Perfiles pergaminenses

Susana Madrid de Santinelli: una mujer con marcado compromiso social


 Susana Santinelli hizo un repaso de su historia de vida (LA OPINION)

'' Susana Santinelli hizo un repaso de su historia de vida. (LA OPINION)

Dedicó gran parte de su trayectoria laboral al trabajo en el área Social. Fue directora del Centro Comunitario de José Hernández y coordinó el Plan Más Vida. Hace unos días se retiró para iniciar una nueva etapa de su vida: la jubilación le dará la posibilidad de dar forma a nuevos proyectos y disfrutar junto a su familia, su gran tesoro.

Compartir tiempo con familia y amigos, bailar folklore, planificar la celebración de sus 60 años y disfrutar de los sueños cumplidos constituyen las prioridades que Susana Beatriz Madrid de Santinelli tiene luego de haberse retirado de su actividad laboral. Las vacaciones acumuladas, los años de aporte y el deseo de “disfrutar del tiempo libre sabiendo que es tiempo de dejar lugar a los más jóvenes” anticiparon el tiempo de la jubilación y hace pocos días la que fue durante muchos años referente local del Plan Más Vida dejó su espacio de trabajo cotidiano en la Municipalidad para abrirse paso a otras vivencias.

Es rosarina, en la ciudad santafesina está gran parte de su familia y su corazón. Pero tiene más años vividos en Pergamino que en Rosario, lo que la hace sentir “una más de este pago”.

Llegó a nuestra ciudad cuando se casó con Oscar Santinelli, un hombre al que conoció a través de amigos en común y con quien armó su familia.

En la casa de calle Ecuador, donde viven desde hace unos años, está presente gran parte de su historia de vida. En el espacio que hoy es el comedor, hace unos años funcionaba la carnicería de su suegro. Hay marcas de aquella historia en las vigas que cruzan el techo y en las huellas de un relato que en todo momento vuelve sobre los afectos. “Nosotros durante muchos años vivimos en el barrio Municipal, acá vivían mis suegros y cuando ellos fallecieron como la casa quedó vacía mis sobrinos le propusieron a mi esposo que la compráramos, así que vendimos nuestra casa y nos embarcamos en este proyecto que nos hizo muy felices, porque para todos es un lugar de encuentro, para mis sobrinos venir acá es como estar en la casa de los abuelos”.

Se define como una mujer “familiera” y “amiguera” y siempre está rodeada por los afectos más entrañables. En poco menos de un mes cumplirá sus 60 años y celebra la vida. Acepta el momento presente como la consecuencia de una vida de trabajo en la que siempre le tocó “luchar por lo que quería”.

“Nací en Rosario un 28 de diciembre de 1954, y llegué a Pergamino porque me puse de novia con un pergaminense, yo estaba estudiando Trabajo Social y tenía amigos que me lo presentaron, cuando decidimos casarnos nos vinimos a vivir a Pergamino”, señala.

 

Los primeros desafíos

“Cuando llegué, a pesar de que tenía acá algunos amigos, extrañaba mucho el río, para mí el río estaba al este y recuerdo que caminaba por la avenida Roca y me parecía que iba a encontrarme con el río”, confiesa y asegura que luego de haberse insertado en el mundo laboral con cierta facilidad favoreció su adaptación a esta ciudad que de inmediato le abrió los brazos.

“En Rosario había trabajado en La Favorita y aquí entré a trabajar en el área de Recursos Humanos de la fábrica Dinardo, que después fue Wrangler; también preparé alumnos en mi casa, y un día a través de una clienta de la carnicería de mi suegro me entero que en la Municipalidad necesitaban una persona para trabajar en el Centro de Desarrollo Comunitario del barrio José Hernández. Me presenté pero me informaron que ya habían tomado a una persona,  me volví y a los dos días me llamaron y comencé a trabajar como directora del Centro, teniendo 24 años.

“Todavía estaba el gobierno de facto, así que la tarea era solo pedagógica y de asistencia alimentaria; después cuando vino la democracia empezaron a crecer mucho los centros y tuvimos la posibilidad de llevar adelante esa expansión”, refiere y recuerda que a través de actividades culturales lograron participación en distintos eventos de la ciudad, los centros se transformaron en verdaderos espacios de referencia.

Aquellos fueron sus primeros pasos. Después vinieron otros. “Cuando dejé de trabajar en el Centro, renuncié al Municipio y me sumé a los equipos de Atención Ambulatoria y Domiciliaria de la Salud también en José Hernández”.

De esa experiencia rescata el trabajo en equipo y el aprendizaje. “Ahí conformábamos equipos interdisciplinarios, fue muy novedoso para Pergamino como experiencia de trabajo social en terreno, había médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicólogas, una odontóloga por cada dos equipos y personal administrativo y de limpieza; íbamos casa por casa, se había logrado censar todo el barrio y hacíamos historias clínicas familiares.

“Aprendí muchísimo, siempre me gustó el trabajo en el área de Salud y fue un proyecto en el que estuve hasta que por la ley solo podían trabajar asistentes sociales colegiadas, y como yo no tenía el título no podía continuar. Volví a la Municipalidad en el área de Salud y allí continué mi carrera administrativa, fui jefa de División, de Departamento y terminé como directora administrativa”.

Entre los hitos de su labor menciona el trabajo en el Programa de Prevención del Dengue, una experiencia interdisciplinaria. “Estuve abocada a esta tarea desde 1998 hasta 2006 y después siguieron otras personas, aprovechamos los programas PEL que permitían contratar gente para hacer la tarea de terreno, verificar gomerías, piletas de natación domicilios, cementerio y darle mucha difusión al tema en los medios de comunicación para crear conciencia y cambio de hábitos en la población”.

 

El Plan Vida

Hace varios años, como subsecretaria interina de Acción Social, a nivel provincial se lanzó el Plan Vida y cuando en Pergamino se hicieron las gestiones políticas para incorporar este programa, comenzó a trabajar con un grupo de asistentes sociales en el armado de la red de manzaneras. “Recuerdo que trabajábamos en la búsqueda de las referentes en cada barrio, hacíamos reuniones con las instituciones y los vecinos, así surgieron las primeras manzaneras”, comenta y señala que “siempre continué en el plan, al principio trabajando en la parte administrativa y luego pasé a ser referente local del Plan Más Vida, hasta que me retiré hace pocos días para tomarme vacaciones y luego ya acogerme a la jubilación”.

 

El retiro

Haber dejado de trabajar es una realidad que acepta con cierta naturalidad. A pesar de haber estado muchos años en actividad y acostumbrada a las rutinas cotidianas que marca el trabajo, entiende que “es momento de dejar paso a los más jóvenes y tenía ganas de jubilarme”.

Disfrutando de los primeros días de esta “nueva etapa de la vida”, es inevitable tener una mirada retrospectiva que alienta el balance. Ahí vuelven a primar los afectos. “Siento que mi familia es lo mejor que tengo, mi esposo siempre me acompañó mucho y también mis hijos Juan Ignacio (35) que es soltero; y Leticia (31) que está en pareja con Hernán Cassin y me han hecho abuela de Lucía que tiene poco más de un año”.

Completan su universo afectivo el recuerdo de sus padres, la relación entrañable con su hermano mayor que vive en Rosario, sus tres sobrinas casadas y sus ocho sobrinos nietos. También los tres sobrinos que tiene por parte de su marido, su cuñada, dos sobrinos nietos y uno por venir. “Somos muy familieros, de juntarnos los domingos”.

 

Entre lo soñado y lo hecho

Entre las asignaturas pendientes aparece el título universitario. Sin embargo asegura que “ya no es tiempo para eso, es algo que quedó en el tintero, pero nada más.

“No me recibí porque en el 76 con el Golpe de Estado cerraron la carrera de muy mala manera, de la noche a la mañana y aunque hicimos lo imposible para que se reabriera, terminamos rindiendo en Santa Fe. Era una época muy complicada, en ese ínterin me casé y más tarde quise retomar en el Instituto de Formación Docente ya en Pergamino, pero no me reconocían las materias porque el programa era distinto y estaba más orientado a lo educativo. Entonces desistí”.

De su tiempo como estudiante universitaria guarda los recuerdos de una época compleja y sumamente comprometida. “Donde yo me formé hacíamos las prácticas en las villas de emergencia; a mí me tocó la Villa San Francisquito; yo pertenecía al grupo juvenil de la Iglesia, en una época de mucho compromiso de los jóvenes y siempre recuerdo que trabajábamos con unas monjas que después desaparecieron”. 

Susana posee una enorme sensibilidad social. Y no la perdió con los años. Por el contrario, la profundizó en su tarea que siempre estuvo muy vinculada a la gente. “El título es una asignatura pendiente, pero siempre busqué el modo de formarme y de tener herramientas para hacer bien mi trabajo, siempre seguí capacitándome y tuve muchos logros, fui muy feliz trabajando”.

 

El futuro

Cuando la charla la lleva a imaginar el futuro, aclara: “Por ahora estoy de vacaciones, ya habrá tiempo para otra cosa”.

Lo que aspira es a poder disfrutar del tiempo libre, seguir bailando folklore junto a su esposo. “Aprendí a bailar desde chica, después dejé, retomé cuando era directora del Centro de Hernández y cuando mis hijos se fueron a estudiar con mi esposo volvimos a bailar en aquel momento con Silvia Tocalini y ahora con Hugo Alvarez”, cuenta.

“Por fuera de eso, todavía no tengo proyectos, quiero disfrutar del tiempo libre, celebrar los 60 años, seguir bailando y anotarme en algún curso de la Unnoba.

“No tengo demasiadas asignaturas pendientes, para mi el principal logro es mi familia y mi nieta que me colma de alegría, Lucía llegó el mismo año que falleció mi madre y entendí que la vida siempre compensa, que te da y te quita”.

Disfruta de esa niña con el placer de verla crecer compartiendo con ella las cosas simples. Esas donde está el principal tesoro de una vida.

“Creo que mi familia es mi gran realización; y en lo laboral creo que el principal logro es haber aprendido de cada experiencia, haber aprendido mucho de la gente, la solidaridad, el afecto. Me enseñó mucho la calidez de la gente y nunca tuve problemas en los trabajos comunitarios que realicé tanto en Hernández como en Fe y Patria donde también trabajé un tiempo; la relación con la gente me hizo muy bien al espíritu”.

Con amigos en el trabajo y fuera de él, Susana tiene una vida plena. Lo siente así y se define como “una mujer feliz”.

Las cosas que configuran en ella ese estado tienen que ver con el afecto, con el tiempo compartido en familia, con encontrarse y reconocerse en un camino transitado plenamente. También en el anhelo de un tiempo por venir que, sobre la base de esos pilares, no tiene otro destino que ser rico en nuevas experiencias.

“Quiero agradecer a cada uno de los que compartieron el camino de trabajo con y para la gente, a los secretarios y directores que confiaron en mí, a los profesionales con los que trabajé, a los que me dieron una mano y la posibilidad de crecer y crear; a mis compañeros por compartir proyectos y sueños; a las manzaneras y comadres que durante 18 años me demostraron su compromiso y solidaridad. A mis amigos por el afecto y el apoyo permanente; y fundamentalmente a mi familia a quienes amo y son mi sostén”, refiere sobre el final y agrega: “Miro el camino recorrido con satisfacción, pero tengo por delante un futuro que promete nuevas experiencias, me gustan los desafíos”.


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