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La última nieta restituida conoció a su abuela que vive en Entre Ríos


 Adriana la nieta restituida 126 en la sede de Abuelas junto a su tía y la foto de sus padres (NA)

'' Adriana, la nieta restituida 126, en la sede de Abuelas, junto a su tía y la foto de sus padres. (NA)

 

Tras conocer a Blanca, madre de Edgardo Garnier dijo que fue sorprendida por ser “una persona hermosa por dentro y por fuera que irradia muchísima luz”. Encontró rasgos comunes con sus padres: “Me parezco a los dos, pero más a mi papá por la cara alargada y delgada, pero también a mi mamá por los ojos negros y las cejas pobladas”, relató Adriana.


Buenos Aires, (Telam) - La nieta restituida número 126, hija de Edgardo Garnier y Violeta Ortolani, relató ayer que entre las coincidencias halladas entre ella y su familia sanguínea encontró que tenía rasgos de su madre y de su padre y también de su única abuela viva, a quien conoció ayer al visitarla en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos.

 “Me parezco a los dos, pero más a mi papá por la cara alargada y delgada, con orejas grandes, pero también a mi mamá por los ojos negros y las cejas pobladas”, relató Adriana, la última nieta recuperada en declaraciones radiales. 

Desde que el miércoles conoció su verdadera identidad, la joven abogada admite que aún no puede “caer en la realidad” y que tras conocer a su abuela Blanca, madre de Edgardo Garnier, fue sorprendida por ser “una persona hermosa por dentro y por fuera que irradia muchísima luz”. Adriana también halló coincidencias respecto al equipo de fútbol del cual es simpatizante, Independiente, de quien es hincha luego de haber sido de Huracán, por tradición familiar. 

“Mi padre era fanático de Independiente y mi mamá de crianza me había regalado un osito con las iniciales C.A.I. (Club Atlético Independiente) que yo guardé y traje a mi abuela”, comentó. Sobre el cambio que se produjo en su vida a partir de la confirmación de que era hija de desaparecidos, Adriana destacó que antes “vivía en la incertidumbre y con muchas preguntas sobre mi mamá”. 

A pesar de que sus tías y primas de crianza le dieron contención, al morir el matrimonio que la crió, Adriana reconoció sentirse “muy sola, muy perdida porque no tenía una referencia” y con una vida girando en torno al trabajo, el gimnasio y el paseo de su perro. “Lo que me pasó es una inyección de felicidad tremenda, como un plus” aseguró y alentó a quienes se encuentran en situación similar “le pongan garra porque se puede salir adelante”.

En una conferencia de prensa ofrecida en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo, el miércoles último, la nieta recuperada 126 dijo que “esta vez no pudieron” y que, con la restitución de su identidad, “el amor le ganó al odio”. “Estoy feliz, plena. Se me completó la vida”, dijo Adriana, de 40 años de edad, que sólo se identificó con su nombre, hija de Edgardo Garnier y de Violeta Graciela Ortonali, nacida durante el cautiverio de su madre. 

 

Violeta fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976 en el barrio La Granja de La Plata, con un embarazo de ocho meses. Desde entonces, Edgardo la buscó, también dijo que buscaría a su hijo o hija y al poco tiempo, el 8 de febrero de 1977, él también fue secuestrado en la capital de la provincia de Buenos Aires. 


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