Perfiles pergaminenses

Oscar Gennero: en el campo y la ciudad, trabajo, vocación y servicio


Oscar Gennero trazó su Perfil Pergaminense

Crédito: LA OPINION

Oscar Gennero trazó su Perfil Pergaminense.

Es productor agropecuario y dirigente de entidades que representan al sector. Trabajador incansable, en el presente además de cultivar su tierra maneja un auto de remis, una tarea que lo pone en contacto permanente con la gente. Le agrada estar activo y en cada espacio del que participa ratifica su compromiso con aquellos valores que aprendió de sus mayores.

Oscar Alfredo Gennero es conocido por su trayectoria como productor agropecuario y dirigente de entidades que representan al sector. Desde hace varios años, además de la tarea rural, maneja un vehículo de remis y es habitual cruzarlo por las calles brindando este servicio, siempre con la disposición del buen trato.

Nació en Pergamino y vivió buena parte de su vida en la zona rural de Pinzón. Afirma que el campo es su lugar y ese sentido de pertenencia está anclado en una larga tradición familiar vinculada a la actividad agropecuaria. 

Hoy tiene 72 años y aunque hace ya varios años se radicó en la ciudad, sigue trabajando el campo, ayudado por su hijo y su nieto. Posee una nutrida experiencia como dirigente del sector agropecuario y es dueño de una sostenida vocación de trabajar por su comunidad.

Se casó con Liliana Zapata y es papá de cuatro hijos. Enviudó hace varios años, vive solo y disfruta de la cercanía de sus hijos y nietos de los que habla con orgullo: "Oscar trabaja como jefe de mantenimiento en Teknal y está en pareja con Cecilia. Lorena es periodista agropecuaria, está en pareja con Sebastián y vive en Rosario. Yanina está en pareja con Emanuel y trabaja en Ossira. Y Natalia es médica en el Hospital Rossi de La Plata y está en pareja con Carlos. Además, soy abuelo de Luisina, Francisco, Juan Pedro y Renata. Tengo una hermosa familia".

Acerca a la conversación el recuerdo de su esposa, una mujer que siempre fue ama de casa, se dedicó a la crianza de los hijos y disfrutaba de hacer manualidades. "Ella falleció hace 11 años; ya vivíamos en Pergamino, los chicos ya habían crecido y de algún modo ella misma nos preparó para que pudiéramos seguir adelante", menciona.

Desde entonces Oscar vive solo, tiene una vida social de la que disfruta y en su tiempo libre toma clases de folklore en el Centro de Jubilados que funciona en Castelli y Azcuénaga. "Siempre me gustó bailar, bailo cumbia y folklore colombiano", refiere, aunque aclara que aunque es una persona sociable, nunca fue adepto a la vida del "bodegón".

"Cuando éramos pibes veníamos del campo con mis tíos en una chata, porque era el único vehículo que teníamos, todos éramos muy compinches, hermanos, tíos, mi viejo. A uno de mis tíos que era soltero, le gustaba mucho el boliche y para volvernos siempre teníamos que esperar que terminara de jugar en el Club Fomento Centenario. Pero era una diversión muy sana y nos acompañábamos mucho", relata.

Gente de campo

Asegura que su familia fue siempre "gente de campo" y de trabajo. Habla de sus padres, José Gennero y Margarita Calzone de Gennero. Fue a la escuela primaria N°47, un establecimiento rural. Guarda de esa época entrañables recuerdos: "Jugábamos al fútbol todo el día y había con todos los vecinos una relación de familia. Recuerdo las fiestas del colegio que se transformaban en verdaderas fiestas del pueblo y se reunían las familias. Era una celebración. Parece mentira, pero en esa época éramos como 40 pibes que estudiábamos en esa escuelita rural. Hoy donde estaba queda solo el monte y las chacras por distintas razones se han despoblado".

Cuenta que desde 1944 su familia tenía tambo. Creció viendo cómo realizar la diaria tarea de ordeñar y aprendió a hacerlo cuando tenía 8 años. "Mi papá sufrió un infarto y ya no pudo hacerlo, así que mis hermanos Vicente, Carlos, Elvia, mi mamá y yo tomamos la posta de esa tarea", menciona. Creció viendo cómo se trabajaba la tierra y como se tomaban de ella los recursos necesarios para vivir. Eso forjó una profunda vocación que tradujo en tarea incansable.

Era una familia numerosa, porque su papá tenía una sociedad con sus hermanos, así que trabajaban todos y tenían además vínculos muy estrechos. "Eramos todos un poco padres, hermanos, tíos, amigos", resalta añorando aquellos tiempos.

Reconoce que el fallecimiento de su padre, a los 63 años, fue una dura pérdida. "Yo tenía 25 años y aunque ya estaba 'armado', lo sentí y me pesó mucho porque éramos muy compinches. Fue una pérdida que me costó sobrellevar", confiesa.

"Cuando me casé hicimos una casa nueva en el campo. Mi mamá estaba viuda y mis dos tíos solteros vivían con nosotros, recuerdo que teníamos dos cocinas distintas, pero viviendo todos juntos", agrega.

En la ciudad

Viviendo aún en el campo, compró una casa en Pergamino en el año 2005. El crecimiento de sus hijos, las actividades que ellos empezaban a tener en Pergamino motivaba la necesidad de estar cerca y acompañarlos. "Primero se vino mi esposa, yo iba y venía; y en 2009 nos mudamos definitivamente y desde entonces yo voy al campo a trabajar".

La tarea dirigencial

Oscar cuenta que fue director de Agricultores Federados Argentinos; hoy integra esa comisión como suplente y señala que en Federación Agraria es director titular. Le gusta la tarea dirigencial y le demanda tiempo. "Actualmente el tema de preocupación excluyente es la sequía y de hecho hemos mantenido varias reuniones", comenta y considera que "las consecuencias de este fenómeno que estamos viviendo se van a sentir en cinco o seis meses, la malaria va a ser grande", vaticina.

"En mis 72 años nunca vi un maíz como el de hoy, tan castigado, arruinado. Durante los últimos siete años sembramos maíz y trigo, el promedio en ese tiempo fue de 10 mil kilos por hectárea y este año no sé si llegamos a 50, con una inversión importante por parte de los productores y una fuerte presión impositiva. Es un momento muy complicado para el sector, peor de lo que fue la crisis del campo en la que con mucha movilización logramos parar a la política para que dejara de oprimir. Acá la crisis es de otra naturaleza, el factor climático nos está haciendo un grave daño y la política nos sigue castigando duramente".

Sabe que es parte de un sector fuertemente resiliente y aunque es cauto en relación a las perspectivas económicas del futuro, sabe que hay en el campo una fuerza emprendedora que siempre encuentra el modo de seguir adelante. Su compromiso como dirigente es con esa potencia. "Son tiempos difíciles, pero no me desaliento", rescata y recuerda que su participación en distintos espacios comunitarios se inició en la asociación cooperadora de la Escuela de Pinzón, donde asistían sus hijos. También presidió el consorcio rural de la localidad, y durante su gestión, junto a Jorge Solmi, se logró construir buena parte del camino de acceso al pueblo que estaba muy deteriorado.

"Siempre me gustó participar de la vida de la comunidad y hacer mi aporte para que las cosas puedan mejorar", sostiene este hombre a quien la tarea dirigencial en las entidades agrarias lo mantiene activo. "Hoy, por Federación Agraria, soy secretario de los consorcios rurales y en alguna ocasión fui vicepresidente de los foros de seguridad. Allí donde siento que puedo colaborar, estoy presente".

El remis

Cuando no está abocado a su trabajo en el campo, maneja un remis. Lo hace algunos días de la semana para que el chofer del vehículo pueda descansar. Confiesa que es una tarea que le encanta hacer, quizás porque supone un trato directo con la gente y un andar del que disfruta. 

"Arranqué en 2015 y hasta 2020 en que me enfermé de Covid trabajé mucho. Ahora lo hago menos, porque mis hijos me pidieron que desacelerara un poco el ritmo. Pero me gusta, uno por ahí reniega, pero también recibe muchas satisfacciones del trato con los clientes. Cuando comencé trabajaba de noche sufrí varios robos y algún accidente. Hoy manejo solo de día".

El balance

En su tiempo libre se conecta con rutinas sencillas y siempre mantiene vivo el recuerdo de los suyos. "Crecí en un núcleo familiar que me formó en valores, con mi padre y mis tíos fui siempre confidente. Y lo mismo que me enseñaron, fue lo que transmití a mis hijos. Creo que he sido y soy un buen padre. Mi esposa fue una buena madre, que también cuidó a su mamá cuando enfermó de Alzheimer", afirma.

Al momento del balance lo gratifica el hecho de ver que con el paso de la vida sus hijos han emprendido su propio camino y van concretando sus sueños. "Es todo lo que uno anhela", sostiene, y confiesa que no tiene grandes asignaturas pendientes. Solo viajar un poco más, conocer algunos lugares como Salta o el sur del país. "Pero solo para pasear, para vivir elijo Pergamino y Pinzón, allí donde están mis raíces, donde está mi comunidad", aclara sobre el final, alguien que sabe del valor que tiene lo aprendido, esas enseñanzas que son las que le señalan el camino y le muestran a cada paso la importancia de no abandonar nunca "el contacto con la tierra".


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