Perfiles pergaminenses

Horacio Rocca, la historia de un hombre emprendedor que supo ir por sus sueños


Horacio Rocca en Poliyute donde pasa buena parte de sus días dialogó con LA OPINION

Crédito: (LA OPINION)

Horacio Rocca, en "Poliyute", donde pasa buena parte de sus días, dialogó con LA OPINION.

Era empleado bancario cuando comenzó a fabricar bolsas de polipropileno para almacenar cereal. En su Acevedo natal dio vida a esa actividad que se transformó en su empresa. A la par de ello cultivó una cultura solidaria a la que le dedica tiempo. Leer, escribir y escuchar música son sus placeres. Familiero, disfruta de sus hijas y nietas, con quienes comparte el amor por la naturaleza.

Horacio Fernando Rocca nació en Pergamino y vivió en Acevedo. Su familia estaba integrada por su papá, Aroldo Rubén, tercera generación de descendencia italiana, y su mamá, Teresa Muñoz. El era empleado de comercio y ella ama de casa. Horario es el mayor de cuatro hermanos: Jorge Omar, Héctor Rubén y Laura.

"Tuve una niñez humilde. Fui a la Escuela Primaria N° 12 y guardo muy lindos recuerdos de esa época", refiere y rescata que vivir en un pueblo pequeño tantos años atrás representaba conocerse todos y establecer relaciones de amistad entrañable. "Todos éramos amigos de todos y nuestra vida transcurría entre la escuela y el potrero, donde jugábamos al fútbol con una pelota de trapo. Tuve una infancia muy hermosa", expresa.

Al finalizar la primaria, una hermana de su papá que vivía en Buenos Aires lo llevó a estudiar allá. Aún recuerda el desarraigo que supuso esa experiencia: "Hice los dos primeros años del secundario en Buenos Aires y después me volví. Fue un cambio enorme, de caminar tres cuadras por calles de tierra para llegar a la escuela, pasé a ir a un colegio en pleno barrio de Constitución. Para llegar tenía que viajar colgado en un colectivo. Aunque era muy unido con mi tía Olga, que fue un referente para mí junto a mi padre y me ayudó mucho a formarme, no me acostumbré". 

De regreso nuevamente a Acevedo, comenzó a viajar a Pergamino para terminar el secundario en el Comercial. "Tomaba el Tirsa que venía de Rosario", recuerda y trae a la conversación las anécdotas de esa adolescencia sana y entre amigos. 

Empleado bancario

Su primera experiencia laboral fue como empleado del Banco Nación en San Nicolás. "Viajaba desde Acevedo todos los días. Me gustaba y quería hacer carrera bancaria. Después me trasladaron a Pergamino; también trabajé en Venado Tuerto; otro tiempo en Pérez Millán y regresé a Pergamino", detalla y comenta que comenzó como auxiliar y fue creciendo en la tarea que ejerció con responsabilidad.

Un emprendimiento propio

Siendo empleado del banco, puso en marcha un emprendimiento comercial que de algún modo torció el rumbo de su historia y lo llevó a convertirse en un empresario que siempre tomó desafíos y se propuso crecer y aprender en la actividad elegida. Fiel a su espíritu inquieto, refiere que incursionó en la tarea de confeccionar bolsas de polipropileno para cereal en Acevedo y comenta que los orígenes de esa actividad comercial fueron casi fortuitos: "Un día se me rompió el auto viejo que tenía y el mecánico que no tenía turno para arreglarlo, me indicó cómo hacerlo. Para tirarme debajo del vehículo puse una bolsa y al observarla surgió en mí una enorme curiosidad por saber cómo estaba fabricada. Seguí ese impulso por conocer, empecé a indagar, a conectarme y así nació 'Poliyute', la empresa que se transformó en mi actividad comercial desde entonces".

"Fue una idea loca, yo estaba contento en el Banco y aunque ganaba poco dinero, no es que pensaba dejar. Pero tenía deseos de incursionar en otra actividad y empecé a transitar el camino chocándome paredes todos los días en el aprendizaje, pero sin dejarme avasallar por la dificultad", agrega y define el comienzo del emprendimiento como "un proceso un poco largo y sin dinero, pero con muchos deseos de progresar".

De Acevedo a Pergamino

El emprendimiento nació en la casa paterna, en un garaje. "El nombre de la empresa surgió por la asociación de polipropileno con yute que era el elemento que se usaba en aquel momento, la arpillera de yute. Luego surgió la rafia en polipropileno", describe.

Lo que relata remite al año 1978 y desde entonces la actividad comercial se sostuvo sorteando dificultades, cambios en las condiciones económicas del país y transformaciones profundas en los procesos de producción de las bolsas. "Fueron años de mucha tecnificación, cuando nosotros comenzamos era todo muy artesanal, cuando nos mudamos a Pergamino para producir necesitábamos mucha mano de obra, en una época llegamos a tener 26 empleados porque eran procesos de mucho trabajo manual", describe.

Cuando la empresa se mudó a Pergamino, se instaló en avenida Champagnat; más tarde en Italia y Lagos y luego se trasladaron al predio de Ameghino que resultó la dirección definitiva.

En la actualidad la actividad se mantiene en otra escala de producción. "Hace unos años comencé a desprenderme de las bolsas", refiere y confiesa que aminorar el ritmo del trabajo y pensar en otras alternativas fue una decisión que le llevó tiempo tomar porque desde aquel emprendimiento nacido en Acevedo, a la fábrica en Pergamino y al vínculo contacto con clientes del sector agropecuario habían pasado más de cuatro décadas.

Hoy en paralelo a la actividad comercial que tomó otra dinámica, en un inmueble contiguo a la fábrica montaron un salón que alquilan para eventos. 

Sus placeres

A la par del trabajo Horacio es un amante de la música, la lectura y la escritura. "Me hubiera gustado ser músico o poeta", confiesa cuando la conversación lo lleva por el andarivel de los anhelos. Cuenta que escucha todo tipo de música y comenta que escribe mucho, todas las veces que siente que tiene algo para decir y lo que produce es a menudo la resultante de reflexiones profundas que tienen que ver con lo esencial. "Tengo bastante escrito y de vez en cuando publico en algún sitio para escritores", señala y reconoce que la tarea ha sido la propia de "un autodidacta".

"Tengo un libro terminado, habla de los mandatos sociales y las cárceles mentales", cuenta, reconociéndose curioso de sus raíces y de las idiosincrasias que habilitan o condicionan el curso de vida de tantas historias.

Respetuoso de esas raíces, e inquieto al indagar en aquellos modos de vivir, encontró en la escritura un canal de expresión de reflexiones diversas. Para escribir indagó en la historia de amor de sus padres, nutrida de cierta rebeldía para sortear los condicionamientos sociales de aquella época, y en tantas otras situaciones de la vida de entonces. Pero su escritura va más allá y trasciende lo personal para transformarse en una observación de lo social sumamente rica. "No sé si lo publicaré alguna vez, pero me ha servido para reflexionar y para mantener charlas de lo más interesantes con grandes y verdaderos amigos".

Observador y reflexivo, entiende que la vida misma le ha marcado el camino y mucho de lo aprendido es lo que se traduce en una escritura nutrida siempre de una capacidad de escucha inteligente. "Disfruto mucho de escribir porque es algo que me ayuda a ir creando mundos", resalta y señala que, acompañado del mate, cuando encuentra una pausa en su actividad laboral, se sienta en la computadora y escribe. "Lo de las 'musas' es cierto, así que cuando aparece una idea trato de volcarla o por lo menos de apuntarla para que no se pierda", agrega en una disciplina que lejos de representar una obligación, le resulta un placer.

La solidaridad

Dueño de una sensibilidad que le permite ponerse en el lugar del otro, ha encontrado en las acciones solidarias experiencias de enorme crecimiento personal. 

"En una oportunidad me invitan a viajar a Santiago del Estero para llevar ayuda; fui con mi auto y fue un antes y un después. Sinceramente a veces nos quejamos porque nos quedamos sin señal en el teléfono y realmente en este país que es tan diverso hay muchos argentinos que viven sin nada", menciona y refiere que ese viaje fue el primero de muchos realizados con gente amiga para llevar ayuda a distintos lugares.

"Estuvimos en el Impenetrable chaqueño, fue una vivencia de esas que te mejoran como persona. Lo que vos llevas no se compara con lo que recibís y te traes en tu interior", resalta, agradecido.

Como parte de esa cultura solidaria llevó adelante y fue parte de varias campañas a beneficio de escuelas de Chaco. "Lo que aportas es solo un granito de arena", agrega.

"Con la pandemia paramos bastante el ritmo de la actividad que teníamos y ahora estamos viendo cómo vamos a reencauzar la tarea", precisa y recuerda que las acciones se enmarcan en la tarea de la ONG "Juntos por una sonrisa", una entidad que presta colaboración también a entidades locales e impulsa campañas: "Siempre que está la posibilidad de tender una mano lo hacemos".

En relación a la actividad de esa organización comenta que la tarea es colaborativa, "somos varios los que formamos parte de esta entidad y tiene intermitencias".

Rutinas sencillas

Su vida cotidiana encuentra pilar en el trabajo de todos los días en la empresa, un lugar con un gran jardín. "Encuentro allí un refugio", menciona y lo señala. Lo que se ve es una mesa y sillones donde pasa tiempo con sus hijas y nietas. "Compartimos el ser amantes de la Naturaleza", destaca.

Horacio está divorciado y es papá de dos hijas: Marilin y Elizabeth y abuelo de tres nietas: María Paz (10), Clarita (7) y Ana Julia (3). "Paso mucho tiempo con ellas, en verano el jardín florece y el parque se invade de colibríes, nos justa estar ahí", refiere.

En su tiempo libre le gusta pasar tiempo en familia y con amigos, algunos de ellos de Acevedo; y otros del secundario con los cuales se sigue reuniendo.

Actualmente vive en el barrio Champagnat, y disfruta de rutinas sencillas. "Pergamino es un lugar en el que me gusta vivir. Siento que este es mi lugar".

Vuelve a Acevedo cuando puede, la casa paterna aún está, "aunque un poco cambiada", cuenta y en el tono de la voz se cuela un dejo de nostalgia, quizás porque es un ser respetuoso de sus raíces y porque ve en el devenir de la vida el paso del tiempo. Cuando la pregunta lo interroga sobre la vejez, calla por unos segundos y luego afirma convencido: "La imagino disfrutando de mi familia, escuchando buena música y haciendo algo, porque no me imagino estar sin hacer nada solo esperando que pase el tiempo".

Emprendedor y constante, siente que ha sabido ir por aquellas cosas que soñaba. "De chico quería ser músico y poeta, y terminé siendo empresario, pero nunca abandoné los sueños", afirma, sabiendo que a su manera siempre encontró el modo de hacerles lugar y esa cualidad lo constituye.


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