Perfiles pergaminenses

Rodolfo Meardi: más que un desarrollador Inmobiliario, un emprendedor apasionado


Rodolfo Meardi  trazó su “Perfil” en dilogo con LA OPINION

Crédito: LA OPINION

Rodolfo Meardi trazó su “Perfil” en diálogo con LA OPINION.

Fue el hacedor de "Las Marías" y fruto de su determinación, dio vida a "Lomas del Carmen" y "La Dormida del Pergamino", barrios privados emplazados en un lugar estratégico de la ciudad. Tuvo trayectoria en la industria textil y atravesó luces y sombras. Ama viajar en moto y ese pasatiempo no solo le permitió recorrer kilómetros sino nutrirse de vivencias.

Rodolfo Oscar "Rodo" Meardi recibe la visita de LA OPINION en su casa emplazada en el corazón del barrio privado "La Dormida del Pergamino", donde habita. El desarrollo inmobiliario es su actividad empresarial y disfruta de ella con el entusiasmo del primer día, cuando comenzó a dedicarse a esto siguiendo el anhelo de tener su casa propia. El sueño creció y su vocación de emprender e innovar tomando siempre nuevos desafíos, hizo todo lo demás. El primer complejo al que dio vida fue "Las Marías"; luego llegó "Lomas del Carmen" y hoy "La Dormida del Pergamino" representa su último emprendimiento, ese que fue bautizado con un nombre que le rinde tributo a la historia misma de la ciudad. 

En el diálogo mantenido con el Diario para trazar su "Perfil Pergaminense" relata su historia de vida, constituida sobre la base de aciertos, errores, alegrías, tristezas, aventuras, pasiones, pérdidas, ganancias, y siempre aprendizajes.

Tiene 69 años, nació en Colón y a los 8 años llegó a Pergamino. Hizo la primaria en el Colegio Normal y el secundario en la Escuela Nacional de Comercio. Terminó en el turno nocturno porque a muy temprana edad comenzó a trabajar con su padre que tenía la agencia concesionaria oficial del Rastrojero diesel.

Hijo de Nelson, ya fallecido, y Olga, que tiene 95 años, lamenta la pérdida de su única hermana, Graciela, y recuerda sus orígenes. Cuenta que sus padres fueron peones de campo que tuvieron una vida muy sacrificada y refiere que a medida que fueron progresando, incursionaron en otras actividades. "Tuvieron una panadería en Colón y más tarde mi padre integró la sociedad que abrió la agencia. Cuando inauguraron una sucursal en Pergamino, nos mudamos".

Cuando ese negocio cerró, comenzó a viajar a Entre Ríos, donde su papá había comprado un campo. "En un momento mi padre vendió lo que tenía y colocó el dinero en interés en una época complicada de la economía. Yo me abrí camino y comencé a hacer distintas cosas para ganarme la vida". 

"Fui desde camionero hasta vendedor de semillas", señala y cuenta que, en esa búsqueda, en sociedad con Guillermo Simagona, comenzó a producir publicidad para los cines que funcionaban en esa época. "Empezamos a hacer publicidad con diapositivas, yo me dedicaba a la fotografía y él a la venta. Nos fue muy bien".

"En una charla con Carlos Mazzieri, que era intendente de Colón, surgió la idea de poner un canal de televisión de circuito cerrado en Pergamino. Me reuní con mi padre, mi suegro y con algunas personas más y empezamos a hacer las gestiones para conseguir la habilitación. Había 13 canales en el país, y el nuestro fue el catorce. Pero no funcionó porque la gente no entendía que tenía que pagar para ver televisión", relata y menciona que el proyecto tuvo una fuerte oposición de las autoridades de la Cooperativa Eléctrica. "La entidad lanzó la campaña de poner la antena repetidora y cuando eso sucedió hasta mis socios se desalentaron, me quedé solo y no tuve más alternativa que vender", agrega recordando que "a pesar de haber sido fallido, ese emprendimiento le dio a Pergamino su primera señal de televisión".

Otros caminos y la confección

En un momento en que estaba muy mal económicamente compró un camión y salió a vender galletitas de Cichilitti Hermanos por el norte del país. "También tuve una fábrica de recuperación de plásticos, pero no había materia prima así que esa innovación quedó ahí", relata.

Abrió un taller de confecciones en Rojas. Allí estuvo 18 años. En paralelo, instaló dos talleres en Pergamino, es decir que llegó a tener tres y hasta 120 empleados a su cargo. "Midway fue una marca que nació en mi taller; también le confeccionábamos a Nasa, This Week, Mango, Wrangler. Con esa actividad fui despegando", reconoce este hombre que convivió con las luces y las sombras de la industria nacional, siempre inestable y siguiendo el ritmo de las decisiones económicas del gobierno de turno. "Cuando todo se vino abajo y era más barato traer ropa de afuera que asumir los costos de confección, la pasé mal. Sufrí una depresión muy profunda", confiesa y reconoce que siempre le faltó el coraje de despedir a los empleados que eran los que le habían enseñado todo lo que sabía. "La crisis de la confección me dejó sin salida y vendí el taller".

De la mano del sueño de la casa propia

Vivía con su familia en el centro, en una planta alta, cuando comenzaron a buscar un terreno para construir una casa quinta. "Mi hija iba al Colegio San Pablo, yo veía el terreno lindero y comencé a soñar el proyecto, me contacté con el propietario que era Julio Luzuriaga; me vendió una parte, contacté a algunos amigos con la idea de armar un country y aunque en Pergamino la gente todavía no compraba la idea, arriesgué todos mis ahorros e hice el barrio", comenta. Y recuerda: "En un momento no salía la habilitación municipal, los que me habían comprado y tenían un boleto hecho empezaban a desconfiar; finalmente terminé haciendo el negocio solo, con la única intención de que a cambio me quedara la casa con la que soñábamos. Vendí los terrenos y funcionó. Así nació 'Las Marías', en homenaje a mi hija María Ignacia y de mi exesposa, María Rita".

Señala que la idea original era establecer una sociedad entre 10 personas en partes iguales, pero como desistieron de tomar riesgo, les vendió un lote a cada uno y el resto -56- los vendió. Ese fue el origen del primer barrio privado de Pergamino, luego de la Ciudad Deportiva del Club Sirio Libanés que es de tipología country club, y quizás el que dio el puntapié inicial para hacer de ese sector de la ciudad un polo de desarrollo estratégico.

Sin ninguna arrogancia, Rodolfo relata las vivencias de esos tiempos y sin pudor confiesa que al principio no le fue tan bien: "Eran épocas muy difíciles del menemismo. Después sobrevino la crisis de 2001 y sinceramente, aunque había vendido un par de lotes, no tenía un peso para ir al supermercado".

"Con un préstamo que me hizo mi madre, superada la crisis, arranqué con el otro barrio, 'Lomas del Carmen', y esa fue otra historia porque los precios empezaron a subir y ya se había instalado la idea de vivir en un barrio privado. Me llevó 13 años terminarlo", agrega.

La biografía familiar

En su relato las cuestiones laborales y personales se entremezclan. En la actualidad vive solo. Hace varios años se divorció de María Rita Maglione, mamá de su única hija, María Ignacia (38). Habla de ambas con admiración. 

"María está casada con Bernardo Iacaruso, es trabajadora social pero no ejerce; y tienen cuatro hijos: Lorenzo, Mora, Jerónimo y Bernarda", expresa. 

"Siempre digo que el matrimonio es la sociedad más importante de la vida y curiosamente la que conformamos cuando menos experiencia tenemos. Por distintas razones nuestro matrimonio dejó de funcionar, y tomamos la decisión de separarnos, aunque nunca dejamos de ser familia y nos llevamos maravillosamente bien", resalta.

Vuelve sobre uno de los momentos más duros de su vida cuando menciona la depresión que sufrió. "Estuve dos años tirado en una cama sin deseos de vivir", refiere y prosigue: "Fueron ellas las que me acompañaron y sostuvieron. Estábamos juntos todavía. De hecho, fue una carta de mi hija la que me sacó de ese pozo en el que había caído y me convenció de la importancia de buscar ayuda profesional. Gracias a sus palabras salí adelante", cuenta, conmovido.

La Dormida del Pergamino

Finalizado el segundo barrio, dio vida a otro emprendimiento: "La Dormida del Pergamino". "Me parecía injusto que no existiera nada con el nombre original de la ciudad y así nació el nombre de este barrio que aún se está construyendo".

"Hoy mi tarea es administrar este espacio, terminar el trámite de subdivisión y disfrutar", señala y confiesa que aunque tiene otra propiedad en sociedad, no sabe cuál será su destino: "Ese barrio está en sociedad, aún no sé si iniciaremos la construcción de otro, porque son procesos que llevan años".

"En su momento lo sopesaremos en función de nuestras necesidades", sostiene y plantea que algo que siempre lo ha acompañado es la capacidad de saber "hasta donde uno pudo llegar" y entender que "esa es la cima".

Una vida activa

Rodolfo tiene una vida muy activa de la mano de su pasión por las motos. "Amo viajar", expresa y comenta que tiene un grupo de amigos en Rojas y otro en Pergamino con los que viaja hacia diferentes destinos. 

"Fui al Machu Picchu dos veces, realizamos un viaje por Sudamérica en 2007 que duró 60 días; y otro a Alaska en 2011, que duró tres meses".

"El año pasado me fui a Ushuaia, una experiencia que quiero repetir. Estuve en Chile, Brasil y Uruguay y creo que no hay ruta de Argentina que no hayamos recorrido", agrega y precisa: "Llevo recorridos 550 mil kilómetros".

El amor por las motos nació de otra pasión: volar. "Esto surgió de una historia con mi padre que presidió el Aeroclub Pergamino. Cuando él falleció, aunque estaba alejado de la entidad, en su entierro pasaron los aviones rasantes rindiéndole un homenaje. Fue tan emocionante que al fin de semana siguiente volví al Aeroclub y empecé a participar; durante 10 años fui miembro de la comisión. Tomé el curso de piloto, comencé a volar, lo hacía en planeadores y cree el Club de Ultralivianos que se llamaba 'Volar'. Cuando enfermé de depresión abandoné todo. Cuando me recuperé me compré la moto y allí comenzó otra aventura, de la mano de Pablo Moreno".

Rutinas sencillas

"Podría decir que mi único gusto costoso es viajar en moto", afirma y describe que su vida se nutre de rutinas sencillas. "Todas las mañanas tomo un café con amigos en Forum y los miércoles tengo una peña que nació en el 'Choripaso' y ahora se mudó a casa".

Reconoce que se lleva bien con la soledad: "Descubrí que es solitud, que es la que busca uno, y no la que se impone. Y me siento bien. Tengo lo que necesito y no aspiro a mucho más". 

"No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Y necesito poco. Soy un agradecido de la hermosa familia que tengo; de los amigos que están siempre; y de haber tenido, tanto en el taller como en los emprendimientos inmobiliarios, empleados incondicionales a los que les debo gran parte del éxito, mi reconocimiento hacia ellos es infinito", reflexiona, hablando de lo esencial.  

Emprendedor, es de las personas que "prefiere hacer las cosas por su cuenta". Lo dice sobre el final: "Me gusta desarrollar, pensar, probar, acertar y equivocarme y no me da miedo asumir riesgos". Sabe que en el balance no le ha ido mal, porque buscando desafíos personales se ha encontrado con las buenas cosas de la vida, esas que ha sabido abrazar para disfrutarlas plenamente.

 


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