Perfiles pergaminenses

Hugo Recouso: carpintero, deportista y hombre comprometido con el bien común


 Hugo Recouso- el recorrido por una vida de superación y compromiso (LA OPINION)

'' Hugo Recouso: el recorrido por una vida de superación y compromiso. (LA OPINION)

Es conocido en el ámbito del deporte por su desempeño como atleta. En lo profesional está al frente de una fábrica con la que consiguió transformar su apellido en un sello de calidad en muebles de diseño. Es dueño de valores que conserva y que lo transforman en un dirigente comprometido en cada entidad de la que forma parte.

Hugo  Manuel Recouso es un vecino de la ciudad conocido por su trayectoria deportiva como atleta. También por su desempeño como propietario de una firma dedicada a la fabricación de muebles de diseño. En la esfera pública es una persona que posee un perfil dirigencial expresado a través de su trabajo en varias instituciones. En lo privado es un hombre simple, padre, abuelo, tío, amigo, pareja, compañero de sus pares y defensor de valores que abraza con orgullo y que pertenecen al legado que le dejaron sus antepasados. Está pronto a cumplir 63 años. Nació en Pergamino un 27 de octubre y creció en el barrio Centenario. Vivió en Monteagudo al 2000, al cuidado de su abuela materna, en una familia extremadamente humilde. Es un agradecido de la crianza que recibió por los valores que le inculcaron. Es el menor de los hijos del matrimonio de Juan y Carmen. Sus hermanos Juan José, Salvador Alberto (fallecido) y Oscar, compartieron con él la vida. Su papá era un inmigrante español que había llegado a Argentina en la época de la guerra de España con Marruecos. Su mamá, argentina descendiente de italianos. “A ciencia cierta no sabemos cuándo fue que llegó mi padre al país, estimamos que fue en 1921, pero son suposiciones porque toda su vida anterior vinculada a aquel tiempo de guerra se la llevó a la tumba. El no hablaba, supimos realmente la edad que tenía cuando mi hermano fue por primera vez a España y se encontró con parte de la familia”, relata en lo que rescata como la vivencia de un origen doloroso.

De su propia infancia tiene los recuerdos del campo en Manantiales cuando era muy pequeño, el regreso a Pergamino que los devuelve al barrio Centenario, lugar en el que vivió hasta los nueve años, cuando se mudaron a la casa que sus padres lograron construir.

El trabajo y su oficio

Su vida laboral se inició tempranamente. A los seis años ayudaba a su padre en una fábrica de alambres de cercos para cerdos. También cuidaba la quinta y los animales. Y a los diez años comenzó a trabajar limpiando en una carpintería. Menciona que la vida por entonces era “extremadamente difícil”. Terminó sexto grado en la escuela Nº 1 y después cursó un año en el Colegio Industrial, pero no pudo seguir estudiando. A los 13 años comenzó a trabajar en la carpintería Correa y Ciccinelli y pasó por varios talleres en los cuales aprendió el oficio que terminó de moldear con Gino D’Alesandro, un lugar donde se dedicaban a hacer “carpintería en general”.

“A los 21 años empecé a trabajar por mi cuenta. Todo lo que tenía era una bicicleta y una valija de herramientas. Llevo más de 50 años haciendo carpintería y por ese oficio pasó mi vida”, refiere, sentado en el escritorio de la fábrica donde pasa gran parte de su día.

Recuerda sus comienzos en el oficio haciendo reparaciones “de la forma en que podía”. A los 17 años logra comprar un terreno en el barrio Centenario en el que construyó su primer galpón. A los 22 años se estableció en ese lugar, luego de alquilarle una habitación a un primo para poder trabajar. Nunca escatimó esfuerzos.

“Me trasladé con las paredes y el techo, compré mi primera máquina ya estando casado y con uno de mis hijos ya nacido”, cuenta Hugo, que es papá de Juan Manuel, casado con Ana Fernández; y Diego Matías, casado con Stefanía López y papá de Joaquín de un año y medio”.

Su vida familiar es armoniosa. Está separado de su primer matrimonio con Ana María, con quien pasa tiempo de la vida laboral ya que ella trabaja en la administración de la fábrica y mantienen una muy buena relación. Desde hace 22 años Hugo comparte la vida con Bettina Garuti y se define como un hombre “familiero” al que le gusta compartir tiempo con los suyos.

Un gran emprendedor

Desde aquel primer galpón hasta la fábrica, pasaron varios emprendimientos. “Trabajé con mi hermano y eso derivó en que emprendiéramos otro tipo de negocios. En 1980, asociado con Oscar, conseguimos la representación de Kawasaki en Pergamino. Después con otra sociedad tuve una agencia de Prode y lotería. En sociedad con mi hermano compramos el local donde actualmente funciona la fábrica. 

“Pusimos una fábrica de carrocería de camiones, reparaciones de tanques jaula, tuvimos taller mecánico y de chapa y pintura. Hice de todo en mi vida hasta que en 1983 volví a mi oficio que era la carpintería”, relata, hoy consolidado en su trabajo en la fábrica de instalaciones comerciales y muebles para el hogar. “Solo hacemos mobiliario de diseño y nos estamos expandiendo, abrimos un local en Avenida del Libertador en Buenos Aires y estamos muy entusiasmados con nuestro proyecto”.

Habla en plural porque sus hijos comenzaron a trabajar con él desde muy chicos y ambos están en la empresa. “No sé si hubiera sido posible todo lo que logramos si ellos no hubieran estado conmigo. No podría haber hecho nunca esta empresa reconocida a nivel nacional por la calidad del trabajo, los diseños, el cumplimiento si no los hubiera tenido a ellos conmigo”, reconoce y disfruta del logro de haber podido transmitirles desde siempre la cultura del trabajo, que considera hoy “un poco devaluada”.

Un deportista

Por fuera de lo laboral, la vida de Hugo Recouso siempre estuvo vinculada al deporte. Estuvo en la fundación del Club Náutico y cuenta con orgullo que las paredes de esa institución se levantaron con el esfuerzo de todos los que participaron de aquel emprendimiento. Conserva fotografías en las que se lo ve con la cuchara de albañil trabajando en los cimientos de lo que hoy perdura. “Fui remero, integré una pareja con Dante Rímoli con la que fuimos subcampeones argentinos, competimos en diversos lugares con gran empuje y logros importantes.

“Pasados unos años me dediqué al atletismo. Tenía 33 años cuando me inicié en esta actividad y me ayudó tener mucho entrenamiento. Así me empecé a involucrar y a trabajar en la Asociación Atlética del barrio Martín Illia. Mi primer entrenador fue un chileno que estaba radicado en Pergamino y después comencé a entrenar con Rubén Cerbo, un exolímpico. Tuve una evolución significativa en lo deportivo; llegué a tener logros importantes, fui campeón sudamericano y campeón nacional en varias especialidades, obtuve medallas mundiales en campeonatos de maxideportes. 

“Cumplí una trayectoria larga en el atletismo, un deporte que hoy continúo solo en lo recreativo. Competí hasta los 53 años, luego retomé en mi especialidad y a los 57 corrí mi último 1.500 a nivel internacional. También me he dedicado a entrenar atletas y siempre estoy cerca y ligado desde los comienzos a la Asociación Atlética”.

Un dirigente

En el deporte y en la vida Hugo Recouso siempre fue un líder y como tal “un dirigente”. Esa cualidad la mantiene y la expresa. Durante cinco años fue presidente de la Comisión de Fomento del barrio Luar Kayad, donde vive. Allí consiguió logros importantes y se retiró por falta de tiempo. Estando allí comenzaron a observar algunas deficiencias en la Cooperativa Eléctrica de Francisco Ayerza, que es la que suministra energía a la zona en la que vive. “Pusimos a una persona de la comisión en el consejo, nos iba transmitiendo las falencias, así fue que comencé a involucrarme y a trabajar en el consejo de administración. Nunca me interesaron los puestos, pero sí tomar el compromiso de participar. En la actualidad soy consejero de esa entidad”.

Hacer por otros

Asegura que su vocación por participar en la vida de las instituciones es una cualidad heredada de su padre que en su juventud fue dirigente. “Fue mi padre quien me inculcó el valor de la participación. Siempre nos repetía que había que hacer algo por los demás. Ese legado es el que me motiva a trabajar en causas comunitarias. Es una enseñanza que recibí: hacer todos los días algo por alguien. No importa para quien”.

En el terreno de lo que queda por hacer Hugo asegura que “hay mucho pendiente” y considera que tiene por delante muchos años para “seguir trabajando”.

“Si no nos involucramos todos, vamos camino al fracaso de la sociedad”, opina y transmitiendo esa impronta a quienes vienen detrás, asegura que siempre les dice a sus hijos que “hay que participar”.

“Si uno no participa, luego no puede quejarse”, afirma dueño de una idiosincrasia que lo define como “un pergaminense comprometido” y aferrado a valores que conserva, con los que confronta en la sociedad de hoy, pero se mantiene consciente de que son el mejor legado que puede dejarle a los suyos. 


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