Editorial

Si queremos salir adelante debemos enviar la corrupción a una hoguera


Si algo faltaba en esta suerte de gran destape de la corrupción que se vive en la Argentina es la aparición de Mariano Martínez Rojas, un empresario de medios que compró en su momento Tiempo Argentino y Radio América y que amenaza con revelar los nombres de exfuncionarios de la provincia de Buenos Aires, Formosa y Chaco, de la Aduana y del Banco Central que lavaban dinero de la obra pública. Esto siempre que “la Justicia dé garantías suficientes”, según puso como condición. Algo parecido a lo sucedido con Leonardo Fariña: gente que está en falta con la ley pero pone condiciones para someterse a ella. El temor que pueda tener es válido pero mayor es el temor que nos genera a los ciudadanos lo que esta gente deja al descubierto: en este país, ser útil a la Justicia (no vamos a decir en este caso ser buen ciudadano porque su accionar pasado no se corresponde con este concepto) se puede pagar con la vida. 

Martínez Rojas dejó hace un año el país por “amenazas e intento de secuestro de su mujer”. Pero ahora, por el avance en las causas que se ventilan de la gestión K, pesa sobre él un pedido de captura. Por eso lo primero que hará su abogado es solicitar la eximición de prisión, y presumiblemente lo hará apelando a la figura del “arrepentido” y ofreciendo la documentación que este personaje dice tener, respecto de maniobras de lavado de dinero que se habrían perfeccionado a través de estos medios de comunicación que, huelga decir, de prensa independiente no tenían nada. Lamentablemente, muchos periodistas que trabajaban en ellos quedaron “pedaleando en el aire” y luego literalmente en la calle porque se trataba de empresas que no eran genuinas en sus recursos, y ni bien terminó el flujo de dinero del gobierno kirchnerista que las alimentaba, todo se derrumbó como un castillo de naipes.  

Martínez Rojas mostró su disposición a colaborar con la Justicia luego de que el juez en lo Penal Económico, Gustavo Meirovich, ordenara su captura nacional e internacional en la causa por lavado de dinero en que se investigan maniobras con las declaraciones juradas anticipadas de importación por 300 millones de dólares durante el gobierno K. Y para mejorar su situación, hace circular la información que tiene “una valija con 70 kilos de documentación” para respaldar su eventual confesión y, como siempre sucede en estos casos, afirma que solo era un “empleado” que cumplía órdenes, porque al fin nadie quiere quedar, cuando la Justicia anda detrás, como el organizador del negocio sucio, porque las penas son muy distintas para un simple “valijero” que para un jefe de asociación ilícita. Además quiere exiliarse en Estados Unidos, la verdad es que falta que pretenda que el Estado Argentino le pague una vida de lujos en el Hilton de Manhattan, a cambio de datos. Podrá no haber sido el organizador pero lo que es seguro es que no cumplió las órdenes que le impartían de manera gratuita; esos favores se pagan y muy bien, lo que –de no estar registrado con un recibo de sueldo o factura- constituye además un enriquecimiento ilícito.

El modus operandi, en una rápida pasada, fue explicada por Martínez Rojas: “Yo recibía, por ejemplo, cheques de refacturaciones de obras públicas de Formosa que se depositaban en cuentas de empresas que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires y luego se sacaba en los bancos el dinero en efectivo”. Entre  2014 y  2015, afirmó que con ese procedimiento se movieron “50 millones de pesos por semana”. En fin que el juez Meirovich investiga a 56 empresas truchas usadas para fugar los dólares del país.

Este empresario que en realidad es más parecido a un delincuente que a un hombre de negocios, no es el único que se relaciona íntimamente con la corrupción, porque detrás del funcionario que vehiculiza los negocios sucios y es el primer responsable, aparecen los que desde el sector privado se han enriquecido de manera ilícita a límites más que visibles. No estamos contando nada nuevo, en la Argentina durante décadas han existido los negocios entre el Estado y los privados. El papel de “bobo” lo hacía el Estado que siempre perdía, los funcionarios se llenaban los bolsillos y un grupo de empresarios se hacían millonarios.

Sin embargo el descaro de la última década donde la corrupción se hizo exponencial, puso sobre la mesa los delitos de este tipo en carne viva y provocó repulsión en todos los ámbitos de la sociedad. Como el asco y el repudio es mayoritario y manifiesto, cosa que antes nunca sucedió (recordemos que en tiempos de Menem algunos gestos de opulencia eran incluso festejados por amplios sectores) es que estamos en un momento bisagra respecto de la lucha contra la corrupción.  Es el momento ideal para poner fin a la impunidad de quienes delinquen en y con el Estado; funcionarios y privados deben terminar en el banquillo de los acusados y cada uno recibir sanción sobre la base de su responsabilidad. De lo contrario, no habremos avanzado nada en lo que hace a este tema de la corrupción, ya que es la impunidad lo que ha permitido que este tipo de negociados hayan hecho “próspera” a tanta gente en nuestro país. Los funcionarios malversaron pero los privados que fueron parte también configuraron un delito. 

Lo principal a tener en cuenta es que la corrupción es inherente al ser humano y que en toda gestión pueden aparecer sujetos cometiendo ilícitos. Lo que no puede suceder más es que se active prácticamente en el seno del Estado toda una estructura al servicio de los negociados, en la que el que no era parte, al menos lo sabía.  

Lamentablemente en la Justicia Federal las relaciones non sanctas son tanto con funcionarios como con empresarios, por eso ha sido y es tan difícil avanzar en esta temática y lograr que los ladrones, de un lado y otro del mostrador sean juzgados. Es muy indicativa la sospecha respecto de una red de amistades, influencias y dinero que corre en Comodoro Py. De lo contrario, hace ya muchos años que estos delitos no serían permanente noticia en la Argentina, lamentablemente.

Al fin, la corrupción es una de las razones, aunque no sea la única, por la cual nuestro país nunca termina de ser “una promesa de futuro”, una nación “en vías de desarrollo”, siempre esperando para dar un salto cualitativo que nos ubique como el país rico, serio y sustentable que hubiésemos podido ser. 

 

Estamos frente a una oportunidad de cambiar nuestra propia historia, no tenemos por qué resignarnos a un destino de país pobre, al que se lo devora la corrupción. Nadie dijo que sería fácil, pero es claro que no es imposible.


Otros de esta sección...
BuscaLo Clasificados de Pergamino y su región
Buscar en Archivo
Tapa del día
00:00
15:42
Errores:  0
Pistas:  38

Tu mejor tiempo:
12:07
Registrate o Ingresá para poder guardar tus mejores tiempos.

Nueva Partida
1 2 3 4 5 6 7 8 9
Editorial
Funebres
Perfiles Pergaminenses
Lejos del pago
Farmacias de turno

LO MÁS LEÍDO