Editorial

Ya funciona el low cost y desde algunos sectores se agitan fantasmas


El debate ya está sobre la mesa, porque los vuelos low cost (bajo costo) ya se realizan en la Argentina con sus pros y sus contras como sucede con toda actividad que se plantea como novedad. 

En principio el sistema existe en todo el mundo, donde hay vuelos tradicionales y otros de bajo costo, y es lícito que el lector se pregunte ¿en qué radica la diferencia entre ambos tipos de vuelo para que uno cueste dos, tres y hasta cuatro veces más que otro? La clave está en el servicio, no en la aeronave como explicaremos luego, no se sirven alimentos ni bebidas, tampoco hay azafatas, solo el personal de cabina. Se ingresa a los vuelos por la explanada y no por la manga, de modo que hay que caminar por la pista hasta la escalera del avión. Tampoco hay oficinas con empleados para la venta de pasajes, los que se adquieren por Internet.  Además operan desde pistas alternativas, donde aranceles son sensiblemente inferiores a los de los aeropuertos conocidos.

Estas cuestiones bajan de manera  notoria el costo de los vuelos, pero es necesario remarcar que las aeronaves en sí, por cuestiones de seguridad deben cumplir todos los requisitos que las del resto de los aviones que levantan vuelo en el país. Esta cuestión no es menor porque los gremios del sector advierten que hasta que no haya una tragedia no se darán cuenta de lo que sucede con este nuevo sistema. Agitan fantasmas complejos en este caso porque hay mucha gente que siente temor a volar, aun cuando los accidentes automovilísticos son mucho más profusos que los de aviación y los autos mil veces más inseguros que los aviones. Los sindicatos aeronáuticos más combativos, que son los que suelen organizar paros sin preaviso y dejan miles de pasajeros sin volar, se oponen a estos servicios low cost porque sienten que los viajeros se irán pasando al sistema más barato y ellos perderán sus puestos de trabajo en las aerolíneas. En sus planteos no contemplan la cantidad de oportunidades de trabajo para miles de personas que no tienen cabida en el sistema tradicional de aviación.

En este juego de intereses, el 22 de enero, a días del inicio de las operaciones regulares de Flybondi, la primera empresa que opera en la Argentina un Boeing 737-800 (LV-HKS) de la empresa no pudo completar su vuelo de promoción que incluyó a personal de la misma, amigos y familiares. El vuelo FO 2710 despegó a las 11:23 desde el aeropuerto de Córdoba pero tuvo que regresar y aterrizó sin inconvenientes a las 11:35 por una indicación de sobretemperatura en el motor.? El vuelo debía durar 22 minutos, pero duró tan solo 12. El 23 de enero pasó algo similar. No fue un buen comienzo y nos alerta sobre los controles que deben ejercerse en la Argentina, como sucede en el resto de los países del mundo donde existe el low cost.

La verdad es que se trata de un sistema de viajes aéreos baratos que permite democratizar los vuelos, permitir que las rutas aéreas se multipliquen y beneficien al ciudadano común para que pueda acceder a viajar en menos tiempo. Por eso es fundamental que en nuestro país se ejerzan los controles necesarios para que se viaje seguro en el low cost como en los vuelos de las grandes aerolíneas. Porque si el sistema funciona sin problemas en todos los países donde desarrollan la actividad, si aquí se ejercen los controles pertinentes a las aeronaves, no tendríamos que tener temores para volar más barato.

En el caso que nos ocupa Floybondi es una aerolínea de origen argentino que en los próximos cinco años buscará duplicar el mercado aerocomercial y transportar 8 millones de pasajeros hacia 2021 con los precios más bajos del mercado. Dentro de este plan, generará 1.500 nuevos empleos directos y 20.000 indirectos. No se trata de una inversión pequeña como podemos advertir a simple vista y si el sistema funciona bien con los controles necesarios por parte de la autoridad aeronáutica nacional, traerá un beneficio muy importante a la ciudadanía. No solo porque unirá muchos puntos del país extremos que hoy no son rutas aéreas, ayudando a integrar al país, sino que además permitirá que ciudadanos de distinta condición puedan acceder a volar, lo que hoy en día es prohibitivo por sus costos para muchos sectores.

La Aerolínea Floybondi tiene como aeropuerto principal El Palomar, aunque viene trabajando desde el 14 de julio de 2017 desde el aeropuerto de Córdoba. Se invertirán más de 30 millones de dólares estadounidenses en la construcción de una terminal de pasajeros. De esta manera, busca descentralizar el tráfico aéreo y menores costos de alquiler.

La realidad es que todo avance es importante para la Argentina si hacemos las cosas bien, si el low cost ha cambiado la fisonomía de los vuelos en tantos países del mundo, incorporando al ciudadano común a las rutas aéreas con las ventajas que eso implica, aquí debiera pasar lo mismo, si somos serios y controlamos a la empresa como corresponde. No hay nada extraño en esto que planteamos, solo hacer lo que corresponde, con responsabilidad y lograr un verdadero beneficio para que cada vez más gente pueda acceder a este servicio. 

 

Veremos cómo funciona el low cost en la Argentina y esperamos que además de los beneficios que naturalmente trae este sistema, las promesas de más empleo e inversiones abultadas se cumplan.


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