Perfiles pergaminenses

René “Coco” Mast: entre el ferrocarril, la docencia, la familia y los amigos


 “Coco” Mast en su casa recreando con humildad su historia de vida (LA OPINION)

'' “Coco” Mast, en su casa, recreando con humildad su historia de vida. (LA OPINION)

Fue empleado ferroviario y hoy es maestro en el Centro de Formación Laboral donde tiene la satisfacción de trabajar con jóvenes con capacidades especiales. Disfruta de las pequeñas cosas  y planifica el futuro junto a su esposa e hijos. Es un hombre de fe que ha sabido tomar de cada experiencia el mejor aprendizaje para ser “mejor persona”.

René Norberto Mast, “Coco” como lo conocen todos tiene la bonhomía que se traduce en el rostro y en las palabras. Se define como un hombre sencillo que ha sabido tomar de la vida cada experiencia para transformarse en una mejor persona. Nació en Manuel Ocampo y está en el umbral de sus 60 años. El relato de su vida comienza con los recuerdos de la infancia y concluye con una mirada esperanzadora del futuro. Vivió en el pueblo donde tuvo una niñez sencilla y feliz. Más tarde comenzó a viajar a Pergamino a diario en el tren colegial que venía desde Santa Teresa para concurrir al Colegio Industrial, en una época gloriosa de la industria local y en un tiempo en el que formarse en un oficio era la clave del ingreso al mundo del trabajo.

“La Escuela Industrial fue formadora para mí, recuerdo a mis profesores de taller y de Educación Física, como Canaglia, Guido, Calle, Urbaneja, Alvarez y Saint Julien; todos ellos dejaron una marca; también recuerdo que fue una época de grandes amigos”.

“Coco” fue el segundo de seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres, uno de los cuales el menor falleció recientemente, lo que significó para él un profundo dolor que lo fortaleció en su fe. “Este año tuve algunas pérdidas muy importantes mi hermano Diego que se fue de un día para el otro, también mi amigo y compañero de tareas Jorge Acerbo y una amiga y vecina muy querida Silvia Mascaró. Son experiencias muy dolorosas de las que solo se sobrepone uno si descansa en la fe, en mi caso una fe que heredé de mis abuelos maternos”.

El recuerdo de sus padres Orlando y Sara está presente en varias partes del relato. “Mi padre vive y mi madre falleció”, cuenta y les agradece la vida sencilla y los profundos aprendizajes que han hecho de él el hombre que hoy es, comprometido con su familia, con sus amigos y con su tarea cotidiana.

Trabajó desde muy joven y siempre tuvo el privilegio de “hacer lo que me gustaba”. 

“Estando en quinto año del Industrial empezamos las pasantías en empresas,  a mí me tocó en Iradi, una firma metalúrgica y después de haber trabajado un año nos ofrecieron quedarnos, así que el último año del secundario lo hicimos en un turno nocturno que nos habían diseñado especialmente para que pudiéramos estudiar y trabajar.

“En 1974-1975 el Ferrocarril Bartolomé Mitre donde trabajaba mi padre como guarda, convocaba a los técnicos mecánicos recibidos del Colegio Industrial, así que tuve la posibilidad de ingresar en el Departamento Mecánica para la reparación de locomotoras, un trabajo que me gustaba”, refiere, mencionando el hito que marcó el inicio de su vida como ferroviario.

Al poco tiempo llegó el momento del Servicio Militar en una época en el que surgió el conflicto con Chile por el Canal de Beagle y más tarde la convocatoria que le hizo el Ejército como soldado de reserva y que lo obligó a estar en el Sur durante tres meses en el marco de aquella divergencia que mantuvo en vilo al país ante la amenaza de un episodio bélico. Recuerda con cierta angustia esa vivencia. “Estuve tres meses y medio en la zona de Bariloche, donde hoy es el paso Cardenal Samoré que fue quien intervino para que el conflicto no llegara a mayores; fue una época muy difícil, tenía 21 años y si bien no sabíamos a ciencia cierta lo que ocurría fue muy dura la experiencia con los militares; Saint Amant que hoy está juzgado era uno de nuestros jefes, un horror”, señala.

A su regreso de aquella experiencia era verano y el Ferrocarril le dio la posibilidad de trasladarse a San Martín, para atender las locomotoras que en aquella época brindaban servicio a Córdoba y Mar del Plata. Más tarde pasó a la parte administrativa del Departamento de Mecánica y fue creciendo en su carrera ferroviaria hasta llegar a Retiro donde fue personal de dirección de la empresa que por entonces era estatal. Todavía conserva el carnet que acredita su pertenencia como personal jerárquico del Ferrocarril.

Ya casado con Analía Corona, su esposa a quien conoció en Manuel Ocampo y con la vida familiar por armar en Pergamino, volvió a la ciudad y comenzó a trabajar en el sector de reparación de vagones. Eso fue hasta 1992 en que se privatizó el Ferrocarril. “A pesar de los ofrecimientos que me hicieron, decidí no seguir en el Ferrocarril, así que recibí la indemnización y empecé una nueva etapa de mi vida”.

 

Su llegada a la docencia

Retirado ya de la rutina ferroviaria, en 1992 tuvo la posibilidad de ingresar a la docencia. Confiesa que siempre le había gustado la educación y atribuye esa vocación a lo aprendido en el Colegio Industrial “con la mirada de aquellos que me formaron”.

Como maestro ingresó en el Centro de Formación Laboral que funciona al lado de la Escuela de Educación Especial Nº 502. “Para realizar esa tarea me valí de mis conocimientos de técnico mecánico y comencé a trabajar como maestro de taller en una experiencia extraordinaria que aún hoy constituye mi presente.

“Después, en 1993-1994 tuve que ir a capacitarme al Instituto de Formación Docente de Junín para poder continuar trabajando, fueron años de mucho sacrificio porque viajaba para estudiar y además trabajaba, pero valió la pena el esfuerzo”, refiere y habla con profundo amor de sus alumnos, jóvenes entre 14 y 21 años que le han dado enormes satisfacciones y múltiples enseñanzas. 

“Son chicos con capacidades diferentes con quienes se comparten innumerables vivencias, ya llevo 23 años en la docencia y es algo maravilloso, en la actualidad tengo mis horas concentradas en el Centro de Formación Laboral, pero durante algunos años también tuve un cargo en la Escuela de Artes y Oficios, lugar del que guardo muchos recuerdos y grandes amigos”.

Asegura que su tarea docente le da a diario “grandes satisfacciones”. “Los chicos son increíbles, se reciben y te siguen saludando cuando te ven por la calle, algunos han formado ya sus familias e incluso hijos de mis alumnos hoy están en la escuela, describir los recuerdos sería inacabable porque en tantos años hay viajes, cenas, vivencias compartidas con los chicos y sus familias, recuerdos infinitos. Estuve en la Cooperadora, en la Cooperativa que es de los propios chicos”.

“No quiero dejar de nombrar a Teresa Cosentino, mi primera directora que me señaló el camino como docente”, agrega.

A la par de la actividad pedagógica rescata “ser parte de una comunidad en la que todo lo que se logra es fruto del esfuerzo y del compromiso” y confiesa que su mayor satisfacción es observar que al egresar la mayoría de sus alumnos logra insertarse en el mercado laboral en empresas e instituciones.

“Algunos de los logros que consiguen los chicos se hace visible, con mis alumnos del taller de mecánica hemos hecho el frente de rejas de la Escuela de Educación Especial Nº 503, también las rejas del Centro de Formación Laboral. Con los del taller de artesanías proveemos de borradores a la mayoría de las escuelas y también fabricamos percheros y una enorme cantidad de cosas”.

Se considera un afortunado de haber encontrado el modo de desarrollar su vocación por la mecánica y su amor por la docencia en un trabajo que le da enormes gratificaciones. “Creo que ambas vocaciones nacieron en el Colegio Industrial”, señala emocionado y agradecido.

 

Su universo personal

Por fuera de la actividad docente, “Coco” disfruta de una vida personal “sencilla y tranquila” junto a su gente. “Mi familia está integrada por mi esposa Analía Corona, que es directora de la Escuela Nº 22 y docente de adultos; y mis cuatro hijos: María Agustina, licenciada en Kinesiología y Fisiatría; Lucas Alejandro, ingeniero en Sistemas que trabaja en Rosario; Bruno Martín, que estudia Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Rosario; y Franco Norberto, recién recibido en la Escuela Normal que va a estudiar Kinesiología”.

Su presente compatibiliza la docencia y con su trabajo como herrero, algo que hace por hobby y por buscar el modo de contribuir a la economía familiar. “Siempre he trabajado para ayudar a la familia, trabajé en talleres mecánicos y últimamente me he dedicado a la herrería, tengo varios clientes y disfruto mucho de eso porque me encantan los hierros.

“Como soy un hombre de fe. Voy todos los domingos a misa y participo de las peñas de hombres que se hacen en la Iglesia San Vicente y San José, un espacio en el que con el fin de colaborar he encontrado muchos amigos, somos como cien que nos reunimos y es muy gratificante ver que con lo poquito que podemos aportar se concretan muchos proyectos”.

El resto del tiempo lo dedica a compartir tiempo con amigos y familia y a estar siempre cerca del deporte siguiendo el desempeño de sus hijos. “Algunos juegan fútbol, otros basquetbol y otro hace atletismo, así que siempre estoy cerca de ellos acompañándolos”, cuenta y también recuerda las épocas en las cuales abrazó el deporte “nunca profesionalmente”.

“De joven jugué torneos juveniles de fútbol en Manuel Ocampo, en Racing, en Lucini; también torneos intercolegiales; y en el Ferrocarril competíamos en distintos lugares. Hoy cerca de los 60 años solo ando en bicicleta con un grupo de amigos que recorremos los pueblos y salgo a caminar”, comenta, mientras la charla se orienta hacia el momento del balance y del futuro.

“Con casi 60 años el balance que hago de mi vida es el mejor. No creo que me quede nada por hacer aunque eso no significa bajar los brazos. Más bien significa ir pensando en la jubilación y planificando otro tipo de vida, con más tiempo para compartir con la familia, con los amigos y para viajar. La asignatura pendiente es conocer Tierra del Fuego, pero por fuera de eso no hay mucho más, he dado todo, en cada experiencia de vida he puesto lo mejor, he hecho lo mejor por mi familia y por mí mismo, así que soy un hombre afortunado”.


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