Perfiles pergaminenses

Carlos Bellomo, el claro ejemplo de que con sacrificio se cumplen las metas


“Carlitos” como lo llaman todos es un hombre afortunado luego de sortear numerosas dificultades pudo cumplir sus objetivos

Crédito: LA OPINION

“Carlitos” como lo llaman todos es un hombre afortunado, luego de sortear numerosas dificultades pudo cumplir sus objetivos.

El perfil de este domingo cuenta la historia de un pergaminense de 73 años que vivió gran parte de su vida en el barrio Villa Progreso. Sorteando diversas dificultades, Carlos cumplió una de sus máximas aspiraciones: llegar a ser veterinario. En su vida personal está casado con Norma, es padre de Martín y disfruta del pedaleo con amigos en el reconocido grupo "Mortadela".  

Carlos Manuel Bellomo tiene 73 años, nació el 18 de abril de 1949, se crió y vivió durante poco más de dos décadas en el barrio Villa Progreso, en el área de avenida Yrigoyen y Mar del Plata, donde transcurrió su infancia y parte de su adolescencia. Pedro Carlos Bellomo, maquinista del ferrocarril Belgrano, y Nelly Leticia Uribe Echevarría, ama de casa, fueron sus padres.

Cuando era niño, en la década del 50, Villa Progreso era un barrio de potreros, lugar al que "todos los niños íbamos y nuestros padres nos tenían que ir a buscar con tono subido de voz para ir a casa a hacer los deberes escolares", recuerda Carlos sonriente y afirma que eran tiempos donde no había tanta oferta recreativa salvo algún que otro parque o circo que llegaba a la ciudad. 

Su formación

La Escuela Nº 48, que se emplazaba en Santiago del Estero entre Ecuador y Bolivia, fue donde cursó sus estudios primarios. "Era una casona antigua, una escuela de barrio", señala. 

Del barrio y de su escuela recuerda la "barra" que se formó, especialmente, evoca a los hermanos y a la familia Abalis.

Los años de secundaria los cursó en la Escuela Nacional de Comercio, donde funciona actualmente el exColegio Nacional. Llegaba hasta allí en la línea de colectivo roja.

Su paso por la secundaria es recordado con cariño por Carlos y sostiene que en la actualidad la promoción 66 del Colegio Nacional de Comercio continúa reuniéndose

Un acontecimiento trágico

El 30 de junio de 1964 fue una fecha que marcó a Carlitos para el resto de su vida ya que, en un fatal accidente, falleció su papá. 

En su relato, Carlos recuerda: "Venía caminando del colegio, vivíamos en una casa detrás de un taller en que se reparaban radiadores de autos, en Hipolito Yrigoyen casi Mar del Plata. Al llegar uno de los talleristas, Casasco, me dijo: 'Andá a tu casa que algo pasó'. Inmediatamente fui y me anoticiaron que mi papá había fallecido en un accidente ferroviario en la ruta Nº 8 frente a Specktra. El era maquinista y chocó la parte de atrás de un camión que transportaba vacas, la máquina volcó y explotó".

Ese acontecimiento, que sucedió cuando él apenas contaba con 15 años "me acomodó las fichas, maduré de golpe y rápidamente. Mi mamá era ama de casa, vivía para su familia, nunca pudo superar el fallecimiento de mi papá por lo que comenzó una etapa difícil de mi vida. Mi casa era otra sin la presencia de mi viejo, la adolescencia sin padre se asimilaba a ir rengo por la vida porque en ese momento la imagen del padre era muy fuerte". Motivó ello que "afectivamente" algunas familias de barrio adoptaran a Carlos para que no se sintiera mal. Abalis y Solero eran los vecinos que tuvieron una importante presencia en la vida del entonces joven.

La "farra" del fin de semana

Siendo adolescente, Carlos acudía a los bailes que se organizaban en cada fin de semana en los diferentes clubes: Comunicaciones, Argentino, entre otros. "Ibamos al cine a veces y todos los domingos hacíamos la comúnmente llamada 'vuelta del perro' que era por calle San Nicolás en la que podían circular los autos pero después de las 18:00 se convertía en peatonal, desde lo que era avenida Roca (actual Avenida de Mayo) hasta calle Florida", rememora trayendo una postal que muchos pergaminenses guardan en su memoria.

Su paso por la Agrotécnica

Terminada la cursada en el colegio secundario, muchos compañeros de Carlos continuaban sus carreras en Rosario pero la oportunidad de estudiar llegaría más tarde y no en ese momento habida cuenta que la familia se sostenía económicamente con una pensión proveniente del fallecimiento de su padre. 

Obligado en su orientación vocacional a elegir dónde cursar, Carlos optó por la Agrotécnica, que estaba dentro del predio del Inta, pero arrancó desde el tercer año ya que contaba con muchos conocimientos de las materias tradicionales, no así de la parte agropecuaria. 

La gran oportunidad

En el último año de cursada en la Agrotécnica, Carlos se orientó para el área de avicultura junto al ingeniero Bonino. "Yo era una especie de ayudante de cátedra, instructor le llamaban; era mi primer trabajo remunerado después de haber realizado el Servicio Militar".

En uno de los galpones donde habitaban las aves en el Inta, Carlos obtuvo una propuesta que cambiaría para siempre su vida: la de estudiar. "Eduardo Flageat y Alejandro Couretot, dos ingenieros agrónomos que habían ingresado a trabajar en el Inta, me proponen ir a estudiar a La Plata. Fue grande mi sorpresa, nunca esperé semejante propuesta. En ese momento el Centro Universitario de Pergamino en La Plata alojaba gratuitamente a los estudiantes que allí se formaban porque eran pocos los jóvenes que podían estudiar en esa ciudad", sostuvo Bellomo.

Hospedaje gratuito y vale para las comidas diarias era con lo que contaba Carlos para empezar un nuevo camino, restaba el planteo que debiera hacerle a su mamá contándole sobre esta nueva oportunidad que tenía. "Me senté a hablar con mi mamá, le conté sobre la propuesta que me habían hecho, ella se sorprendió más que yo y una vez más tuvimos que pensar en el tema de los recursos porque además de la ayuda con que contaba y de mi buena voluntad, necesitaba recursos económicos. Fueron numerosas las charlas que tuvimos y en la última mi vieja me dijo: 'Yo voy a hacer un esfuerzo pero te pido que vayas a estudiar'", relató Carlos y agregó: "Mi cédula de identidad dice Carlos Manuel Bellomo pero debería tener los apellidos Uribe Echevarría que es el de mi mamá, una mujer que en ese momento difícil me apuntaló y apoyó permitiéndole dar un giro a mi vida".

Su vida de estudiante

La propuesta de estudiar en La Plata generó un rearmado en la vida de Carlos que se instaló en la "ciudad de las diagonales" en 1972, cuando tenía 23 años para cumplir con su objetivo: estudiar Veterinaria. "Contaba con el hospedaje gratuito, el almuerzo y la cena de lunes a viernes. Tenía que cubrir la comida de los fines de semana y el transporte porque la facultad quedaba a 50 cuadras de la residencia", sostuvo el perfil.

Afirmando que tiene un recuerdo "imborrable" de sus vivencias en La Plata, Carlos recuerda con emoción cuando un 30 de junio (aniversario del fallecimiento de su papá) de 1973 conoció a la que actualmente es su mujer: Norma Della Bianca. "Los fines de semana había peñas en los distintos centros residenciales de las diferentes ciudades bonaerenses que albergaban a los estudiantes. Allí conocí a la que sería mi mujer, una joven oriunda de Salto que estudiaba Medicina", manifestó.

Gracias a la excelencia de sus notas en las materias que cursaba, Carlos fue becado en segundo, tercero y cuarto año de la carrera. 

 "La vida de estudiante en La Plata fue maravillosa, yo venía de una situación familiar complicada y estar en una ciudad estudiantil, rodeado de pares me ayudó muchísimo", recuerda con alegría.

Su vida familiar

A la par de su trayectoria profesional, Carlos armó su vida familiar casándose en 1979 con Norma en la ciudad de origen de ella: Salto. 

Para enero de 1982 fueron padres de Martín, el único hijo de la pareja, que nació en La Plata y está próximo a cumplir 41 años. 

Martín es ingeniero en Informática y está en pareja con Ana Clara Acerbo, tienen dos niños: Ciro tiene siete años y Tomás de dos.

Sacrificio era el que tenían que hacer Carlos y Norma ya que él trabajaba en Pergamino, ella estudiaba en La Plata y el pequeño Martín que estaba al cuidado de sus abuelos en Salto. "Durante la semana, a la par del laburo viajaba a Salto para estar con mi hijo y los fines de semana nos íbamos a La Plata para estar con Norma. Así estuvimos casi dos años hasta que se pudo recibir en 1983. En ese momento nos vinimos los tres a vivir a Pergamino", relató Carlos.

Veterinario de grandes animales

La vida profesional y laboral de Carlos se inició con el veterinario Alvarez, que contaba con un local en avenida Alsina entre Colón y Monteagudo: Agroveterinaria Pueyrredón. "Cuando llegué de La Plata, la familia Alvarez, a la que yo conocía de mi paso por el Inta, me estaba esperando. En ese momento no había tantos veterinarios por lo que acepté la oferta laboral y estuve con ellos por más de dos décadas desempeñándome. La familia Alvarez fue mi referencia en lo laboral desde mis inicios", puso en valor Carlos.

Siendo veterinario, Bellomo orientó su labor a los grandes animales, fundamentalmente a bovinos (vacas). Después de su paso por la Agroveterinaria Pueyrredón, trabajó con la familia Furlotti- Tabanera, unos mendocinos que vinieron a Pergamino y compraron campo: "Desde el año 80 tengo relación con esta familia. Sigo trabajando con ellos consolidando una relación laboral pero también de amistad".

Su afinidad por los deportes

A Carlos siempre le gustó estar integrado al deporte, como observador viendo los partidos o practicándolo. 

A los 62 años se interesó por el atletismo, movilizado por escuchar el testimonio de un hombre de 82 años que había participado de una competencia. "Eso me motivó a practicar el atletismo. Sin indicación médica empecé a caminar, luego a trotar, luego trotar más rápido. En 2012 participé de cinco competencias en la ciudad, A fines de 2014 tuve una molestia cerca de la cadera y me desaconsejaron correr, el doctor me indicó nadar o andar en bicicleta", relató Carlos.

Como en su juventud había incursionado en la natación en la pileta que estaba en la Plaza de Ejercicios y en el Club Sirio, Carlos decidió retomar esa actividad. "El traumatólogo me mandó a realizar determinados ejercicios en el agua para mi recuperación. Un día estaba nadando, mirando los andariveles y me pregunté: '¿Qué estoy haciendo acá?', había pasado de una actividad al aire libre a estar mirando el piso de la pileta y decidí pasarme a la bici. En el año 2015, en marzo`, me compré una bicicleta y así comencé a rodar solo por los caminos rurales", contó.

Participando de una bicicleteada nocturna hacia la gruta de María Crescencia en El Socorro conoció a varios pedalistas y empezó a formar parte del reconocido grupo "Mortadela", liderado por "Cachi" Castro y que lleva ese nombre ya que "durante las salidas a los pueblos se merendaba un sándwich de mortadela". 

Siempre para adelante

Carlos es un hombre afortunado, luego de sortear numerosas dificultades pudo cumplir sus objetivos. Si de mensaje se trata para las generaciones jóvenes, el perfil pergaminense de este domingo expresa: "He tratado de tener metas a cumplir, un ejemplo muy claro eran las competencias donde siempre me incentivaba para lograr algo. Uno tiene que visualizar metas e ir por ellas. Tener recuerdos pero mirar siempre para adelante", concluye.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO