Perfiles pergaminenses

Héctor Risso: la relojería y otros espacios que forjaron su identidad pergaminense


 Héctor Risso en un alto de su trabajo en la relojería trazó su “Perfil Pergaminense” (LA OPINION)

'' Héctor Risso, en un alto de su trabajo en la relojería, trazó su “Perfil Pergaminense”. (LA OPINION)

Vive en la ciudad hace 33 años, cuando llegó desde Carmen de Areco. Ejerce su oficio de relojero desde muy joven y hoy tiene su propio negocio. En su tiempo libre preside el Club Náutico de Pergamino y baila folklore en El Resero. Disfruta de pasatiempos y conserva a los amigos de siempre.


Héctor José Risso tiene 60 años y es pergaminense por adopción. Nació en la localidad de Carmen de Areco, un lugar del que siempre se siente cerca en el afecto y en las raíces a las que rinde culto con su sentir y con su hacer. Es un agradecido de sus orígenes y de los valores que lo formaron. Vive en Pergamino desde hace 33 años. La decisión de establecerse aquí tuvo que ver con la necesidad de “cambiar de rumbo” y “forjar nuevos horizontes”. 

La entrevista en la que delinea su “perfil pergaminense” se concreta en la relojería que tiene en calle Pueyrredón, en pleno centro de la ciudad. De fondo se escucha un chamamé y el tic tac de los relojes prolijamente ubicados en las paredes del local. 

“La situación del país era un poco complicada, yo tenía dos hijos, así que gracias a algunos amigos que tenía en Pergamino, en Carmen empezamos a planificar que nos íbamos a establecer en Pergamino, donde llevamos adelante nuestra familia y nuestra actividad desde hace más de 30 años”.

Refiere que un amigo de la familia, Guillermo Raimundo, fue clave para que pudieran mudarse a la ciudad que lo recibió “con los brazos abiertos”.

“El colorado” como lo conocen sus amigos, está casado con Susana Suárez, también de Carmen de Areco. Tuvieron tres hijos: Mauricio, Martín y Mariano. “Dos de ellos son músicos y el otro se dedica a hacer tableros de autos y llaves de vehículos modernos”, cuenta Héctor con el orgullo de saberlos encaminados y felices. Dos de sus hijos nacieron en su pueblo natal y el tercero es pergaminense. Con 60 años tiene dos nietos: Dante y Fausto. “Tenemos una relación buenísima con los nietos, a quienes les gusta tanto la música como a nosotros”.

De su infancia en Carmen de Areco guarda el recuerdo de los amigos y el calor de la familia. Es hijo de Luisa, una mujer nacida en Chivilcoy que falleció hace apenas un año teniendo 97. Su papá, Juan, también falleció. Los recuerda como a personas trabajadoras que lo forjaron en los valores que defiende. Tiene un solo hermano mayor que vive en Chivilcoy, Julio. 

“Cuando recuerdo mi niñez y mi juventud se me vienen a la mente las tardes de fútbol y juegos, los amigos de siempre. Una de las actividades que abracé desde joven fue la de ser mochilero, yo trabajaba en una relojería y al dueño le gustaba la vida al aire libre, así que eso me fue llevando por una actividad muy placentera y gratificante”, cuenta, mientras recrea vivencias de largos caminos recorridos.

Su pasión por el aire libre lo acercó además a otra de las actividades que le causa gran satisfacción: el canotaje. Hoy preside el Club Náutico de Pergamino y despliega esa tarea con enorme compromiso dirigencial.

 

Los relojes

Su pasión por la relojería comenzó temprano. Está en el oficio desde los 14 años. “Tengo un primo en Chivilcoy mucho más grande que yo que es relojero. A mí me gustaba lo que él hacía y en vacaciones cada vez que podía estaba ahí tratando de mirar y de aprender. Pero mi padre me insistía en que tenía que estudiar. Había una escuela técnica en Carmen de Areco, pero a mí no me gustaba. Un día me animé y le dije que quería ser relojero. Empecé a estudiar en Buenos Aires. A los 14 años iba desde mi pueblo a aprender relojería en la Escuela Universal, que funcionaba en Pueyrredón al 1300 con un profesor que se llamaba Alberto”.

Ese relato lo lleva por las variadas anécdotas en el ejercicio de un oficio que requiere precisión, pericia y responsabilidad.  Asegura que le gusta mucho lo que hace y reconoce que desde siempre tuvo facilidad para el trabajo manual. “Siempre me gustaron las manualidades. De chico me dedicaba a fabricar los juguetes que usaba. Tenía una habilidad que me sirvió mucho para la relojería.

“Cuando salía de mochilero hacía muchas cosas en platería, las vendía y con lo que recaudaba me era posible financiar gastos durante el viaje”, agrega.

Su primer trabajo fue en Joyería América, en Carmen de Areco, de la mano de su gran amigo “Tito”, arreglando despertadores. “En esa época había muchos arreglos, éramos tres relojeros los que estábamos abocados a esa tarea. Después fui pasando al arreglo de otro tipo de relojes. Me fui ganando un lugar y seguí adelante con el oficio que elegí.

“Después empecé a trabajar solo todavía viviendo en Carmen y cuando me mudé a Pergamino seguí en el rubro. Establecí mi propio negocio en Castelli y Merced hasta que me mudé a Pueyrredón, aquí donde estoy actualmente”. 

En su local se dedica a reparar y vender relojes. La actividad comercial le gusta y disfruta del trato con la gente. Tiene la amabilidad de los buenos comerciantes y se nota en cada detalle de su labor que le pone pasión a lo que hace. “Trabajo mucho, el negocio lleva tiempo, aquí arreglo y vendo relojes y también hago trabajos de reparación para algunos gremios locales y joyerías que me traen trabajo”.

Señala que el oficio cambió mucho desde los comienzos, porque “cambiaron los relojes”. 

“Hay muchos relojes electrónicos análogos, pero los relojes a cuerda y manuales siguen existiendo y son los mejores. Deberían usarse siempre y nos ahorraríamos mucho de la contaminación del planeta con las pilas que hay que reciclar y esas cosas”, reflexiona.

Desde hace más de 20 años su vida laboral transcurre en ese local de calle Pueyrredón donde pasa sus días. Su esposa lo ayuda en el negocio por la tarde y el resto del tiempo está abocada a las tareas de la casa. Son compañeros.

El es un defensor de los afectos y del tiempo compartido con personas queridas. Lo dice en varios momentos de la charla. También es respetuoso del modo en que la vida lo fue llevando por cada lugar y circunstancias en la que estuvo. “Pergamino me recibió muy bien desde el primer día y siempre tuve grandes amigos. En primer lugar vivimos en el barrio Malvinas Argentinas, en Rivero 3132, una dirección inolvidable. Ahora estamos en el barrio Cueto. Sufre las inundaciones, pero le gusta la zona en la que vive. “Nos llegó el agua, pero es parte de estar en la zona en que vivimos, y esperemos se hagan las cosas para que esto no vuelva a ocurrir. El Arroyo es parte de mi vida”, afirma.

 

El canotaje

Esta apreciación lo acerca a otra de sus pasiones: el canotaje. “Desde hace cuatro años presido el Club Náutico, donde trabajo con grandes amigos. Es un orgullo haber podido levantar el Club que había estado derrumbado durante mucho tiempo”, cuenta y prosigue: “Nosotros estamos federados en la Provincia de Buenos Aires y vamos a toda la provincia a competir. Hemos levantado el Club que no tenía Personería Jurídica gracias a Matías Mercader que nos dio una mano desde la oficina con la que cuenta el Municipio. Hoy estamos trabajando a pleno”.

 

El fútbol

Durante mucho tiempo fue entrenador de fútbol en diversas categorías de clubes como Dou-glas Haig, Juventud y en Manuel Ocampo. Aunque ya no está dedicado a la actividad deportiva, de cada etapa conserva buenos recuerdos y grandes amigos.

 

Bailar

Desde hace algún tiempo forma parte de la academia de danzas “El Resero”, que dirige Mauro Goitea. “Después de viejos, con mi señora decidimos que íbamos a aprender a bailar folklore”, cuenta y asegura que el hecho de tener hijos músicos y una pasión por la danza, los acercó a la posibilidad de alcanzar esa meta. “Hace cuatro años que nos mantenemos activos en ‘El Resero’ y estamos muy enganchados”.

Relata que toman clases tres veces por semana, los lunes, miércoles y viernes y refiere que con el grupo de adultos participan en distintas competencias. “Hemos ido a varios lugares para competir y nos ha ido muy bien. Es algo de lo que disfrutamos. También tomamos clases abiertas los miércoles y viernes”.

Confiesa que le gusta “toda la música”. Es prueba de ello lo que ocurre en su local, donde desde el sector del taller, se escucha el ritmo de la música del litoral mientras transcurre la entrevista. “Me encanta la música, hay que escucharla toda para poder saber y valorar lo que más le gusta a cada uno”.

Bailar es una actividad que le apasiona y lo reconoce cuando afirma: “Bailar es poder subir a un escenario, dar lo mejor y que te devuelvan el aplauso del público. Es muy conmovedor y gratificante. Supongo que es lo mismo que debe sentir un artista cuando se sube a un escenario a cantar”.

Asegura que la danza era para él una asignatura pendiente. Tengo una prima en Carmen de Areco, Mary, que bailaba y siempre me decía que fuera. Pero a mí me daba temor, así que era algo pendiente. Hace poco pude bailar con ella y fue una gran satisfacción”.

 

La política

En distintos momentos de su vida estuvo cerca de la actividad política. Se define radical y militó en distintos espacios. “He conocido a muy buenos amigos en la política, como ‘Cachi Gutiérrez’, el ‘Negro’ Elizalde, Julio Garuti y otros tantos. Yo militaba en la Juventud Radical en Carmen y después a través de contactos seguí participando en Pergamino. En Carmen fui consejero escolar”. 

En la actualidad está alejado de la militancia. No hay una razón en especial, solo el haber perdido el entusiasmo. “Por ahí uno ve que siempre están los mismos, que nunca hay un verdadero recambio y eso es dañino para la política, además de una falta de respeto para la gente”, señala con la convicción de quien ha tenido un ejercicio militante sostenido. 

“Sigo siendo radical y defensor de Don Arturo Illia”, afirma y acerca el recuerdo de su madrina que vive en Chivilcoy, porque de ella aprendió el respeto a los valores de este dirigente político. “De chiquito escuchaba hablar de Don Arturo porque mi tía que hoy tiene 98 años es fans de él, pero reconozco que entonces no conocía tanto. Después de llegar a Pergamino eso cambió porque Arturo Illia y Atahualpa Yupanqui son parte de esta ciudad”. 

Entre sus asignaturas pendientes aparece la de haber sido concejal. “Creo que me faltó eso”, por lo demás “he conseguido todo lo que me propuse”.

 

Sobre el final, cuando es tiempo de atender a un nuevo cliente que espera respetuoso, Héctor asegura que se siente “bien pergaminense” y fiel a sus valores continúa: “Aquí está la vida que tenemos, la que construimos con esfuerzo. También está mi cercanía a mi lugar natal, Carmen de Areco, donde está el que era mi patrón y que es como mi hermano y con quien nos seguimos encontrando para compartir lo que nos pasa y donde vive mi madrina Antonia a la que visito cada vez que puedo”.


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