Deportes

Federico Foster, un pergaminense suelto en las calles de Nueva York


En La Gran Manzana cumplió el sueño de correr el maratón más grande del mundo. En una entrevista con LA OPINION, afirmó que fue la experiencia deportiva más movilizadora de su vida. "Es como correr 42 kilómetros en el Maracaná", describió quien se define como "alguien que vive y siente el deporte". Bajó las tres horas y fue el séptimo mejor argentino.

El Maratón de Nueva York es un evento único. Integra el World Marathon Majors, el circuito global creado en 2006 que está conformado por los seis 42K más importantes del planeta junto a los de Boston, Londres, Berlín, Chicago y Tokio. El domingo pasado se disputó la 54ª edición que tuvo entre los 55.646 finalistas (nuevo récord) a un pergaminense. Se trata de Federico Foster, que a los 46 años cumplió este sueño que comenzó a planificar hace un año y medio.

Se crió en una familia en la que se respira deporte. Es hijo de Eduardo Foster y Adriana Bonjorn, quienes le inculcaron la pasión por la práctica deportiva, y hermano de Patricio, actualmente al frente del Team Foster Pergamino. Se acercó a la natación a los ocho años y no paró de entrenar hasta hoy. Se describe como "alguien que vive y siente el deporte". Entre sus logros más destacados están sus cuatro Ironman en Brasil (en 2010 empleó 9h. 44m), tres clasificaciones al Mundial de Ironman 70.3 (2008, 2019 y 2023), el triunfo en el maratón acuático Villa Urquiza-Paraná (21K) y el tercer puesto en el Sudamericano Máster de natación en 2013 (200 metros libres). Sin embargo, en las calles de Nueva York vivió sensaciones únicas, que guardará por siempre.

En La Gran Manzana cruzó la meta en el Central Park en 2h. 59m. 40s, quebrando la barrera de las tres horas, tiempo que lo ubicó en el puesto 2.134 en la general y séptimo entre los 243 argentinos que completaron esta edición. Aún con la emoción a flor de piel por haber sido parte del maratón más grande del mundo, LA OPINION lo entrevistó y afirmó: "Fue mucho más que correr 42 kilómetros". 

-¿Cuándo comenzaste a planificar tu participación en el Maratón de Nueva York?

-Veníamos trabajando con este proyecto hace un año y medio. Empecé a intentar hacer el tiempo para cumplir este sueño en el Medio Maratón de Rosario del año pasado, los tiempos estándar para competir en Nueva York los tenía, pero es tanta la gente que quiere participar que el corte fue 19 minutos inferior al tiempo que ponen de clasificación, o sea que en mi categoría pudieron clasificar por tiempo quienes tenían un registro de menos de 2h. 47m, yo no accedí a eso. En el Medio Maratón de Rosario corrí en 1h. 25m. y en el Maratón de Rosario de este año, que fue el primero de mi vida excluyendo los maratones de los Ironman, hice 3h. 01m. 

-Al no clasificar por tiempo, ¿cómo lograste tu lugar en Nueva York?

-Hay varias maneras de llegar, podés salir sorteado que es casi imposible. Es más difícil salir sorteado que hacer el tiempo de clasificación. Y si no, hay operadores internacionales, en Argentina hay tres empresas que te llevan a correr el Maratón de Nueva York y te dan la plaza para participar dentro de un paquete turístico.

-¿Cómo viviste la experiencia de correr en ese circuito fantástico que recorre los cinco boroughs: Staten Island, Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan?

-La carrera arranca en Staten Island, te llevan ahí muy temprano, hacia cinco grados a la mañana, tenés que llevar abrigo, ropa para descartar, porque tenés una espera de dos horas para entrar a tu corral y largar la competencia. Hay cinco horarios de largada, desde las 9:10 que es el que me tocó a mí, hasta las 11:00. Cada 35 minutos va largando un contingente. Este año llegaron más de 55.000 personas, con lo cual es el evento deportivo amateur más grande del mundo, increíble. Y es muy especial porque salen dos millones de personas a la calle a alentar, la ciudad se paraliza, se llena de runners, ese fin de semana pasa todo por la maratón, eclipsó las elecciones y todo lo que venía ocurriendo en Estados Unidos. Se vive un movimiento muy importante, por eso el maratón es muy importante para la economía de la ciudad, por eso te reciben y existen costumbres, como por ejemplo, al día siguiente vas con la medalla por la calle y la gente te saluda, te agradece la visita, te invitan un postre en un restaurante o te dan el asiento en el subte.

Cuando vas corriendo se nota en la calle la energía, es como correr 42 kilómetros en el Maracaná. Por momentos el ruido es ensordecedor, pero te da una energía y te genera un sube y baja de emociones muy importante. La verdad que lo que se vive corriendo este maratón es muy profundo emocionalmente. Por lo menos para mí, que ya llevo bastante tiempo corriendo y desde muy chico veía con mi padre esta carrera por televisión, lo que representó para mí fue mucho más que correr 42 kilómetros. Te lo cuento y me emociono, y compartirlo con mi mujer también fue hermoso. Cuando llegamos nos reconocimos que fue una experiencia emocional más allá de la deportiva, del rendimiento, del tiempo, que pasa a ser solo una circunstancia. Te tocó un día bueno, te sentiste bien en el kilómetro 34 y se dio, pero ya en la largada se me caían las lágrimas. Lo viví muy intensamente y me movilizó mucho. La deseé mucho, la busqué y finalmente tuve que encontrar una empresa que me dio la plaza, pero la disfruté muchísimo, fue mucho más que correr 42 kilómetros. 

-Comparándolo con otros logros deportivos que alcanzaste, ¿este maratón lo ubicás por arriba de un Mundial de Medio Ironman? 

-Son cosas distintas, tiene más que ver con el rendimiento deportivo que te lleva a correr un campeonato mundial por ejemplo, vos entrenás y ese día lo único que vas a buscar es tu mejor performance. Yo la verdad que no fui a hacer mi mejor performance en Nueva York, es una carrera muy dura, tiene 300 metros de ganancia de altura, arranca con una subida de 0 a 75 metros, todo el mundo te dice 'tu tiempo en Nueva York es tu maratón más 10 minutos'. Fui con ese speech y la situación fue extraña porque había corrido un solo maratón en Rosario hace cuatro meses para probar y ver de qué se trataba, pero no fui a buscar un tiempo, de hecho en la expo te dan unas pulseritas que tienen los tiempos y yo agarré la de 3h. 05m, pero eso es una circunstancia, en el sentido emocional del deporte creo que fue por lejos la más relevante, la más movilizadora. 

Y también es el trabajo que uno hizo durante los meses con frío, 32 kilómetros un día, 28 en otro, un día te lesionás, te pasaron cosas en tu vida. Y como es el cierre de una etapa, cuando uno está viviendo esa experiencia se le viene todo a la cabeza, con toda esa gente alentando, con los carteles que se ven a lo largo de todo el camino. Es muy movilizante en lo emocional. En el sentido deportivo, el campeonato mundial es más importante. Uno clasificó, se ganó la plaza, se entrenó, dio lo mejor; pero a nivel humano, esto es lo más fuerte que hice, sin dudas está en el Top 5 de las experiencias más gratificantes que tuve en mi vida. Para los que corren les recomendaría que lo tengan en el radar y cuando puedan lo hagan. 

-Y después de todas estas emociones que viviste en Nueva York, ¿cómo se sigue a nivel deportivo, qué tenés en mente? 

-Con tantos años en el deporte, lo que busco ahora es una experiencia que me movilice, me gustan los grandes eventos, prepararme bien para competir en algo importante. Por ejemplo, el año que viene ya mandé la inscripción para el Maratón de Chicago así que probablemente iré el año que viene en octubre. Y ahora voy a volver a agarrar la "bici" para ver si puedo en el primer semestre de 2025 correr algún Ironman o Ironman 70.3, prepararme bien para esa carrera.

-Cuando decís que sos deportista, ¿cómo te presentás, como triatleta, nadador o atleta? 

-Claramente no nací para correr, eso lo tengo claro (risas), todo lo que logré corriendo fue a puro voluntarismo. La realidad es que si me miro en términos comparativos con otros lo que mejor hago es nadar, pero me presento como alguien que vive y siente el deporte, que tuvo la suerte de que desde muy chico en su casa se vivió, se respiró deporte. Yo volvía del colegio, entraba a mi casa y mi papá se iba a andar en bicicleta o a correr, íbamos a las carreras, entonces el hacer deporte está muy arraigado en mi origen, en mi vida cotidiana. Yo me levanto muy temprano y lo primero que hago es hacer deporte. Un día voy a correr, otro día al gimnasio, otro día nado o pedaleo. Lo siento, no sé si todo el mundo tiene la suerte de llevarlo en las entrañas, el sentimiento de la satisfacción de hacer deporte, de disfrutarlo. Por más que sea una pasada matadora, un fondo kilométrico o en condiciones climáticas muy malas yo lo disfruto mucho. Me dicen ¿cuánto esfuerzo para preparar un maratón? y la verdad que para mí no es esfuerzo, lo disfruto mucho y me hace feliz.

-Mencionaste a tu familia y lo importante que fue para que te inicies en el deporte desde chico. Hoy estás radicado en Buenos Aires, pero siempre tenés presente aquellos años practicando deporte en Pergamino...

-Sí, por supuesto. Mis orígenes deportivos son en Davreux a los ocho años. Yo hago pasadas desde que tengo 11 años, no es que arranqué a los 40 años, o sea hago lo mismo desde esa edad. Y siempre que me preguntan en cualquier carrera yo les digo que nadaba en Davreux de Pergamino. Empecé con el profesor Guillermo Calcagno, en algún momento me pasaron al equipo de competición después de nadar vestido y unas pruebas locas que te hacían, también tuve como "profes" a Fernando de Mayo y después a Ariel Pelayo Rodríguez. Siempre me mantenía físicamente, hasta que me fui a estudiar y ahí arrancamos con mi hermano Patricio a hacer triatlón, pero siempre me gustó el deporte y es la parte central de mi vida. 


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