Editorial

Deuda externa y contradicciones internas


Argentina está habituada a la quiebra y la recuperación. Y al declive relativo. Desde 1921, hace exactamente un siglo, cuando era uno de los países más ricos del mundo (su PBI per cápita equivalía al de Francia o Alemania), ha experimentado una inflación media del 105 por ciento anual y se ha visto obligada a cambiar cinco veces de moneda: peso moneda nacional hasta 1969, peso ley hasta 1983, peso argentino hasta 1985, austral hasta 1991 y el actual peso. Desde 1980 ha suspendido cinco veces los pagos de su deuda externa (nadie en el mundo iguala esa marca de impagos) y es, ahora mismo, el principal deudor del Fondo Monetario Internacional, con 44.000 millones de dólares a devolver.

En diciembre de 2019, cuando Alberto Fernández asumió la Presidencia, las cosas estaban mal. Argentina había recaído en la suspensión de pagos y llevaba tres años en recesión. Entonces, a las pocas semanas, llegó la pandemia. El ministro de Economía, Martín Guzmán, tuvo que batallar en dos frentes. Por un lado, renegoció en largas sesiones telemáticas la deuda con los acreedores privados y consiguió un aplazamiento de los pagos y una sensible rebaja de los intereses. Eso supuso un respiro. 

Ahora intenta que el FMI acceda también a dilatar la devolución de su crédito.

El presidente Alberto Fernández insiste, con sus actos y con sus palabras, en la disposición del Gobierno argentino para encontrar una solución a los vencimientos de la deuda con el Club de París y con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Sin embargo, la racionalidad de esos gestos -inspirada en la estrategia del ministro Guzmán-, contrasta con la actitud del núcleo duro del Frente de Todos, que milita en el kirchnerismo.

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner dio varias muestras de que esas negociaciones para acordar con los organismos de crédito la incomodan. Además de sus propias declaraciones, el bloque de senadores del Frente de Todos, que comanda sin discusiones, votó en mayo una declaración en la que le indica a Guzmán que debe usar los fondos que enviará el organismo de crédito a la Argentina como producto de un aumento de capital -y que serán girados a todos los países miembro-, para atender las consecuencias de la pandemia y no para cancelar los vencimientos de la deuda con el FMI. Haciendo una alegoría a los tiempos independentistas, este sector duro del kirchnerismo llamó a la declaración "Proclama del 25 de Mayo", y fue refrendada por los gobernadores de Formosa y de Tierra del Fuego. Una de las impulsoras internas del texto fue la diputada Fernanda Vallejos. Con el título "Primero la salud y la vida, después la deuda", lleva su firma y otros nombres conocidos como el exjuez Zaffaroni, burócratas sindicales como Pablo Moyano, Héctor Daer y los secretarios generales de las dos CTA, y periodistas como Víctor Hugo Morales, entre otros.

Ese manifiesto demanda una virtual ruptura con el FMI, al reclamar la suspensión de los pagos de capital e intereses con el organismo internacional.

Romper con el Fondo Monetario implica, a la vez, caer en default con el Club de París, donde se concentran las creencias de los países que le prestaron a la Argentina, entre ellos Estados Unidos, Alemania y Japón, con peso decisivo en las resoluciones de ambos organismos.

Días antes, el presidente recorrió Portugal, España, Francia e Italia y se reunió con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, para solicitar un trato benévolo para las deudas con los organismos multilaterales, dados la grave situación sanitaria y un delicado cuadro económico y social por el estancamiento que el país sufre desde hace una década.

A esas gestiones, agregó un contacto con la ahora excanciller de Alemania, Angela Merkel, para extenderle un pedido en igual sentido.

El tour europeo y la reunión con la jefa del gobierno alemán fueron boicoteados por el núcleo duro del kirchnerismo.

Pero lo concreto es que más allá de esa posición ideológica, que se presume inspirada y alentada por la actual vicepresidenta, asoma como irracional la actitud de cuestionar la estrategia desplegada por el presidente para encontrar las mejores soluciones para la Argentina.

Una ruptura con el FMI y el Club de París implicaría un aislamiento mayor al que ya está sometido la Argentina, con un impacto negativo en las exportaciones y en los negocios de la actividad privada, que son claves para la generación de trabajo registrado y bien remunerado.

Por rara paradoja, todos los firmantes de la "Proclama del 25 de Mayo" son dependientes del sector público, que, en caso de un aislamiento, debería financiarse con emisión monetaria.

Ese recurso supone una inflación elevada y un descalabro económico.

Las heterogéneas posiciones que anidan en el Frente de Todos obligarán al presidente a elegir el camino que privilegia la mayoría de los argentinos, que no es otro que el cumplimiento de las obligaciones externas, la integración al mundo y el desarrollo de la actividad privada por encima de un Estado que asfixia y todo lo controla.

Hacer lo contrario sería atarnos a una mayor dependencia real en nombre de una independencia abstracta.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO