Sin desmerecer los logros del gobierno del presidente Milei en materia económica, es ineludible señalar la inquietante falta de compromiso, durante este primer año de gestión, con la integridad, la institucionalidad y el Estado de Derecho. Este desapego evidencia un preocupante desconocimiento de la importancia que estos pilares tienen para garantizar la estabilidad macroeconómica y salvaguardar la Libertad.
El culto a la figura del líder, promovido desde el propio poder ejecutivo, ha incentivado la formación de una masa de seguidores fanatizados, dispuestos a justificar cualquier acción gubernamental, incluso aquellas que contradicen los principios de la Libertad, mientras atacan ferozmente a quienes disienten, critican o solicitan la revisión de decisiones erróneas. Aunque esto pueda responder a objetivos políticos, en esencia constituye una práctica populista que en nada fomenta el hábito de pensar libremente ni educa a la ciudadanía en los valores de la Libertad.
No hay nada más ajeno al Liberalismo que el culto al líder, el fanatismo y la supresión del disenso. El Liberalismo nació como respuesta a las monarquías absolutas, que se caracterizaban precisamente por estas prácticas despóticas, sustentadas en la supuesta infalibilidad de líderes elegidos por "voluntad divina" (¡cualquier parecido con ciertas narrativas actuales es pura coincidencia!). Lo que distingue al movimiento liberal es su propuesta de alternativa basada en la soberanía del individuo, el Estado de Derecho, y la limitación del poder gubernamental; su defensa del gobierno de las leyes y las instituciones por encima del poder personal.
Los liberales bien formados saben esto, aunque muchos callan por el temor que genera un gobierno que reprime cualquier opinión contraria. Sin embargo, la crítica constructiva y de buena fe no solo es válida, sino necesaria. Un gobernante verdaderamente liberal debería no solo tolerarla, sino promoverla, reconociendo que escucharla es fundamental para su propio beneficio y el del país. Como afirmaba Jefferson: "Cuando los gobiernos temen a la gente, hay Libertad. Cuando la gente teme al gobierno, hay tiranía". Aunque aún no hemos llegado a ese punto, es urgente corregir el rumbo en este aspecto para evitar ese destino.