Lejos del pago

Brenda Kehoe: radicada en Wyoming, conserva sus raíces pergaminenses


 Brenda junto a sus hijos en su casa de montaña en Wyoming (BRENDA KEHOE)

'' Brenda junto a sus hijos, en su casa de montaña en Wyoming. (BRENDA KEHOE)

DE LA REDACCION. Brenda Kehoe nació y vivió en Pergamino hasta el momento de “la migración universitaria”, cuando luego de haber terminado la secundaria en la Escuela Normal decidió estudiar Abogacía en la Universidad Nacional de Buenos Aires. 

Actualmente vive en el Estado de Wyoming, Estados Unidos, junto a su familia. Sin embargo su experiencia de vida en el exterior está imbuida de un profundo respeto por sus raíces y por el mantenimiento de costumbres que la mantienen “cerca de casa”.

Cuando recrea su historia como “Pergaminense lejos del pago”, los primeros recuerdos que aparecen tienen que ver con la infancia. “Fui al Normal desde el jardín de infantes, así que fue un privilegio haber tenido el mismo grupo de compañeros, a quienes me unió una relación muy intensa que se proyectó a los padres que nos acompañaron en muchos de nuestros encuentros extraescolares”, dice en el comienzo.

En lo personal los recuerdos están asociados a sus hermanas y a su hermano, con quienes compartían “juegos y vereda”. 

“Con nosotros estaban María Eugenia Mujica y sus hermanos; Jorgelina Jung; los hermanos Picco, se destaca el recuerdo de Belén por edad y afinidad. En verano llegaban desde Buenos Aires Magdalena y Luisa Medina Zini y se establecían en la casa de su abuelo, el doctor Pedro Zini, a su vez nuestro pediatra y amigo de la familia; entonces inaugurábamos el ‘corredor secreto’ que salía del patio de la casa de la familia Zini sobre Avenida de Mayo y terminaba en el de nuestra casa de la calle Pueyrredón, atravesando la manzana”, recuerda. 

En su adolescencia frecuentó el Club Gimnasia y Sirio Libanés, en este último jugó al hockey en el puesto de arquera. “Tengo recuerdos especiales para Adriana Stanley, no solo como entrenadora sino por su calidad humana. También tengo los mejores recuerdos entrenando divisiones inferiores junto a mi amiga ‘Pelu’ Escobar”.

Con el deporte tuvo el honor de ganar la terna de Hockey en la Fiesta del Deporte del Diario LA OPINION, un hecho que recuerda en el inventario de vivencias que guarda de Pergamino. “También rescato como lugar importante para mí el Instituto Davreux, un lugar donde aprendí a nadar con mis hermanos, supervisados por Fernando de Mayo y Guillermo Calcagno”.

“Transité también por el Coro Municipal de Niños dirigido por Hugo Ramallo y también hice algo de tenis; participé de un curso de cocina para niños que dictaba la profesora Duzdevich y gracias a ese aprendizaje inicié mi primer emprendimiento, un delivery de tortas cuando tenía ocho años”, señala y cuenta que “yo preparaba las tortas, mi mamá encendía el horno y ponía un despertador que sonaba al tiempo de cocción en que debía llamarla para sacarlas del fuego. Mientras tanto, yo jugaba a las payanas en el piso de la cocina para que el tiempo se me pasara más rápido”.

Las vivencias que rescata de su tiempo en Pergamino de algún modo definen la esencia de su vida “lejos del pago”, como si en cada una de ellas rescatara su esencia, asociada a la preeminencia de los afectos, el descubrir de nuevas experiencias y la decisión de emprender.

 

Su primer viaje

Brenda viajó por primera vez a Estados Unidos con la intención de perfeccionar su Inglés. Se inscribió para au-pair y de ese modo tener residencia en una casa de familia y, al mismo tiempo, asistir a la Universidad.  “Para llegar a ese destino pasaba a cinco minutos del Pentágono y era 2001. El atentado y caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre puso fin a mi proyecto y regresé a Buenos Aires. Volví a trabajar en la Empresa  IIR y retomé mi carrera de Abogacía ya en trayecto final”, cuenta y menciona que en ese lugar había conocido a quien hoy es su marido: Sebastián Mariano, que había dejado el trabajo para poder dedicarse a lo que le apasiona: los caballos. 

 

Lejos del pago 

Actualmente viven en el Estado de Wyoming, Estados Unidos, a solo horas del Parque de Yellowstone, en un rancho frente a la montaña. “Nuestro lugar de vivienda y trabajo se llama Jan Pamela Polo Ranch y tiene el valor agregado de ser el espacio donde estuvo uno de los dos clubes de polo más viejos de Estados Unidos, el Big Horn Polo Club”. Su esposo está en relación directa con el polo desde 1997.  Trabajó, entre otros, para el actualmente mejor polista profesional norteamericano: Julio Arellano, para quien entrenaba sus caballos “nuevos”. “Con él tuvimos la posibilidad de ir a Inglaterra por motivos deportivos-laborales, donde jugó la Copa de la Reina y la Copa de Oro, los dos torneos más importantes de Europa. Allí vivíamos en Windsor, muy cerca del célebre Hipódromo de Ascot. Un acontecimiento hípico que, siguiendo normas estrictas, obliga a ir de frac y las mujeres lucen sombreros extravagantes. En Ascot tuve la oportunidad de trabajar como supervisora de la casa de las Sheikas del presidente de los Emiratos Arabes”, agrega refiriendo aspectos de sus experiencias “lejos de casa”.

 

Una decisión de vida

Aunque el circuito del polo profesional es muy exigente y obliga a los polistas y a sus familias a trasladarse a los lugares de juego que son muy distantes, ellos decidieron “quedarse en un lugar”.

“Nos encantaba Big Horn, Wyoming, conocido como ‘La Patagonia del Norte’”, menciona y confiesa que la decisión de establecerse en ese lugar tuvo que ver con la pasión de su esposo por los caballos. Brenda cuenta que es un pueblito que lleva el nombre en honor a uno de los caciques indígenas de la llamada Guerra entre la Nación Blanca y la Indígena. “Está a veinte minutos de Sheridan, ciudad de 17.000 habitantes, que es sede anual de uno de los rodeos más importantes del circuito profesional estadounidense. 

“Vivimos en nuestra casa de campo al pie de la montaña con dos arroyos que nos rodean. Los cambios constantes en la naturaleza nos permiten vivirla con intensidad. Nuestros niños, especialmente Tomás, que tiene cuatro años a diario ve ardillas, zorros, coyotes, ciervos, antílopes, patos, pavos, mapaches y conejos salvajes. 

“Yo he postergado mi profesión de abogada en función de este proyecto de familia. No es sencillo pero sí hermoso, criar a tres niños: Tomás; y los  mellizos, Joaquín y Francisco.

“Sebastián se capacitó en Doma India en la Argentina y en Equine Breeding Management (Manejo de cría equina) en Colorado State University, la meca de los estudios veterinarios en Estados Unidos. Fundó en el Jan Pamela Polo Ranch el primer Centro de Transferencia Embrionaria dedicado a la cría de caballos ‘Polo Argentino’ en Estados Unidos. También es el único domador certificado en Doma India, y es mediante este método que entrena/doma los caballos del rancho y de prestigiosos jugadores de alto handicap, tanto argentinos como norteamericanos”.

 

La vida familiar

La dinámica personal y familiar de Brenda se ha adaptado a ese estilo de vida. “Nos organizamos para llevar a Tomás a la escuela, a un centro educativo muy calificado, Big Horn School que incluye todos los niveles. Vivimos a varios metros sobre el nivel del mar y en medio de un clima continental que hace los veranos muy calurosos y los inviernos con mucha nieve. En lo cotidiano disfruto de la compañía y solidaridad de gente muy amable. Los norteamericanos de esta región son especialmente demostrativos y atentos. Una red de amigos reemplaza la distancia geográfica de la familia.

“El centro cultural y deportivo Ymca en Sheridan, a donde vamos con nuestros chicos, inicia sus actividades muy temprano. En verano tenemos la posibilidad de hacer trekking, pesca con mosca, acampar en la montaña o ir al lago. En invierno, hay actividades que tienen que ver con los deportes de nieve y también la caza. Sheridan ofrece muchas actividades culturales, así que eso nos da la posibilidad de asistir a muestras de fotografías, pinturas, una comedia musical quincenal, obras de teatro y cine extranjero todos los miércoles. En el verano recibimos la visita de los polistas y sus familias y ahí hablamos mucho en castellano; no así el resto del año ya que aquí casi no hay hispanohablantes”.

 

Costumbres argentinas

Cuenta que son los únicos residentes argentinos en el lugar y comenta que en ese contexto “van imponiendo gustos y costumbres”.

“Todos nuestros amigos y conocidos comen asado y empanadas y les encantan; y nunca falta el mate. Nuestra ‘familia’ de amigos norteamericanos, sudafricanos y un inglés, lo toman a la par nuestra. Es más, en honor al mate, las primeras yeguas que tuvimos a la venta llevaban el nombre de marcas de yerba: CBSe, Nobleza Gaucha y Taragüí”.

En su vida cotidiana han adoptado costumbres sencillas. “Decidimos no contratar servicios de canales de TV así que el televisor está solo para ver películas. Sí usamos servicios de Internet y aprovechamos muchas aplicaciones de nuestros teléfonos porque esto nos mantiene más cerca de los afectos. 

“No queremos que nuestros hijos pierdan sus raíces porque, aunque son nacidos aquí, tienen nuestra sangre argentina. Les hablamos en español todo el tiempo, salvo cuando está presente alguien que desconoce el idioma o cuando estamos en público”, cuenta y agrega: “Tomás usa la expresión: ‘Te quiero hasta la Argentina’ y eso me emociona porque tiene en cuenta a nuestro país, porque hay un cierto sentido de lejanía y porque siente que en la otra punta también es muy querido”.

Su esposo lee los diarios de Argentina y ella lee LA OPINION. “Más de una vez me encuentro conectada con mi mamá o a mis hermanos a través del teléfono sugiriéndoles que vayan a ver algo en Pergamino que leo en el Diario y que pienso que les puede interesar”, refiere.

 

La posibilidad del regreso

Cuando la pregunta la lleva a pensar sobre la posibilidad del regreso, confiesa: “Estamos construyendo una vida en este lugar, pero siempre imaginamos la posibilidad de proyectos que nos permitan ir y venir o hacer algo en ambos lugares.

En este momento la actividad de mi esposo está teniendo un gran reconocimiento. Yo soy abogada. Pienso que, quizás, en algún momento pueda desarrollar una actividad profesional que me permita ese desplazamiento”.

Mientras esos proyectos llegan extraña “la rueda interminable de mates, los ‘cafecitos’ en las confiterías con mis hermanos, los almuerzos familiares, los desayunos con todos los nenes alrededor y los helados de Venecia. “Cada 25 de Mayo y 9 de Julio cuando recibimos el mensaje de Feliz Día de la Patria nos emocionamos”, concluye.

 

PING PONG

Un club: Sirio Libanés.

Una calle: Pueyrredón.

Un maestro: María Beatriz Toia.

Una fiesta inolvidable: Mi casamiento en Mariano Benítez.

Un lugar de Pergamino: La casa de mis abuelos en calle Belgrano.

Una canción: “Bendita tu luz”, de Maná y Juan Luis Guerra.

Un amigo: muchos.

Un recuerdo: los almuerzos en lo de mi abuela Granny. 

Un pergaminense: Bernardo Kehoe, mi abuelo.

Un mensaje para Pergamino: sean más pueblo que ciudad.

Una ventaja de estar en otro país: vivir en una casa donde la puerta no tiene llave.

Una desventaja de estar lejos del pago: Muchas. Extrañar a la familia, los asados en lo de mi papá, las sobremesas, los amigos, las rondas de mates, las peñas, las caminatas en el Arroyo. Son muchísimas las cosas y personas que se extrañan.

 


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