Pergamino

Saint Amant II: se desarrolló ayer en nuestra ciudad la décima audiencia


 Hoy ser la última audiencia testimonial que se realizar en el recinto del Concejo Deliberante de nuestra ciudad (LA OPINION)

'' Hoy será la última audiencia testimonial que se realizará en el recinto del Concejo Deliberante de nuestra ciudad. (LA OPINION)

Nuevamente el recinto del Concejo Deliberante fue el punto de encuentro de los jueces, fiscales, querellantes y defensa de los imputados en el marco del juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico militar. Hoy será el último encuentro que se realice en Pergamino. La tercera etapa del juicio se llevará adelante en San Pedro.

DE LA REDACCION. Ayer en horas del mediodía en el recinto del Concejo Deliberante se llevó a cabo la décima audiencia testimonial en el marco del juicio Saint Amant II por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico militar.

Hoy será el último encuentro que se realice en Pergamino ya que en las próximas semanas  comenzará la tercera etapa del juicio que se llevará adelante en San Pedro.

 

Compañero de militancia

La ronda de testimonios comenzó con la declaración de Santiago Ferreyra Beltrán, último compañero de militancia que vio con vida a Carlos Santillán. 

Durante su testimonio, Beltrán declaró que fue compañero de militancia del ERP del matrimonio Lanzilloto-Santillán y el único que sabía dónde se refugiaban éstos en Pergamino.

Haciendo referencia a cómo se inició en la militancia del Ejército Revolucionario del Pueblo, Beltrán aseguró que fue por su hermano mayor, el primero en formar parte de la organización.

En los albores de la década del 70, antes de que se produjera el Golpe de Estado por parte del Ejército Militar, la familia Beltrán empezaba a recibir los primeros allanamientos en su casa dado que el hijo mayor de la familia se encontraba prófugo de la Justicia. En este sentido, el testigo mencionó que en 1972 su hermana y el marido de ésta fueron detenidos  pero luego liberados. Pasado este episodio a Santiago (Ferreyra Beltrán), militante del ERP, le dan la directiva de asistir a los familiares de presos políticos que por esa época se registraban. Fue por este llamamiento que formó, junto a un grupo de personas, la Comisión de Familiares de Presos Políticos. Y en una reunión de dicha comisión en Tucumán conoció a las mellizas María Cristina y Ana María Lanzilloto.

 

Dos hechos puntuales

La masacre de Trelew o los fusilamientos de Trelew, desarrollados en 1972, consistió en el asesinato de 16 miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda. Este hecho fue el punto de inflexión para que el ERP comenzara a organizarse mejor y a generar más adeptos a la organización.

A esto se sumó el “Devotazo” nombre con el que se conoce la manifestación que se realizó en Buenos Aires el 25 de mayo de 1973, día en que asumió la presidencia Héctor José Cámpora, en las puertas de la cárcel ubicada en el barrio de Villa Devoto de esa ciudad, presionando la liberación inmediata de los presos políticos que allí se encontraban detenidos.

Luego de esos dos episodios, Santiago Ferreyra Beltrán comenzó a vivir una vida sedentaria y clandestina que lo llevó a residir en Córdoba, Mendoza, Misiones y Corrientes.

 

Reorganización

Una vez que las fuerzas del Ejército asumieron la presidencia, a Santiago le encomiendan que se traslade a San Nicolás ya que se habían registrado bajas de compañeros de la organización y muchos de ellos estaban siendo perseguidos.

La generación de nuevos compañeros lo llevó a mantener contacto una vez más con el matrimonio Lanzilloto-Santillán. Tanta fue la confianza entre ellos que Santiago estuvo viviendo un tiempo en la casa de Rivadavia al 900 de nuestra ciudad.

De acuerdo con lo explicado por el testigo, los miembros del ERP se hacían llamar con otros nombres que distaban mucho de su real identidad. Así Cristina Lanzilloto se hacía llamar Amanda Andrada mientras que a Carlos Santillán lo apodaban Ricardo Suárez, “Antorcha”, “Humberto” o “Moro”.

Una de las revelaciones más importantes de la declaración fue que la casa del matrimonio Lanzilloto-Santillán era un espacio en donde se escondían documentos de fundamental importancia para los militantes del ERP. Allí en una pared construida a propósito estaba escondida la obra completa de Lenín y de Marx que eran leídas asiduamente. También se guardaban allí distintos tipos de armas con sus correspondientes recargas, entre ellas, ametralladoras.

Consultado sobre el cargo jerárquico de Carlos Santillán, el expreso político declaró que en la estructura militar del ERP, Santillán fue, primeramente, teniente y luego tuvo el cargo de sargento, es decir, que contaba con un importante puesto jerárquico y de responsabilidad política dentro del ERP.

 

Detención

El 5 de noviembre de 1976, luego de estar más de dos meses sin contacto con referentes del ERP a nivel nacional, Santiago Ferreyra Beltrán viajó a Buenos Aires. Antes se despidió de Carlos Santillán, de Cristina Lanzilloto y de Irene Ballester quien fuera su pareja en ese momento. En la noche de ese mismo día fue detenido en la ciudad de Buenos Aires.

 

Equipo de Antropología

En segundo lugar declararon Mercedes Salado Puerto y Carlos Vullo, miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense. Ellos fueron los encargados de explicar el proceso que llevaron a cabo para reconocer los cuerpos de Luis Ceccón, Carlos Santillán, María Cristina Lanzilloto y Gerardo Pérez. Además presentaron un power point con el que explicaron detalladamente el método de trabajo que tienen para reconocer cuerpos.

Mercedes Salado estuvo presente en el reconocimiento del cuerpo de Luis Ceccón. La licenciada en biología y doctorada en antropología física es de nacionalidad española y hace más de 10 años que forma parte del Equipo argentino.

Durante su relato, la experta contó que entre el 16 y el 20 de diciembre de 1978 aparecieron cuerpos en las costas de General Madariaga, General Lavalle y Villa Gesell. Luego de ser detectados en las playas fueron trasladados a las morgues más cercanas, de allí a La Plata y luego depositados en los cementerios municipales de esas localidades.

En enero de 1984 los 11 cadáveres (3 femeninos y 8 masculinos) comenzaron a ser analizados por el Equipo Argentino de Antropología Forense que determinó que todos tenían el mismo patrón de fuerza axiar con politraumatismos con factura de cráneo que determinó que los cuerpos fueron arrojados desde importantes alturas e impactaron contra una dura superficie (el agua). Vale en este sentido destacar que todos los cuerpos encontrados en las playas pertenecieron a presos que fueron arrojados al mar en los aviones del Ejército Militar.

Desde 1986 y 2003 el Equipo solicitó  la derivación de los restos para que puedan ser estudiados por sus profesionales.

Desde 2006 a 2011 todos los cuerpos encontrados en las costas fueron reconocidos, entre ellos, los de Luis Ceccón, cuyos restos coincidían con los datos premortem.

Por su parte Carlos Vullo, genetista forense y director del Laboratorio de Genética Forense, participó del reconocimiento de los cuerpos de Carlos Santillán, Cristina Lanzilloto y Gerardo Pérez, encontrados en el Cementerio de Avellaneda.

El experto explicó que trabajan con un método de investigación disociada y en todo lo que detectan tiene un código. Luego deben desarrollar una labor de reasociación ósea utilizando las muestras de los familiares de los desaparecidos.

 

Cesanteado 

El último en prestar declaración fue Alberto Kipen, exempleado del Inta que declaró sobre su militancia gremial, su cesantía y detención en la Unidad Penal 3 de San Nicolás.

Durante su relato, Kipen explicó que en 1974, durante la presidencia de Isabel Perón, le fue aplicada la Ley de Prescindibilidad por su participación en el gremio Apinta.

Estando en Buenos Aires, Kipen fue testigo directo del secuestro de Carlos Llerena Rosas, directivo de Apinta que al otro día fuera encontrado asesinado en Ezeiza.

Respecto a su detención, el testigo declaró que el 1º de abril de 1976 policías ingresaron a su casa portando armas y se lo llevaron detenido a la Comisaría Primera, dejando en su vivienda a su esposa, Alicia Acevedo y a Mabel Mercado esposa del ingeniero Alberto Goldberg, que luego también fuera detenida.

A ambos (Kipen y Mercado) los trasladaron a San Nicolás. Alberto Kipen fue interrogado y picaneado en varias partes de su cuerpo para luego ser trasladado en junio de 1976 a Sierra Chica donde permaneció hasta abril de 1977, momento en que recuperó su libertad.


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