Editorial

Vermouth, papas fritas y De Vido a prisión


Finalmente y merced a los pedidos de desafuero -uno del juez Rodríguez en la causa por la presunta defraudación millonaria con fondos destinados a obras en el Yacimiento Carbonífero Río Turbio y otro de Bonadio en el expediente por presuntos sobreprecios en la compra de barcos de gas licuado durante el kirchnerismo-, ayer la Cámara de Diputados aprobó el desafuero de Julio de Vido.

La sesión comenzó al mediodía ya que el oficialismo consiguió el quórum con la presencia del macrismo, el massismo, la izquierda y el peronismo no kirchnerista. 

Mientras tanto, se desplegaba un circo mediático que inició en el domicilio particular de De Vido (donde finalmente no estaba) y continuó hasta entrada la noche, siguiendo la ruta del exsuper ministro hacia su destino carcelario. Un espectáculo innecesario, tanto desde el despliegue de fuerzas de seguridad como de cámaras, uno retroalimentando al otro y las últimas buscando la imagen de las esposas, el casco y el chaleco cual trofeo de coronación de una contienda iniciada ya tiempo atrás. Toda esta parafernalia no hace más que “abaratar” la calidad institucional de un proceso, degradando lo que estaba sucediendo en el Parlamento y la Justicia hasta dejarlo en el estatus de show. 

Lo que sucedió ayer fue algo lógico, necesario, pero embadurnado. Lógico y necesario porque si la Justicia tiene comprobado que existieron irregularidades (sobreprecios, desvíos, coimas) en la administración de los dineros y obras públicas por parte del entonces ministro Julio de Vido, y a su vez existe sobre él una presunción de que puede obstaculizar el avance de las investigaciones, destruir pruebas, amedrentar testigos o incluso profugarse, lo lógico y procedente es que se le disponga una prisión preventiva, para lo que previamente había que quitarle los fueron que lo amparaban. Hasta aquí, todo lo que corresponde en un país con apego a las normas, por no decir “normal”.

Pero en nuestra querida Argentina todo tiene otro cariz, generalmente extremista, por eso ayer tuvimos un episodio de más de 10 horas de telenovela, al mejor estilo Truman Show, con espectadores divididos por la grieta: los que festejaron el presidio creyendo que De Vido ya está condenado y los que siguen viendo que todo es un invento mediático y el exfuncionario un perseguido político. Ni lo uno ni lo otro.

A la hora de dirimir la instancia del desafuero, la Izquierda, que cuando se quiso excluir a De Vido entre las Paso y las elecciones generales se opuso por la ausencia de un pedido judicial, en esta oportunidad sumó su voto positivo, por lo que se logró fácilmente la mayoría necesaria

Notoria, escandalosa pero no sorprendente fue la ausencia del bloque Frente para la Victoria en la sesión del desafuero. Fracturado, el bloque de diputados anunció que no bajaba al recinto para la sesión especial.

Los integrantes de la bancada que conduce Héctor Recalde anunciaron su postura en una conferencia de prensa, casi en simultáneo con el inicio la sesión. Recalde dijo que pese a que hubo diferencias internas sobre la posición que debían tomar, “primó la organicidad del bloque” y esgrimió una excusa que le vino al pelo para no dar más explicaciones y expresar opiniones: “No vamos a bajar al recinto porque el oficialismo consiguió los dos tercios necesarios para aprobar el desafuero”.

Pese al espíritu de cuerpo, impropio en casos de corrupción tan flagrante, tres legisladoras del bloque kirchnerista, Ana Llanos (Chubut), Miriam Gallardo (Tucumán) y Ramón Tovares (San Juan), rompieron la omertá y bajaron igual al recinto para debatir el desafuero. También bajó María Emilia Soria (Río Negro), quien se manifestado a favor de votar el desafuero de De Vido.

La situación del exfuncionario generó una suerte de tsunami en el bloque kirchnerista en la Cámara baja. Y algunos integrantes de la bancada se mostraron dispuestos a soltarle la mano a De Vido, en un escenario donde se habían debatido varias alternativas: defender al exministro, pedirle que renuncie a su banca para evitar el escarnio de la sesión, dar libertad de conciencia para que cada diputado votara según su conciencia o no presentarse en el recinto. Finalmente, primó la opción de no bajar, la opción más barata y corporativa para pasar el mal trago. 

El presidente de la bancada K, Héctor Recalde, informó que en las reuniones que mantuvieron, los legisladores debatieron en libertad, aunque reconoció que hubo diferencias. En realidad fuentes cercanas al congreso dicen que el encuentro fue tenso, hubo algunos gritos y lo que se decidió, en realidad, fue esconderse y no ser parte de la foto del día del desafuero de De Vido. Un ministro al que, por otra parte, la mayoría de los K le debe favores y quizá más de uno sienta vergüenza de votar un desafuero cuando consiguió todo tipo de beneficios de parte del exfuncionario. Porque en las pasadas épocas de impunidad, ni en sus peores pesadillas ni los miembros del Ejecutivo ni los legisladores k imaginaban este final. 

Celebró en largo Elisa Carrió que, en soledad, denunciaba a De Vido hasta no hace mucho tiempo, ya que el súper ministro parecía un intocable, aun cuando su poder se había extinguido. Una red de relaciones judiciales y empresarias le daba cobertura, hasta que la presión de la diputada de Cambiemos comenzó a ganar adeptos y cayeron los telones. 

Si De Vido hablara, lo que es una adivinanza plantear a estas horas, comprometería a toda la estructura de corrupción de la Argentina y puede descubrir a muchos que a la sombra del poder se hicieron ricos sin riesgo. Hablamos de sindicalistas, de empresarios y hasta magistrados. 

También su prisión no hace más que escalar y llevar necesariamente a una situación límite a Cristina Kirchner, hoy ya senadora electa. Sin embargo que encarcelen a la exmandataria no sabemos si será positivo para este proceso de mani pulite que se vive en el país, porque estas cuestiones tienen repercusiones no deseadas dentro y fuera de la nación. Y al fin, la expresidenta es ahora una dirigente acorralada socialmente, derrotada en la única provincia donde reunía un lote importante de votos, que no puede retornar a su territorio de origen Santa Cruz ni siquiera para votar y que difícilmente pueda realizar una vida más o menos normal, porque si no va con custodia puede padecer un escrache. En los hechos, vive presa.

Lo que estamos viendo, queremos creer, es el inicio de un camino para terminar con la corrupción, pero falta mucho todavía, porque habrá que hacer gestos aleccionadores también hacia el sector privado, para que al fin se entienda de los dos lados del mostrador, que no queremos impunidad, nunca más. 

 

Lo interesante es que se avance, se conozcan las formas utilizadas para robar, se desactiven esas redes y, en la medida de lo posible, que la plata desviada vuelva al Estado y sean condenados quienes hayan cometido ilícitos con la pena que corresponda. Y si es necesaria la prisión preventiva, como sucedió con De Vido, que se aplique. Todo lo demás, es show. Y está de más.


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