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María Crescencia y su vida oculta, silenciosa y fecunda en santidad


Recuerdo de la beatificación de Crescencia Desde la comunidad de Huerto se destacan las cualidades de la beata

Crédito: LA OPINION

Recuerdo de la beatificación de Crescencia. Desde la comunidad de Huerto se destacan las cualidades de la beata.

Mayo es considerado el mes de la beata por lo que, desde la comunidad huertana, destacan su entrega incondicional para acercar el mensaje del Evangelio a todas las personas que Dios puso en su camino. "Su ejemplo es un desafío para nosotros", expresaron.

Mayo es el mes dedicado a la beata Crescencia Pérez ya que desde su beatificación en 2012, se la introdujo en el Santoral católico con fecha señalada el 20 de mayo, en coincidencia con su paso a la inmortalidad. 

En vísperas del inicio de este período, desde la comunidad de Huerto se destacan algunas de las máximas cualidades de la beata, sobre todo "la vida oculta, silenciosa y fecunda en santidad de María Crescencia" que "la capacitó para desempeñar su servicio de caridad heroica y llegar a la santidad, a pesar de su pequeñez y fragilidad. Ella, la humilde violeta del Huerto, pasó por el mundo dejando huellas de luz y de ternura. Su ejemplo es un desafío para nosotros".

Su santidad

En un texto que habla sobre la vida de "la flor del Huerto" se da cuenta que Crescencia era consciente que el primer aporte que debía hacer a la Iglesia y a la Congregación, era la santidad. Y esa santidad que había recibido en el bautismo, la devolvió a la Iglesia, enriquecida por su propia experiencia cristiana, con su estilo personal de mujer consagrada, viviendo las virtudes hasta el heroísmo, como afirman los testigos que la conocieron y compartieron algún tramo de su corta vida. María Crescencia "hizo escuela" y fue testigo de ello con su vida, donada, sin pretensiones ni exigencias, sencilla, humilde, toda de Dios por su entrega incondicional y toda de los hombres, por su amor sin fronteras.

Entre incondicional

Una de las muchas cualidades que destacaron de la beata fue su entrega incondicional para acercar el mensaje del Evangelio a todas las personas que Dios puso en su camino. Y esto lo hizo, en cada uno de los lugares donde la providencia quiso que llevara el mensaje. Desde los primeros años de su vida religiosa, se entregó al servicio de los niños, como maestra de labores y como catequista. Ya en Vallenar y próxima al final de su vida terrena, uno podría pensar que a causa de su enfermedad, se fuera haciendo más fría o lejana, como para protegerse de más daños, o se hubiera olvidado de las necesidades de los otros para cuidar de sí misma. Pero Crescencia no fue así. Literalmente estaba dispuesta a gastarse a sí misma, sin importar siquiera el reconocimiento o amor de los que eran alcanzados por su esfuerzo. Todavía hoy, por lo que cuentan testigos, se recuerda y se comenta con admiración, el esfuerzo que le significó su servicio heroico a los enfermos del hospital de Vallenar. A pesar de su agotamiento, todo lo hacía con una profunda y visible alegría.

Seguir sus pasos

Al proponérnosla como modelo de vida cristiana, la Iglesia invita a sus fieles a seguir sus pasos, a conformar su vida, como hizo ella, con la del Señor.

"Encontrarnos con Crescencia, es un regalo de Dios, es una gracia, y es tocar, como afirman los testigos, casi con la mano, la presencia de Dios en ella. Seducida por Cristo supo eclipsarse ante el Señor; tocada por la gracia de Cristo, incendió el mundo con el fuego del Espíritu, que es la caridad y fue testigo del amor misericordioso del Padre Dios", resalta el documento.

María Crescencia tuvo a María como maestra y modelo. Esto lo pone de manifiesto en todas sus cartas. Siempre aparece el nombre de la Madre del Cielo, junto con el de Jesús y José: "Cuando hablaba de la Virgen usaba expresiones de mucho cariño y ternura: 'Nuestra buena Madre María', 'nuestra querida Madre del Huerto'. Y cuando agradecía a Dios alguna gracia recibida decía: 'Gracias a Dios y a nuestra amadísima Madre María'".

Por su intercesión

Por último desde la comunidad huertana manifestaron que Crescencia "desde el cielo, nos acompaña e intercede por nosotros. Pidámosle, en este momento difícil de la humanidad, que interceda ante Dios por la paz del mundo y por las necesidades de la Iglesia y de la Familia Gianellina. Ella que se sintió hija de la Iglesia e hija espiritual de Gianelli, seguramente escuchará nuestros ruegos". Y comparten con nuestros lectores la oración dedicada a la beata: "Padre de Jesús y nuestro, que por tu Divino Espíritu haces florecer la santidad de la Iglesia, te damos gracias por la beata María Crescencia que te amó con sencillez, y te rogamos que la glorifiques, para que su ejemplo e intercesión sirvan a la extensión de tu Reino y a la multiplicación de las vocaciones a la vida consagrada. Concédenos, por su intermedio, la gracia que, con humildad, te imploramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén".


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