Perfiles pergaminenses

"Cacho" García, el hombre de las cobranzas y el director técnico que pone pasión en lo que hace


Santos García conocido por su apodo “Cacho” trazó su Perfil en un clido dilogo con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Santos García, conocido por su apodo “Cacho” trazó su Perfil en un cálido diálogo con LA OPINION.

Trabaja en la calle todos los días como cobrador de varias entidades locales. Fue jugador de fútbol y hoy dirige con marcado compromiso. Se rodeó siempre de personas que le señalaron el camino y hoy disfruta de un presente en el que confluyen familia, trabajo, vocación y profundo compromiso con valores que lo definen.

Santos Anastasio García nació el 31 de marzo de 1961 en Rojas, pero vivió prácticamente toda su vida en Pergamino, ya que sus padres se establecieron aquí por cuestiones laborales cuando él tenía apenas 10 años. Es conocido por su trayectoria como director técnico de fútbol y por su tarea laboral que consiste en hacer cobranzas para distintas entidades.

Tiene 61 años y una historia de vida asociada a las rutinas sencillas, esas sobre las cuales se edifican los valores y el apego a las cosas que realmente cuentan. Todo el mundo lo conoce por su apodo "Cacho". Cuenta que lleva el nombre de sus abuelos: Santos, por parte de madre y Anastasio por parte de padre, pero sostiene que desde siempre se reconoce e identifica con ese sobrenombre que alguna vez le puso su abuela.

Llegó a Pergamino con su familia siendo un niño. Había comenzado la escuela primaria en Rojas y continuó en la Escuela N° 2 cuando al llegar aquí se establecieron en la emblemática Pensión Difede, de su familia materna. 

"Mi papá que trabajaba en una fundición en Rojas consiguió trabajo en la Municipalidad y mi mamá en el Registro Civil, así que nos establecimos aquí y ya no nos fuimos más", refiere en el comienzo de la entrevista y habla de sus padres: Nilda Lucía Difede y Francisco José García.

"Cuando llegamos vivimos un tiempo en la pensión, donde estaban mi abuelo y mi tía 'Chiche'; después nos mudamos a otra casa y cuando se construyeron las viviendas de un plan municipal y a mi papá le otorgaron una, nos fuimos a vivir al barrio General San Martín, donde aún viven mi madre y mi hermana Silvina (50)", precisa.

Sus recuerdos de ese barrio donde pasó muchos años de su vida hacen referencia a un lugar menos poblado que hoy, y rescata que desde siempre tuvieron "buenos vecinos con los que establecieron relaciones de verdadera fraternidad".

La muerte temprana de su padre marcó una herida profunda en su familia. Ocurrió de manera repentina. "Cacho" lo relata con tristeza y recuerda con nostalgia el tiempo compartido con su "viejo".

"Estábamos jugando un partido de ajedrez, disfrutando un buen momento esperando para ver un partido de River Plate en la televisión, y de repente murió. Fue muy doloroso para nosotros", relata y recrea ese triste momento vivido hace ya muchos años.

La pensión

Cuando la entrevista lo convoca a hablar de su infancia, acerca los recuerdos de la Pensión Difede, un lugar emblemático de una época de Pergamino. Por allí pasaban personalidades reconocidas y la cocina de su abuelo era requerida por el placer de comidas típicas que allí se elaboraban. "Yo era muy chico, pero hay cosas que me quedaron marcadas en la memoria para siempre. Por la pensión pasaba mucha gente conocida. Allí estuvieron 'Los Fronterizos', 'Los Chalchaleros'. Eran grandes exponentes".

"También me acuerdo que la gente se amontonaba a comprar los caracoles cuando mi abuelo los preparaba. El era 'el rey de los caracoles'", menciona y refiere que "con el tiempo dejó de hacerlos, seguramente porque por lo económico nadie más los pudo comprar. Había que traerlos de Mar del Plata".

En ese lugar de la calle 25 de Mayo, tal vez aprendió el gusto por la buena cocina, también las rutinas del servicio a los demás y se apegó a esos vínculos entrañables de familia. "Tengo muy lindos recuerdos", resalta.

La vocación

Al egresar del Colegio Nacional tomó la decisión de irse a Rosario a estudiar el profesorado de Educación Física. Esa había sido siempre su vocación, pero un problema de columna frustró esa aspiración. "Estuve ocho meses nada más, porque el examen físico era muy estricto y no lo pude aprobar. Después estuve en Lincoln donde era un poco más flexible, pero finalmente dejé".

La Colimna en un momento histórico

Cuando dejó de estudiar le tocó el Servicio Militar. Su destino fue San Nicolás en coincidencia con el tiempo previo a la Guerra de Malvinas. "Estuve un año, me dieron la baja y después me volvieron a convocar cuando se desató el conflicto bélico en las Islas y me tocó ir a Bahía Blanca".

Reconoce que esa experiencia la vivió de un modo particular, sin demasiada conciencia de lo que realmente ocurría. "Sinceramente no fue algo traumático, quizás porque nosotros no teníamos dimensión de lo que podía pasar", reconoce y señala que después la historia mostró la verdadera magnitud de lo que representó la guerra. "Tuve un amigo que cayó en batalla y conozco a compañeros que sufrieron heridas que dejaron secuelas". 

En lo personal rescata lo vivido: "Fue un aprendizaje de vida haber estado ahí, fue fuerte el desarraigo. Fue difícil, pero me ayudó a crecer".

La historia laboral

Cuando dejó el profesorado de Educación Física se incorporó a trabajar en Telefónica, empresa en la que estuvo 17 años. "Fui operador y pasé por todas las tareas. En un momento la empresa empezó a andar mal, ofrecieron buenos retiros voluntarios y lo tomé".

Con parte del dinero que percibió al dejar el empleo puso dos "cyber", pero con el tiempo la actividad dejó de funcionar. "Uno piensa que la plata nunca se va a acabar, pero es la vida y no todos los negocios funcionan bien", señala refiriendo que esas experiencias fueron marcándole el camino y el modo de escribir su historia laboral con más autonomía.

En la actualidad se dedica a realizar las cobranzas para importantes entidades de la ciudad, una tarea que ama y que lo conecta con el trato cotidiano con la gente, algo que no le daba su trabajo en relación de dependencia.

La vida deportiva

De chico había jugado al básquet en el Club Comunicaciones, donde se formó con grandes profesores como Basilio González y el "Colorado" Sierra. Con el tiempo se inclinó por el fútbol. "Me inicié como jugador en Remedios de Escalada, al regresar empecé a trabajar en Telefónica, me casé muy joven y la actividad deportiva quedó entre paréntesis", cuenta.

"Después jugué en Provincial y en Juan Anchorena de Urquiza y cuando me retiré comencé a dirigir", agrega.

Afirma que la dirección técnica es una verdadera pasión. "Ahora estoy con la categoría Seniors de Douglas Haig, y dándole una mano a un amigo, Rubén Rosello, que es uno de los mejores jugadores que tuvo Douglas. En otro momento trabajé con los chicos de El Socorro".

También comenta que estuvo muy vinculado a la filial local de River Plate, una institución en la que conoció a mucha gente valiosa que lo impulsó. "El presidente era Fernando Chavero, un hombre que le puso pasión, dinero, a una filial de la que salió Augusto Fernández, uno de los mejores jugadores que hemos tenido. Haber dirigido en la filial local de River me enseñó mucho y me dio enormes satisfacciones, colocábamos jugadores afuera y realizamos una enorme tarea social durante muchos años".

"Después me fui a dirigir a Venado Tuerto con Máximo Nardoni", agrega y comenta que de su mano tuvo la posibilidad de irse a México a dirigir en las divisiones inferiores del Tutuca, pero decidió quedarse y no se arrepiente. 

Resalta que fue jugando al fútbol que descubrió que le gustaba dirigir y se formó para ello. "Me gusta involucrarme y trabajar en la motivación para impulsar a que el jugador pueda dar el gran salto. Lo mío es más motivacional que dirigencial".

"Hay jugadores que lo saben todo, pero para que alcancen todo su potencial hay que incentivarlos. Y esa es la tarea de un técnico", añade hablando con pasión de la tarea que lo convoca.

"Creo que de algún modo encontré mi vocación. Le dedico tiempo y pongo lo mejor de mí porque cada club deposita en mí su confianza", expresa agradecido.

La vida familiar

Divorciado de la madre de sus hijos, hace 12 años que está en pareja con Clara Farías. Viven en el barrio Champagnat, comparten el emprendimiento de las cobranzas y se acompañan en todo. Ella tiene sus hijos que viven en Buenos Aires y él es papá de Marcos Ezequiel (37) y Matías Sebastián (35). También es abuelo de Justina (2) que llegó para cambiarle la vida.

Habla de los suyos con amor incondicional. Cuenta que su hijo mayor tiene una distribuidora, está casado con Paula Castellá y son los papás de Justina. Matías es soltero y desde hace unos años viaja por distintos lugares. Estuvo en México, Perú y Bolivia y ya tiene su visa para irse a Estados Unidos. "Ellos son mi vida", recalca.

Al momento de hablar de sus afectos más entrañables menciona a su hermana y cuenta que ambos han quedado cuidando a sus mayores. "Es lo que aprendimos de ellos y estamos retribuyendo todo lo que nos han brindado. Son valores aprendidos que honramos. Mi madre está con algunos problemas de salud y mi tía está sola, así que cuidamos de ellas dándoles una mano en lo que está a nuestro alcance".

"Es triste envejecer y si uno puede hacerlo rodeado de los seres queridos y sintiéndose amado, es más fácil sobrellevar todas las cosas que sobrevienen con el paso del tiempo", afirma.

Las cobranzas, otra pasión

Afirma que ama trabajar en la calle y no cambiaría eso por estar en relación de dependencia. "Me gusta el trato con la gente y las cobranzas me permiten eso. Me genera adrenalina salir a ganar el peso todos los días", refiere en una apreciación que lo define. 

Eso que ama hacer viene aprendido de los suyos. Su mamá, su tía y su tío se dedicaron a lo mismo. "Creo que es algo que viene en mis genes", señala mencionando que hoy realiza cobranzas para Bomberos, el Hospital y las cooperadoras de escuelas de educación especial.

Un buen destino y nuevos sueños

"A través del tiempo fui descubriendo que trabajar en la calle era lo mío, que estar en relación de dependencia no me hacía feliz. También encontré en la dirección técnica de fútbol una pasión. Todo lo que hago me hace feliz, la pasión va con uno", afirma. Y cuando señala esto su rostro expresa ese gesto que es el que traduce la armonía que causa el vivir en sintonía con sus valores. "Sinceramente hago lo que me gusta, tengo una familia hermosa y una nieta que ha llegado para renovarme los sueños, para conectarme con un sentimiento que une, que sana todo lo que pudo haber quedado alguna vez lesionado y que te hace mirar con esperanza el futuro", concluye.


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