergaminenses

Rubén Oscar Campo, las maquetas que recrean el trabajo rural y lugares de su pueblo definen su esencia


Rubén exhibe con orgullo sus maquetas esas creaciones que recrean parte de la historia de Acevedo

Crédito: LA OPINION

Rubén exhibe con orgullo sus maquetas, esas creaciones que recrean parte de la historia de Acevedo.

Ama Acevedo, el lugar en el que vive. Dedicado a la actividad agropecuaria desde siempre, logró hacer confluir en su habilidad creativa, su amor por el pueblo y su pasión por la tierra. Sus producciones que replican sitios y prácticas emblemáticas, son reconocidas porque rescatan parte de la historia regional.

Rubén Oscar Campo tiene 78 años. Nació un 23 de octubre en Acevedo y es en la tranquilidad del pueblo que disfruta la vida, rodeado de familia y amigos de siempre. Inquieto y emprendedor, trabajó en el campo hasta hace apenas tres años. Hoy, ya retirado de la actividad, tiene más tiempo libre y espacio para abocarse a una de sus pasiones: la creación de maquetas que recrean la dinámica de la vida rural y replican algunos lugares de su querido pueblo. A través de ellas, siempre cuenta una historia que tiene al pasado como protagonista y a la riqueza de las cosas sencillas como patrimonio. Lo motiva el hecho de poder volcar en sus maquetas aquello que sus años le permitieron vivir y cosas que los jóvenes no conocieron. Quizás ese espíritu y la calidad de sus realizaciones es lo que hace que muchos estén interesados en comprar las maquetas. Sin embargo, Rubén no acepta venderlas. "No tienen precio", expresa, orgulloso de lo que han podido hacer sus manos en el rescate de pedacitos de historia.

Apasionado de la vida del campo y sus rutinas, creció en un ambiente rural. "Mis viejos alquilaban la tierra y vivíamos allí, en un rancho como los de antes", menciona en el comienzo de la entrevista y recrea el modo de vivir de su familia, integrada por sus padres Rafael y Juana Gainza; sus abuelos, un tío casado y sus hermanos: Delma (82) y Raúl (74). "Yo fui el del medio", comenta y cuenta que su hermana, que fue la mayor, ya está fallecida.

Los recuerdos que guarda de su infancia lo remontan a una vida feliz. "Fui a la Escuela Nacional Nº 153, que era un establecimiento rural que funcionaba en una estancia", refiere este hombre que ha sido testigo y protagonista de un modo de vivir muy diferente al de hoy, donde la simpleza formaba parte de cada una de las actividades cotidianas.

El juego, las dinámicas de la vida familiar, la educación y los proyectos nacían y confluían en el territorio del campo. Allí creció y fue de la mano de esas vivencias que aprendió a amar la vida rural y abrazó la actividad agropecuaria cuando creció como su pilar en el aspecto productivo. "Siempre me dediqué al trabajo de campo, desde chico y hasta hace tres años en que dejé de trabajarlo", agrega, junto a la descripción que hace del modo en que se trabajaba en el pasado, muy diferente al de hoy, en que la actividad se ha mecanizado: "Cuando yo era chico se trabajaba el campo de una manera muy artesanal. Después llegaron las maquinarias más modernas, de algún modo los años que tengo que me han permitido ver muchas de las transformaciones que se dieron en el trabajo rural".

"Se usaban implementos viejos, el maíz se juntaba a mano. Yo venía de la escuela y me mandaban con un caballo a tirar el aparato de cargar el maíz y lo tiraba a la troja. Otras veces me tocaba cuidar los chanchos", relata. "Al principio era un campo arrendado y después tuvimos propiedad de campo, lo trabajamos nosotros hasta hace tres años y ahora lo damos a trabajar a otros porque uno ya tiene sus años", agrega y precisa que pasó más de 60 años abocado al trabajo agropecuario.

La vida familiar en el pueblo

Vivió en el campo hasta que se casó Teresa Inés Solioz y construyeron la casa en el pueblo. Ese es el lugar en el que viven, ese espacio que habitan que siempre está de puertas abiertas para recibir a la familia y los amigos. "Nos conocimos en un baile en Guerrico, después nos volvimos a encontrar en otro baile en Acevedo, nos pusimos de novios y ocho años más tarde nos casamos y estamos juntos desde entonces. Hace 48 años que nos casamos", relata. 

Confiesa que aunque nunca fue un buen bailarín, le gustaba bailar y siendo vicepresidente del club del pueblo, siempre disfrutó de organizar las tradicionales cenas y bailes del pueblo, fiestas de las que participaban no solo los vecinos de la localidad sino gente de la zona. "En el Club hice grandes amigos, porque aquellas cenas y bailes me permitieron conocer a mucha gente".

Rubén y Teresa tienen tres hijas: Carina (46) que es docente y directora del Jardín de Infantes de Acevedo; Natalia (41) que estudió administración de empresas en Rosario; y Andrea (39) que es docente. Además, son abuelos de: Agustina, Faustina, Renata, Antonia, Alfonso, Julia, Joaquina y Valentino. 

Los domingos la casa de Acevedo es el lugar que los recibe. Teresa amasa pasta casera y algunas veces también cocina Rubén, que confiesa: "Me gusta la cocina y con mi esposa disfrutamos mucho de reunirnos en familia o de recibir amigos".

"En casa siempre hay espacio para una picadita, unas pizzas, una cerveza. Los amigos del barrio vienen y con todos los cuidados que impone la pandemia, nuestra casa se convierte en el lugar de encuentro. Hace unos días para el Día de la Primavera compartimos un momento muy lindo", refiere.

Una pasión, las maquetas

De la mano de su amor por el campo, hace tiempo comenzó a construir maquetas que replican algunas dinámicas de la vida rural. Lo hizo cuando su hija mayor estaba en el secundario y siempre le pedían que explicara cómo se cosechaba el maíz cuando él comenzó a trabajar el campo. "Se me ocurrió mostrarlo en una maqueta que tuvo mucho éxito y sirvió para contarles a los chicos cómo era la juntada de maíz. Después de eso me entusiasmé y seguí", relata. Cuenta que su segunda maqueta fue una chacra, con el rancho y los elementos que se usaban para vivir en aquellos tiempos. "Al rancho le hice la cocina económica, el farol, los platos, los muebles como eran entonces".

En total tiene construidas seis maquetas: "Tengo un almacén de ramos generales, un tren, la estación Acevedo del Ferrocarril y la iglesia del pueblo".

Con orgullo exhibe lo que en sí mismo representa un arte nacido de su habilidad para el trabajo manual y de su vocación por dejar testimonio de la historia inmortalizando el paso del tiempo. Autodidacta, cada trabajo tuvo un propósito y fue gestado para contar una historia y recrear cosas que tienen que ver con el patrimonio edilicio y cultural de su pueblo.

"Las expongo en la Fiesta de la Estaca y en varias oportunidades me han pedido que les ponga precio, pero las maquetas no están a la venta, no fueron creadas como una mercancía", afirma Rubén. "Varias veces me las han querido comprar, pero nunca las quise vender. También las he llevado a la Fiesta de la Estaca en Entre Ríos, donde en una ocasión alguien me propuso que le pusiera precio en dólares a la maqueta de la troja. Nunca acepté".

Entiende que las construyó con otro fin y se mantiene fiel a ese principio: "No podría venderlas porque las hice con otra finalidad, al principio casi con un propósito didáctico. Además, me gusta hacer las cosas una vez y no dos, no podrían construirse en serie".

"También tengo un sulky y en la Fiesta de la Estaca me piden que le ponga precio, lo expongo para que conozcan la historia, pero no con la intención de vender", agrega en una conversación en la que se entremezcla la particularidad de su hobby con las vivencias del campo donde pasó buena parte de su vida.

Asegura que armar cada maqueta lleva tiempo, pero disfruta de invertirlo en algo que le causa enorme satisfacción y que les sirve a los jóvenes para "tener un testimonio de un tiempo que no vieron".

Comenta que tiene otra en marcha, pero se reserva para sí lo que reflejará cuando esté terminada. "Siempre son cosas que tienen relación con el pueblo", confía y señala que su intención es tenerla lista para febrero cuando se realizará una nueva edición de la Fiesta de la Estaca.

La pesca

Otro hobby de Rubén es la pesca, lo señala en la charla y confiesa que prefiere la pesca de laguna. "Al río le tengo mucho respeto, prefiero pescar en lagunas y he tenido la posibilidad de hacerlo en Trenque Lauquen, Junín, Villas Cañás, La Picasa y otros lugares. Cuando uno está pescando, se olvida del mundo", afirma.

En lo deportivo se define como hincha de River Plate, pero reconoce qu no es un fanático, "porque el fútbol es un deporte en el que la gente se pelea mucho, y eso nunca es bueno", reflexiona.

Su amor por Acevedo

Cuando la entrevista lo interroga sobre lo que motiva su amor por el pueblo, con humildad señala que es la geografía donde vivió toda su vida, el lugar donde están sus raíces. "Acevedo es un lindo pueblo, tranquilo y de gente buena", define. Nunca pensó en habitar otro lugar, viajó y conoció otros sitios, pero en su querido Acevedo está su mundo y lo disfruta plenamente, hoy con rutinas sencillas que tienen que ver con el trato con amigos en el café del Club o en el bar de la Cooperativa; y el amor de su familia. Sin asignaturas pendientes, sus energías siempre están puestas en seguir recreando pedazos e historia, tesoros que tienen un valor y belleza por lo que representan para él y para la propia comunidad de Acevedo que lo tiene entre sus vecinos más entrañables.


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