Pergamino

Noelia, Lionel y Aruma continúan su recorrido con el “Hilando América”


 La pequeña Aruma junto a sus padres Noelia y Lionel (FACEBOOK HILANDO AMERICA)

'' La pequeña Aruma junto a sus padres Noelia y Lionel. (FACEBOOK HILANDO AMERICA)

En septiembre de 2013 estos jóvenes dejaron Pergamino en busca de concretar su sueño: unir los países de América a través del juego de los hilos. Empezaron por México y hasta pasaron por EE. UU. Dictaron cerca de 300 talleres e hilaron con más de diez mil personas. En el medio de su travesía fueron padres de Aruma, la nueva aventurera de la familia.

DE LA REDACCION. En 2013, LA OPINION daba a conocer la aventura que una pareja de pergaminenses iniciaba. “Hilando América” fue el nombre elegido por el comunicador  Lionel Azpeitía y la psicóloga Noelia Tula para su proyecto que pretende unir los países que conforman América latina a través del “juego de los hilos”, y así lograr la recuperación de esta valiosa, universal y antigua actividad lúdica.

Con el objetivo de saber en qué andan estos aventureros, el Diario mantuvo una entrevista con ellos que por esta época transcurren sus días en Santa Marta, Colombia.

-Desde que emprendieron el camino, allá por septiembre de 2013 ¿Cuáles son los lugares donde estuvieron?

-En estos tres años y algunos meses, hemos recorrido desde México hacia abajo. Estuvimos también en Cuba, ya que necesitábamos salir de México porque se nos vencía la visa de turistas y luego de dos años trabajando con el proyecto en distintos estados mexicanos ya comenzamos a “bajar” despacio por América Central. Así recorrimos Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y hace diez días llegamos a Cartagena, Colombia. 

-¿Cómo fue la recepción de la gente?

-Al principio no sabía de que le estábamos hablando. Los juegos con hilo recibieron distintos nombres según de qué país se trata y en la mayoría de los casos ya no se practican. Solo después de mostrar de qué se trata e ilustrándolo con alguna figura la gente va recordando y enseguida nos quita el lazo, intentando recordar alguna estampa. 

En el caso de los más chicos el asombro es inmediato. No pueden creer que con un cordón y luego de algunos pasos se puedan crear animales, estrellas y hacer trucos de magia.

 -¿Con cuántas personas hilaron?

-Vamos por los trescientos talleres y el trabajo alcanza a más de diez mil personas. Esto significa que en promedio hacemos un taller cada tres días y medio, aproximadamente. Muchísimo más de lo que podíamos imaginar en nuestros comienzos. Y si tenemos en cuenta que detrás de cada taller hay un sinfín de correos y llamados para coordinar la actividad, nos damos cuenta de que se trata de mucho trabajo. 

 -¿Esas personas llegan a entender el valor de esta actividad lúdica milenaria?

-En el caso de los más chicos no. Si bien les contamos el trasfondo cultural que hay detrás de los hilos, una vez que empiezan a aprender se olvidan de todo y lo único que les interesa es que llegue el turno de la próxima figura. Los talleres se vuelven más lúdicos y divertidos. 

Cuando trabajamos con maestros, universitarios y padres ahí sí podemos charlar un poco más sobre los distintos usos que las comunidades indígenas hicieron y hacen de los hilos y comprender que esta actividad universal excede lo lúdico y que detrás de cada figura existe una leyenda y un pedazo de historia que varía de acuerdo al pueblo que la realice.

 -Han llegado hasta Estados Unidos ¿cómo fue esa experiencia? 

-Fue una experiencia increíble. No por el hecho de llegar a Estados Unidos sino porque la invitación provino de una organización que preside una de las personas que más conoce y estudia el mundo de los hilos en el planeta. Su nombre es David Titus y nosotros ya lo veníamos estudiando por Internet a través de sus videos y publicaciones. Con David convivimos casi un mes en su pueblo cerca de Oklahoma. Allí compartimos experiencias y aprendimos muchísimo, ya que a sus setenta y siete años continúa realizando talleres por todo el mundo, llevando los hilos a campos de refugiados, cárceles, comunidades indígenas remotas y escuelas de los cinco continentes. Fue un lindo ir venir, él enseñándonos figuras de las tribus de Norteamérica y nosotros de nuestros mapuches y tobas. Y la frutilla del postre vino con la invitación a participar del Festival Internacional por la Paz, donde hicimos varios talleres con niños de diferentes edades. 

 -¿Qué ha significado ser padres en el camino? ¿Cómo llevan adelante la rutina con el acompañamiento de la beba?

-Fue por lejos lo más lindo que nos pasó en nuestras vidas. Hemos tenido la suerte de visitar los lugares más bonitos de cada país y sin embargo ningún paisaje se asemeja a la sonrisa de nuestra hija. Aruma fue buscada sabiendo que el viaje viraría ciento ochenta grados, pero aceptamos el reto. Con ella entre nosotros, el viaje y el proyecto toman real sentido. Ella nos da el empuje y la fuerza que muchas veces nos falta para atravesar calores, humedades, vientos y aguaceros. Además, nos encontramos siendo padres “full time”, cosa que nos llena el corazón y que de otra forma no hubiésemos podido lograr. Muchas veces escuchamos a padres que exclaman el famoso ¿cuándo creció tanto? Nuestra fortuna es que podemos responder esa pregunta sin riesgo de errarle, porque vemos y compartimos cada rinconcito de su vida.

 -¿Cuál es para ustedes la enseñanza más valiosa que rescatan de esta propuesta?

 -El plus del proyecto es que nos da la posibilidad de acercarnos a espacios y a personas que de otra forma se haría imposible, o al menos muy difícil. Y de todas ellas se aprende algo y nunca dejamos de sorprendernos. A veces se hace difícil entender por qué muchas comunidades se encuentran tan vulnerables cuando la gente que allí habita es sumamente amable, bondadosa y trabajadora. Las muestras de generosidad son moneda corriente en cada poblado y a fuerza de convite de tortillas, café y frijoles uno deja en la carretera miedos y prejuicios. La sabiduría de nuestros pueblos es infinita, por eso el desafío siempre es escuchar antes que hablar y aprender de las personas que el camino nos pone delante. 

La enseñanza más valiosa es esa. La de escuchar, observar y aprender. Y si a esa dicha le sumamos las tormentas que afrontamos y las cosas que hicimos para superarlas, el combo nos da un crecimiento personal que difícilmente hubiésemos conseguido desde nuestros hogares. 

 -¿Cómo proyectan el Hilando América? ¿Tienen un itinerario definido?

-La idea nuestra es seguir con el proyecto y los talleres ahora por Sudamérica. Pensamos recorrer Colombia y luego ir bajando por Ecuador, Perú, Bolivia, norte de Chile y Argentina. Creemos que con viento a favor estaríamos llegando en un año a nuestro país y por supuesto que también queremos tejer más historias y encuentros mates de por medio. Al terminar el viaje nos gustaría continuar con esta propuesta en el lugar donde hagamos base. Por eso es que creamos la Asociación Civil Hilando América, para darle un marco legal a este proyecto que continúa apostando a rescatar un arte milenario para que nuestros chicos crezcan imaginando y creando con sus manos un mundo mejor.


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