Ante una emergencia médica, los servicios de Guardia resultan vitales por cuanto allí están disponibles los recursos humanos y el equipamiento necesario para resolver cualquier situación en la que puede estar en riesgo la vida. En nuestra ciudad, concretamente, el único establecimiento con guardias activas de todas las especialidades es el Hospital San José, si bien hay que gente que por uso y costumbre, erróneamente, concurre a alguna clínica privada esperando recibir una atención para la que no está preparada ni es su función ni obligación brindarla.
Pese a la total disposición y buena predisposición de los profesionales del Hospital, a menudo este espacio no se utiliza para lo que fue creado y la Guardia se termina utilizando como "un consultorio" al que acudir en cualquier momento del día y por demanda espontánea para resolver situaciones de salud que podrían tratarse en una consulta médica de rutina.
Esto hace que se sobrecarguen los dispositivos de asistencia y la consecuencia de ello es la violencia que en forma física o verbal se expresa contra los integrantes de los equipos de salud.
En el caso de Pergamino, en el ámbito público, el servicio de Guardia del Hospital San José es neurálgico, ya que allí se realiza la primera atención de pacientes que llegan en unidades de traslado o de manera ambulatoria para tratar diferentes tipos de patologías y de diversa gravedad. La emergencia se asiste en este espacio que a menudo es cuestionado porque se desconoce la complejidad que supone el trabajo con pacientes críticos y la convivencia con situaciones banales que podrían resolverse en otros ámbitos de la atención sanitaria y, sin embargo, casi por una cuestión idiosincrática de la propia comunidad terminan en la Guardia.
Alcanza con observar la rutina de funcionamiento y escuchar lo que expresan médicos, enfermeras y pacientes para confirmar que tanto en la Guardia de Adultos como en la Guardia Pediátrica la demanda de atención es permanente y en los últimos tiempos por diversos factores se ha visto sensiblemente incrementada. El servicio funciona durante 24 horas los 365 días del año. Diariamente se atienden muchos pacientes y muchas de las consultas terminan siendo "clínicas", atendiendo a que solo algunas representan una emergencia real. Esto sucede porque hay una costumbre de "ir a la Guardia del Hospital" ante cualquier situación que comprometa la salud, en la certeza de que allí habrá alguien para atender esa demanda, considerando que el Hospital San José es el único efector del sistema público que cuenta con atención de guardia activa en forma permanente y está preparado para resolver cualquier situación que requiera de una mayor complejidad por cuanto el nosocomio cuenta con profesionales de guardia en todos sus servicios.
Aunque el subsector privado tiene sus espacios de atención de guardia, la emergencia se atiende en el Hospital y esta idea está internalizada en la propia comunidad que ha construido una cultura de uso de ese espacio. La contracara de ello es que una porción de la población que acude, es la misma que no tolera los tiempos de espera y genera situaciones de tensión que en algunos casos se traducen en episodios de violencia. Hace un par de semanas se viralizó un video en el que el propio jefe del Servicio de Guardia del Hospital San José exponía esta situación con preocupación ante las agresiones que van instalándose como moneda corriente. Es como si la propia comunidad perdiera de vista la función que debe cumplir una guardia y le exige a quienes trabajan en ella una atención urgente de cuestiones que podrían esperar o resolverse en otros dispositivos de atención sanitaria.
Códigos conocidos, pero no respetados
Aunque el concepto de "triage" es conocido y utilizado mundialmente en los servicios de Guardia para calificar la gravedad de los casos y establecer en virtud de ello un orden de prioridades para la atención de los mismos, todo el que llega a la Guardia, independientemente del motivo, tiene la pretensión de ser asistido de manera inmediata. Esta es la principal fuente de conflicto y lo que marca la necesidad de crear una cultura distinta de uso de este espacio más empática con las necesidades de la propia población y con la posibilidad cierta de los profesionales de salud de brindar respuestas adecuadas a cada situación.
Verde, amarillo y rojo son los sencillos códigos que, si bien están establecidos en el triage, no terminan de incorporarse en el imaginario colectivo y servir de parámetro para "exigir premura en la atención" o "ser pacientes". Casi diariamente se viven situaciones en las cuales pacientes y familiares expresan un descontento por el hecho de tener que esperar para ser atendidos porque los profesionales han tenido que priorizar la asistencia de otros que acuden en código amarillo o rojo. Esto genera un sinnúmero de dificultades y enojos y son el desencadenante principal de la violencia.
De hecho, en la práctica diaria se confirma que una enorme proporción de los casos que se atienden en la guardia del Hospital San José son de código verde, es decir aquellos en los cuales no está en riesgo la vida.
Lo llamativo es que esto hace mucho tiempo que sucede y ocurre en una ciudad que cuenta con una amplia red de atención primaria de la salud que ofrece asistencia de alta calidad y con una oferta de servicios diversa y en el territorio y donde la demanda también es creciente.
La espera, el foco de tensión
Quizás la confluencia de las emergencias reales con los cuadros banales que llegan a la Guardia hacen que este espacio de la atención sanitaria sea observado con una mirada crítica por una parte de la sociedad que manifiesta su queja por la demora en la atención. Por momentos, el número de pacientes hace que se produzcan algunas demoras que causan malestar. En promedio, el tiempo de espera es de una hora, u hora y media. Sin embargo, si llega un accidente o una emergencia, la totalidad del dispositivo se dispone a esa atención y eso no siempre es comprendido por el resto de los pacientes. Los tiempos de espera se convierten en el principal motivo de tensión y el causal de muchos de los males que se expresan en la Guardia, donde la violencia se instala cada vez con mayor virulencia.
Cuando se piensa en la necesidad de promover una cultura diferente de uso de la Guardia esta cuestión no resulta menor. Hay un vínculo que resulta necesario restablecer. Recuperar la certeza de que la totalidad de los equipos de salud que trabajan en los sistemas de guardia, tanto en la atención de adultos como de niños, lo hacen prestando un servicio a la comunidad y no en contra de ella. Se requiere pericia de un lado y paciencia del otro para entender una dinámica compleja que muestra el sistema de salud en su expresión más real.
Lamentablemente y por múltiples razones, las guardias hospitalarias se han transformado en ámbitos donde suele instalarse la violencia como forma de manifestar un malestar o disconformidad y esto daña severamente el normal funcionamiento de los servicios asistenciales. Resulta incomprensible que lugares que deberían estar al margen de cualquier tensión más allá de las propias que se generan por la naturaleza de trabajar con cuestiones de enfermedad, tengan que haber adaptado sus rutinas de funcionamiento e incorporado protocolos de seguridad orientados a resguardar al personal de salud de los embates de parte de la comunidad que así como acude para resolver sus urgencias, pierde de vista la tarea que los agentes sanitarios llevan adelante para preservar la vida.
Si bien el espíritu de este informe no es abundar en la cuestión de la violencia en los ámbitos de salud, la cuestión no puede soslayarse en ninguna reflexión que pretenda instalar la necesidad de establecer nuevas dinámicas de uso de un espacio vital.
El lugar de referencia
Cuando se habla con los pacientes lo que señalan es que acuden a la Guardia del Hospital porque si necesitan algún tipo de estudio, se los realizan en el momento. También refieren que en determinados horarios es el único lugar al que recurrir. Cuando se indaga en la percepción que tienen los trabajadores de la salud reconocen que el espacio es una referencia para buena parte de la comunidad que entiende que ante algo que consideran urgente "deben ir al Hospital". También refieren que no siempre está la costumbre de resolver esas mismas situaciones que no revisten urgencia real en una consulta programada en los consultorios externos, en los dispositivos de atención de demanda espontánea que funcionan con horario extendido o en los propios centros de atención primaria de la salud que también cuentan con franjas horarias ampliadas. En cualquier caso, el ir a la Guardia por cualquier circunstancia es lo que motiva que el sistema se sobrecargue y en algunos momentos se tense su capacidad real de brindar respuestas, aun a pesar del esfuerzo titánico que hacen los equipos de salud y esto genera dificultades que condicionan la relación médico-paciente y la lesionan.
Crear una nueva cultura
En este contexto, resulta imprescindible trabajar en la sensibilización social para revertir cuestiones y promover un verdadero cambio cultural para modificar este patrón de uso de un espacio de salud vital, que pertenece no solo a los pergaminenses sino a la comunidad de la región por el carácter interzonal del nosocomio, pero que está pensado para resolver las emergencias, que son aquellas situaciones en las que a menudo está verdaderamente en juego la vida.
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