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Cuando se realizaba en Pergamino el Primer Festival Nacional de Tango


 Raúl Lavié el valor local Carlos Aguilera y María Graña en la primera noche del Festival Nacional de Tango (LA OPINION)

'' Raúl Lavié, el valor local Carlos Aguilera y María Graña en la primera noche del Festival Nacional de Tango. (LA OPINION)

En la edición del martes 15 de diciembre de 1998, LA OPINION publicaba una amplia crónica de lo que era el desarrollo del Primer Festival Nacional de Tango en Pergamino. En dos jornadas, el encuentro contó con referentes del dos por cuatro locales y regionales, y destacadas figuras como Raúl Lavié, María Graña y Guillermo Fernández.


La crónica completa

El público colmó las instalaciones al aire libre -el sábado- y del gran tinglado de la Sociedad Rural -el domingo, por razones meteorológicas- en un número que superó las 1.500 personas, tanto el sábado como el domingo y, por supuesto, fue más allá de las expectativas de sus organizadores. Hablamos del Primer Festival Nacional de Tango que, por su éxito, no quedará en “primero” y tendremos muchos más, años tras años.

La primera noche la abrió Alfredo Martín, presidente de la entidad que organizó el encuentro y la segunda Hugo Rodríguez, también integrante de la Asociación Amigos del Tango y alma mater del proyecto por el que luchó incansablemente. Con paciencia y entusiasmo, los pergaminenses aplaudieron de punta a punta el festival que organizó la gente de la Asociación Amigos del Tango y que tuvo como protagonista a la música porteña que, desde hace algunos años, ha encontrado en nuestra ciudad un lugar de renacimiento, sobre todo en la faz bailable y en los jóvenes.

Generación tras generación

Llamó la atención ver público de todas las edades, en algunos casos, sensiblemente divididos por aquellos tangueros que nos remiten a la “guardia vieja” y los que traen nuevos aires con sus saltos y erotismo danzado o con sus voces juveniles y fraseo distante de los que “pedían permiso, porque el tango es macho”.

Pero el respeto y el oído atento marcó las noches de la Sociedad Rural, encontrando en nuestros artistas el talento que muchos desconocían y olvidándose el domingo que uno de los grandes anunciados, como lo era Rubén Juárez, no estaría en el escenario, a causa de sufrir una grave disfonía que le impidió viajar a Pergamino. No importa, bien hicieron los nuestros para suplir la ausencia de quien nos merece el mayor de los respetos como es el cantante que supo enaltecer “Mi bandoneón y yo” y hacer “Escuela de tango”.

Pero la primera noche se vio engalanada con la presencia del “Negro” Raúl Lavié, quizás una de las mejores voces de todos los tiempos en lo que a tango se refiere. Lavié mostró lo mejor de su repertorio y su reconocido carisma que lo ubica como un silencioso portador de escenarios y un exquisito poder sobre el público a quien conmovió con su voz cada vez más clara y moderna.

El ex “nuevaolero” mostró sobre el escenario lo que bien podríamos llamar “elegancia” del tango en todas sus acepciones y dejó bien en claro los motivos por los que es uno de los grandes triunfadores de nuestra música ciudadana en todos los rincones del mundo. El “Negro” es “fox export”, pero fundamentalmente es nuestro y así lo queremos.

María Graña llevó su profesionalismo al escenario, desde el que conducían con simpatía Hugo Santoro y Nora Damianovich. La Graña no cesa en la búsqueda permanente de nuevos “ritos” para su voz privilegiada y le da al tango una expresión femenina que pocas mujeres le han dado, retrotrayéndonos a los mejores momentos de aquella estilizada Virginia Luque o la sensual Ruth Durante. El aplauso fue para ella como un regocijo, en la seguridad de que nadie quería que dejara el escenario y regaló los tangos correspondientes, mostrando su alegría de cantar que es mucho decir para una artista de su talla.

El público aplaudió efusivamente cada una de las actuaciones tanto de los artistas nacionales como de los locales. (LA OPINION)

Los nuestros

Y también estuvieron los locales y regionales como el Ballet Tango Pergamino, dirigido por Leandro Daniel Gómez; la joven Renata Ayala, acompañada por la guitarra de Arturo Zeballos; los cada vez más afiatados en la danza porteña: Jésica Cejas y Ricardo Astrada; “Ensamble 2000”, con la dirección de Normando Nóbili (bandoneón) -un privilegio histórico para nuestra ciudad; un maestro de los maestros que siempre está de retorno-, José Colombo (piano), Arturo Gutiérrez (violín), María Inés Laitano (flauta), Carlos Otero (bajo), Ariel Colombo (batería) y María Gabriela Colombo (canto).

Marilú Leopardi y Fernando Rodríguez “levantaron polvo” como es su costumbre y compromiso. La joven Marina Luc dejó a todos perplejos con su simpatía, tras haber cantado en el Festival de Tango que Sadaic organizó en el Teatro Presidente Alvear y nuevamente Jésica Cejas y Ricardo Astrada descargaron su dos por cuatro.

Fue la voz melodiosa y varonil de Carlos Aguilera la encargada de continuar con la cita del sábado, para escuchar después al Trío Conventillo con René Torre (acordeón y dirección) –otro de los músicos que han sabido ponerle pentagramas a la historia de Pergamino- Carlos Moran (guitarra) y Eduardo Cruz (bajo) -¡qué músicos!-. Escuchamos al ganador de Baradero 1998, Eduardo Redondo (Arrecifes) y ratificamos la decisión del jurado.

El domingo

El domingo abrió el encuentro el Ballet Tango Pergamino, dirigido por Daniel Gómez, quien con su pareja Natalia despertó la admiración del público que trascendió los límites del tinglado para cubrir sillas extendiéndose hacia la zona exterior del predio. Desde Junín llegó el Sexteto La Padula, integrado por Oscar La Padula (dirección y piano), Oscar Farías (bandoneón), Hugo Fusé (violín), Pablo Oubiñas (teclado), Germán Calvo (flauta traversa), Rubén Aguilera (bajo) y Ana Palma (canto). Un grupo musical magnífico al que le pidieron más y más dado su talento y la voz maravillosa de Ana Palma.

Los hermanos Carina y Carlos Lezcano supieron ponerle una cuota de danza al festival. Se sumó la impactante y joven voz de Ivana Fortunati, de Santa Teresa (Santa Fe). Desde Buenos Aires llegó la pareja de baile integrada por Antonela Fresca y Roberto Levato, que ha sabido pasear sus coreografías por los grupos de milongueros que heredamos del gran Virulazo.

Tras un pequeño intervalo llegó el Grupo Tango con Juan Calderón en piano, Oscar “Bocha” Luca en bandoneón, Néstor Gallardo y Hugo Glave (canto), Héctor Hugo Santoro (glosas) y Eduardo Cruz en bajo. Este conjunto volvió a demostrar su calidad y precisión con la voz de Hugo Glave, para presentar después a uno de nuestros tangueros más reconocidos, como lo es Néstor Gallardo. La voz de “Chiquito” -como lo bautizó “Bocha” Luca- fue nuevamente una de las más aplaudidas con sus reminiscencias a Julio Sosa y su estilo tan personal como atractivo. No pudo abandonar el escenario así nomás y dos bises fueron el regalo para el público que lo aplaude desde hace tanto tiempo. El último tema que cantó Gallardo fue “La Cumparsita” con el recitado que se hiciera tan popular en la voz de Julio Sosa.

Después llegó la joven Evelina Rodríguez, a quien acompañó el Grupo Tango. Evelina tiene un amplio grupo de seguidores y es uno de los exponentes de la canción ciudadana local que más juventud convoca. No pasa lo mismo con aquellos que quieren que al tango le siga faltando renovación. Un público dividido, pero que no pudo acallar el efusivo e impresionante aplauso que la cantante recibió en cada una de sus interpretaciones, no solo al finalizarlas, sino en algunos de sus simpáticos mohines que tan popular hicieron su figura. Más allá de todo, Evelina Rodríguez canta muy, pero muy bien y su voz educada y fresca encuentra el fraseo justo para darle a viejos tangos el toque de modernidad necesario que logra mezclar varias generaciones en torno a ritmo que nació bajo los “auspicios” del Río de la Plata.

El final estuvo reservado a Guillermo Fernández -gran colaborador del festival- acompañado por Walter Ríos y su quinteto, que volvió a demostrar el inmenso caudal de voz que siempre tuvo, desde los tiempos en que Silvio Soldán lo presentaba como “Guillermito”. Un cantante atemporal, que pasó por lo melódico, el tango moderno con algo de “galanura” y que parece haberse afincado definitivamente en el más puro estilo tradicional que lo devuelve al gusto popular.

Para hacer aún más bello el cierre, Fernández invitó a subir al escenario a Evelina Rodríguez, con quien interpretó a dúo el vals “Que nadie sepa mi sufrir”.

Dos veladas maravillosas e increíbles

Así finalizó la noche del domingo; dos veladas maravillosas e increíbles que Pergamino disfrutó a pleno. El festival fue subrayado como “de interés legislativo” de acuerdo al proyecto de Jorge Young en el Senado de la provincia de Buenos Aires.

Asimismo fue declarado de “interés legislativo y cultural nacional” a través de un proyecto de la diputada Rosa Tulio, el que fue aprobado en la Cámara Baja de la Nación y de “interés municipal” por las gestiones de la senadora provincial Adriana Cudós.


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