No existe actividad más noble y esencial que la del hombre enfrentando a la naturaleza para producir alimentos y generar riqueza, no solo para sí mismo, sino también para toda la sociedad. El campo argentino, históricamente motor de la economía, atraviesa un momento crucial en el que los avances macroeconómicos chocan con las dificultades estructurales del sector.
Por un lado, el sector agropecuario valora los esfuerzos del actual Gobierno por estabilizar la economía y bajar la inflación, logros que no se veían desde la década del 90. Sin embargo, para el campo, esa década está marcada por un retroceso: pérdida de competitividad, altos costos en dólares y una economía que ralentizó la actividad agropecuaria. El recuerdo de aquellos años genera preocupación ante un escenario que parece revivir dinámicas similares.
Un presente de costos altos y rentabilidad baja
En el contexto actual, los costos en dólares para la actividad agropecuaria se han disparado. Insumos clave como fertilizantes y combustibles han subido de precio, mientras que los precios internacionales de los principales productos han experimentado caídas significativas. Esto ha comprimido la rentabilidad, dejando al sector en una posición delicada.
La ralentización de la actividad agropecuaria no es un problema menor. Este sector no solo genera riqueza, sino que también emplea a miles de trabajadores y representa un ingreso clave de divisas para el país. Sin embargo, la permanencia de los derechos de exportación (retenciones) actúa como un ancla que dificulta la planificación a mediano y largo plazo.
Promesas que faltan cumplir
En la última campaña electoral, el actual Gobierno de Javier Milei llegó al poder con una promesa clara: eliminar las retenciones. Esta propuesta fue celebrada por el sector agropecuario, que veía en ella una oportunidad para recuperar competitividad y dinamismo. Sin embargo, esa promesa sigue sin cumplirse, lo que genera malestar y escepticismo entre los productores.
Como menciona José Antonio Álvarez en un reciente post de X desde la cuenta de BumperCrop:
"Nuestro deber es recordar ese compromiso y hacer notar que la Argentina es pobre precisamente por los derechos de exportación."
Para muchos, las retenciones representan no solo una carga impositiva, sino también una señal de desincentivo a la producción y al esfuerzo individual. El campo siente que su libertad y su capacidad de generar riqueza quedan restringidas por un sistema que prioriza la recaudación fiscal por encima del desarrollo sostenible.
Un futuro incierto pero necesario
En un país que depende profundamente de su capacidad agroexportadora, no abordar los problemas del sector agropecuario es un riesgo que la economía argentina no puede permitirse. Mientras la estabilización económica avanza, el gobierno enfrenta el desafío de cumplir con las promesas realizadas al sector, eliminando las retenciones y creando condiciones más favorables para que el campo pueda desplegar todo su potencial.
El campo argentino no solo produce alimentos; también produce oportunidades, empleo y progreso. La actividad agropecuaria necesita políticas claras que permitan mirar al futuro con confianza. De lo contrario, el país seguirá enfrentando las mismas dificultades estructurales que, durante décadas, han limitado su desarrollo.