Pergamino

El Museo Giuníppero-Castellano espera por su reconocimiento oficial


 En el Museo en el año 1993 Don Eugenio Giuníppero con su esposa Elsa “Mimí” Castellano y su hijo Alejandro (ARCHIVO- LA OPINION)

'' En el Museo en el año 1993. Don Eugenio Giuníppero con su esposa Elsa “Mimí” Castellano y su hijo Alejandro. (ARCHIVO: LA OPINION)

Desde que fue donado al Municipio por sus herederos, en febrero de 2016, nada se ha hecho. Cientos de miles de objetos que el mismo gestor se encargó de recuperar y hacerlos funcionar, que son sin dudas el mayor patrimonio físico de la ciudad –sino del país- por reflejar la historia misma y las costumbres argentinas, se encuentran a la espera de una decisión oficial. 


Cuando Don Eugenio Giuníppero falleció –en enero del año pasado- uno de los primeros interrogantes que surgió fue cuál iba a ser el destino de su museo privado que cobija cientos de miles de objetos que reflejan la historia misma de la ciudad y de la región, y las costumbres argentinas.

Al poco tiempo, apenas un mes, anunciábamos con agrado la noticia que este valioso espacio construido por Don Giuníppero a lo largo de su vida, era donado en su totalidad al Municipio de Pergamino, en forma desinteresada y con el único pedido de sus herederos, Elsa “Mimí” Castellano (su esposa), y Alejandro (su hijo), que, donde fuere trasladado, figure el nombre “Museo Giuníppero-Castellano”.

La confirmación de que Pergamino iba a contar con unos de los museos más importantes y completos del país, llegaba a través del profesor Raúl Notta, hoy exdirector de la Subsecretaría de Cultura, por entonces en funciones.

Sin embargo, tras el cambio de titular del área, actualmente ocupada por Leonardo Hussen, nada se hizo al respecto y el Museo, construido en 1981 y que contiene todo tipo de artefactos y objetos antiguos que el mismo Giuníppero se encargó de reparar y hacerlos funcionar, se encuentran hoy virtualmente “abandonados” por los receptores de la donación, al cuidado de la familia donante que se debate entre seguir esperando o darle otro destino a su patrimonio.

Por el carácter privado que tuvo esta colección desde su génesis y el recelo con que Don Eugenio y “Mimí” siempre protegieron sus tesoros, tal vez muy pocos vecinos –entre ellos las autoridades locales- tienen cabal conocimiento del valor histórico de las piezas donadas. Baste decir que con bien se podría montar el museo más importante del país con este patrimonio, muy por encima en número de objetos y variedad respecto de aquella colección lograda a partir del aporte de vecinos que se perdiera en el incendio del Museo y Archivo Histórico Municipal en noviembre de 2005. 

Por eso con este artículo intentamos crear conciencia en la sociedad de lo que este espacio cobija y despertar el interés a las autoridades municipales para que se ocupen de lo que, sin lugar a equivocarnos, podría transformarse en uno de los museos más importantes de la Argentina.

 

El espíritu del museo y su creador

Revisando nuestro archivo encontramos una clara descripción del espíritu del museo y su creador, en la pluma de Don Héctor Del Giúdice, quien décadas pasadas fuera un destacado periodista de LA OPINION.

“En la antigüedad se designaba con la palabra ‘museo’ el templo de las musas o un lugar de estudio. Museo tiene, pues, un origen altamente espiritual. Con el tiempo la palabra fue perdiendo su original sentido personal o de sitio reservado para la meditación. Ello comenzó con el Renacimiento, cuando los poderosos señores de la época formaron sus propias colecciones de artes como signo de su riqueza y su cultura. Con la formación y crecimiento de las naciones y el desarrollo del Estado y de los imperios modernos, fueron creándose los grandes museos, de los cuales, el más famoso y ecuménico sigue siendo el Museo Británico”, escribía Del Giúdice a modo de prólogo de un folleto publicado por el Museo Giuníppero – Castellano.

“Esos grandes santuarios de la cultura no han impedido, sin embargo, que haya coleccionistas de los más distintos logros de la creación humana. Nuestra más viva simpatía se inclina no por los coleccionistas adinerados cuyo snobismo corre parejo con una burguesa vanidad, sino por aquellos que forman sus museos con entrañable pasión, búsqueda afanosa y ese singular olfato o intuición que los lleva siempre a descubrir un objeto preciado en los lugares más inverosímiles, ocultos o inimaginables. El coleccionista corto en recursos pero de larga paciencia y celosa tenacidad cultiva así una suerte de cinegética que lo convierte en un fino y certero cazador.

“De este linaje de coleccionista es Eugenio Giuníppero. La fama de su museo de antigüedades de la ingeniería, la industria o la técnica ha ido ya más allá no sólo del circuito de sus amigos sino de gran parte de la ciudad cuyos límites ha tramontado. Cada una de las piezas tiene una historia aparte con sus anécdotas, curiosidades y peripecias. Si la descripción de cada antigüedad atesorada necesitaría un libro, el propio Giuníppero, a su vez, bien podría escribir ‘El libro del coleccionista’, que sería sin duda tan atrayente como una novela o un libro de memorias.

“Lo notable de Giuníppero es que él se vale de su ingenio agudo y de sus manos sabias para reparar o reconstruir las piezas más deterioradas o antiguas, y esto es precisamente lo que le da a su museo una sensación de vida y, al mismo tiempo, de magia. Recuperador del ‘tiempo perdido’, Giuníppero recrea el pasado en las salas de su museo, y es como si asistiéramos nuevamente al encanto de las musas de la antigüedad.

“Claro, Eugenio tiene su propia musa, y es su esposa y amiga, Elsa Noemí Castellano (nuestra familiar ‘Mimí’), que en la ardua labor del coleccionista pone la ternura de la mujer y la sensibilidad de la artista”, concluyó el periodista e historiador.

 

En primera persona

En uno de sus folletos impresos en blanco y negro, donde mostraba parte de sus reliquias que contenía el museo, Don Eugenio Giuníppero explicaba que la formación de la pinacoteca “demandó un trabajo ímprobo, pero nunca nos sentimos solos, siempre fuimos acompañados por amigos que impulsaron esta empresa para que llegase a feliz término.

“Toda nuestra obra se realizó con gran cariño hacia la historia del hombre, en su transitar por el planeta, para poder mostrar aunque sea en un corto período de esa historia, sus costumbres, a través de elementos en uso, en algunos casos comunes.

“La colección de objetos antiguos siempre es una aventura llena de sorpresas, desde el momento que una pieza llega a nuestra manos, comienza la investigación y en algunos casos la restauración, actividad que realizamos nosotros mismos, quizá por ello, este Museo representa parte importante de nuestra existencia, y como tal lo exponemos.

“Si al recorrerlo llegamos a interesarlo aunque sea mínimamente, nuestra meta fijada estará cumplida, porque esta obra se realizó en aras de engrandecer en alguna medida la cultura de los tiempos”.


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