Perfiles pergaminenses

Hugo O'Brien, un médico que nutrió su vocación de ricas experiencias en el campo de la salud pública


Hugo O’Brien hizo un recorrido por su vida en un dilogo con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Hugo O’Brien, hizo un recorrido por su vida en un diálogo con LA OPINION.

Buena parte de su trabajo asistencial fue en hospitales. Especialista en Terapia Intensiva, fue director asociado del Hospital San José. Le apasiona la gestión como instrumento para resolver necesidades de la gente. Ama la pesca y el fútbol. Lo conmueve la voracidad de la pandemia y sabe que volvería a elegir el camino de la medicina.

Hugo Eugenio O' Brien tiene 62 años. Es médico, especialista en Nefrología y Terapia Intensiva, amante del fútbol y de la pesca. Nació en Pergamino y creció en el centro, en uno de los primeros edificios de la ciudad, ubicado sobre la hoy avenida de Mayo, entre San Nicolás y Doctor Alem. Los recuerdos de su infancia tienen que ver con vivir en un punto que siempre fue paso obligado para todos, con las clases de Geografía de su madre de las que tomó su amor por la docencia, y las salidas a pescar con su padre de las que heredó la pasión por la Naturaleza.

Hijo de Hugo Norberto "Nolo", oriundo de Carmen de Areco; y de Eva Neira, pergaminense de 90 años y una lucidez increíble. Su abuelo paterno, John Edward O'Brien era irlandés y sus abuelos maternos, Eugenio Neira y Leonor Riera, españoles. Creció con la influencia de esas raíces. Sus hermanos son Adriana, Pablo, Juan y Luis. "De mi infancia guardo muchos lindos recuerdos. Pasábamos temporadas en el campo, generalmente acompañados por mis tías, y aunque extrañábamos a nuestros padres que se quedaban porque tenían que trabajar, la pasábamos muy bien", refiere en el comienzo de la entrevista. Su papá trabajaba en Casa Neira y su mamá era docente. Desde el jardín de infantes y hasta que egresó del secundario fue alumno del Colegio San José de los Hermanos Maristas. Estando en el Servicio Militar en Buenos Aires decidió hacer el ingreso a Medicina y logró entrar a la Universidad Nacional de Buenos Aires donde cursó la carrera. "Fue bastante fortuito mi ingreso, quizás influyeron en mi vocación las charlas con un amigo de mi padre, Oscar Cowper, tal vez eso me entusiasmó".

Se especializó en Nefrología y Terapia Intensiva en el Hospital Militar Central y trabajó en Gendarmería durante algunos años. En la ciudad se integró al equipo de la doctora Ana María Cusumano en la Clínica Pergamino y más tarde ingresó al Hospital San José. 

La experiencia de gestión

Luego de varios años de experiencia en el trabajo hospitalario, siendo médico del servicio de Terapia Intensiva, recibió el ofrecimiento para ocupar el equipo directivo del nosocomio junto al doctor Gerardo Monacci, con quien compartió esa experiencia de gestión durante cuatro años. "Cuando asumí como director asociado del Hospital dejé Gendarmería", refiere y menciona que al finalizar ese mandato se desempeñó como director del Hospital de la localidad de Arrecifes. 

"Valoro positivamente la experiencia de gestión. En el caso del Hospital de Pergamino tuvimos la posibilidad de realizar proyectos muy importantes. Traer el servicio de Hemodinamia es un hecho que poco se valora y que sin embargo ha representado un cambio sustancial para el Hospital, hoy un paciente con un infarto puede ser intervenido en menos de 24 horas sin necesidad de ser trasladado. También trajimos el tomógrafo, fortalecimos el sistema de Residencias que prácticamente no funcionaba y que representa el alma del Hospital", describe y reconoce que tiene vocación de gestionar y no abandona la aspiración de poder volver a ocupar espacios desde los cuales "mejorar la calidad de vida de la gente".

"Tengo la esperanza porque me gusta gestionar. Me gusta que la gente pueda progresar y me desespera cuando veo que existen tantas necesidades no resueltas", agrega.

Se define como un hombre con un marcado apego a la actividad política que siempre desplegó en el seno del peronismo. "En ese sentido soy 'la oveja negra' de la familia, porque de algún modo contradije una raíz familiar antiperonista; pero yo vi otra cosa y desde que comencé a militar lo hice dentro del peronismo", expresa y comenta que a lo largo de los años ha tenido una militancia activa, siempre en el convencimiento de trabajar para promover el progreso de la gente. 

Trabajar en distintos lugares

Desde hace 20 años es médico de Terapia Intensiva en el Hospital de la ciudad de Rojas y realiza guardias en el mismo servicio en el Hospital de Salto. También tuvo un paso como coordinador del Servicio de Terapia Intensiva de la Clínica General Paz, institución donde también atendió consultorio. "La vocación por la terapia intensiva es motivada por el impulso de querer salvar una vida a toda costa, algunas veces sin medir riesgos. Hay una adrenalina importante en esta especialidad que moviliza al hacer", expresa.

En el Hospital San José se de-sempeña como auditor de Ioma y el resto de las obras sociales y los accidentes de tránsito. "Cuando dejé la dirección empecé a hacer auditoría, un área en la que se requiere de la mirada médica y que creció mucho en los últimos años".

"También soy médico de la Comisión Municipal de Box, el encargado de hacer los ingresos e historias clínicas", menciona, y siente que el hecho de trabajar en distintos lugares asumiendo diferentes tareas ha nutrido el ejercicio de su profesión de un modo que valora positivamente.

Dos pasiones

Confiesa que tiene dos pasiones: el fútbol y la pesca. "Adoro el fútbol, soy técnico y fui secretario administrativo de la Asociación de Técnicos de Pergamino. Soy fanático de Douglas Haig y con mi padre seguíamos al equipo a todos lados", resalta.

Aunque tiene su carnet de técnico de fútbol, en la actualidad no dirige. Recuerda su paso por Rancagua, por J.A. de la Peña, donde cosechó buenos amigos. "Siempre estuve como técnico en regionales, también fui ayudante de campo en Douglas y estuve en Sports", agrega. 

"Otra actividad que me apasiona es la pesca. Tengo un grupo de amigos con los que vamos a pescar asiduamente. Tenemos un rancho en Ramallo, pero viajamos mucho a Entre Ríos y otros lugares turísticos", refiere.

"Mi papá me llevaba a pescar, a cualquier arroyo, era una actividad recreativa que compartíamos. Creo que de ahí tomé esta pasión", señala este hombre que también fue parte del Club de Pescadores y que se define "amigo de sus amigos". 

Su familia

Cuando la charla se introduce en el terreno de los afectos aparece la familia: está casado con Nora Urriza, exdirectora regional de Educación ya jubilada. "Nos conocimos a través de un amigo, Cristian Pochat, que nos presentó. Hace 38 años que estamos juntos y la adoro. Nos tenemos mucha paciencia y acompañamos mucho", resalta.

Tienen cuatro hijos: Belén que es licenciada en Ciencias Políticas, casada con Junior Ricci, y vive en Brasil. Juan Ignacio, residente de Cirugía en La Pequeña Familia, en pareja con Agostina, que es pediatra. María Paula, que está haciendo la Residencia de Oftalmología en Córdoba; y Agustín que es estudiante de Ingeniería Química en Rosario. "Tengo una hermosa relación con mis hijos, cada uno ha tomado su camino y están organizados, eso me llena de orgullo. Compartimos lindos momentos juntos", destaca, agradeciendo el acompañamiento incondicional de su familia en cada proyecto. "Los médicos pasamos muchas horas fuera de casa, las guardias suelen ser largas y esforzadas y si detrás hay una familia que sostiene y respalda, la tarea se hace mucho más sencilla", afirma.

Otro amor, la docencia

Desde hace 15 años ejerce la docencia en la Unnoba, en la carrera de Enfermería. "Enseñar es una pasión que adopté de mi madre y de mi esposa, me preparé para ejercer la docencia y un día me presenté en la universidad y desde ese día estoy dando clases", menciona. 

También tuvo a su cargo actividades del Programa Provincial Políticas de Cuidados, en el marco del cual se brindaban charlas sobre educación vial y RCP a estudiantes de los últimos años de secundaria de distintos colegios de la Región Educativa VI. "El trabajo con jóvenes es muy enriquecedor, ellos son excelentes agentes multiplicadores de saberes que sirven a la comunidad y ayudan a salvar vidas", refiere.

Ser médico, hasta el final

Cuando la pregunta lo invita a responder sobre hasta cuándo se imagina trabajando como médico, señala que "hay gente que ha ejercido mucho tiempo, pero en mi caso dependerá de cómo me trate la vida, no estoy pensando en retirarme, pero eso no lo decide uno, lo termina decidiendo la vida", sostiene.

Afirma que su profesión le da gratificaciones todos los días. "Reconfortan las cosas cuando salen bien y cuando más allá del resultado uno siente que hizo todo lo posible. En una guardia hay cosas buenas y malas, y uno sabe que en esta profesión hay que estudiar, capacitarse y levantarse cada día con el deseo de hacer la medicina cada vez mejor", afirma. 

Lo que deja el Covid

Aunque los perfiles pocas veces se detienen en la coyuntura de la actualidad y más bien transitan caminos más atemporales desde los cuales se van reconstruyendo historias de vida, con un médico y en las circunstancias actuales es ineludible llevar la charla al terreno de la actualidad: "La pandemia le dio mucha visibilidad al trabajo en salud y a nosotros nos acercó la muerte, nos invitó a ver de cerca la finitud del ser humano", sostiene Hugo O'Brien y relata: "Al principio pensábamos que eran los viejos, los que tenían patologías prevalentes. Después vimos que empezaban a llegar pacientes de 60, gente de 50, 40, hasta jóvenes de 20 ó 30 años. Confirmamos que este virus no es una pavada ni una gripe sin importancia, es mucho más que eso".

"Lo que mostró también es la falta de reconocimiento al trabajo en salud. Ahora todos saben lo que hacemos, pero en la etapa anterior a la pandemia, no había una consideración importante de la labor del personal de salud. Nunca hubo un reconocimiento ni salarial, ni personal, ni social. Ahora están abriendo los ojos y reconociendo que el trabajo en salud no es una pavada; que la enfermería es el pilar de una sala; que es invalorable el trabajo que realizan mucamas, camilleros, auxiliares, que todos tienen que ser reconocidos laboral y socialmente", plantea.

Con la sensibilidad a flor de piel por lo que se ve en estos tiempos ante un virus que ataca sin compasión, Hugo O'Brien confiesa: "En mi historia como médico nunca he visto nada igual, nada tan horrible ni tan letal. Es una situación muy grave que la sociedad no termina de dimensionar".

En lo personal sabe que más allá de cualquier adversidad, volvería a ser médico: "Es un camino que volvería a tomar. Con las cartas sobre la mesa, creo que sí. Dudo un poco por toda esta situación que estamos viviendo". 

"A veces me digo: 'El contador, el abogado están en su casa; la gente sale y se divierte sin control; la población va a festejar un campeonato sin barbijo; y los que trabajamos en salud estamos viviendo situaciones tan complejas y desgastantes'. Pero enseguida entiendo que por muchas razones volvería a ser médico", reflexiona mostrando una esencia, esa que siempre se impulsa hacia la vida.


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