Editorial

Se estudia un paliativo para el sistema electoral ya desgastado


El escándalo electoral en Tucumán, donde la oposición denunció al gobierno de José Alperovich de haber cometido fraude en los últimos comicios provinciales; el escandaloso escrutinio en Santa Fe en las Paso donde quedaron mesas sin recuento y la percepción que se generaliza de que el sistema electoral está obsoleto en la Argentina hizo que la Cámara Nacional Electoral y la Dirección Nacional Electoral, que depende del Ministerio de Justicia, analicen por estas horas una iniciativa que logre garantizar la mayor transparencia de los comicios generales del 25 de octubre próximo. De lo que se ha hablado hasta el momento es de la incorporación, solo de manera complementaria, de la boleta única al sistema de votación.

En realidad es descabellado que con lo poco que para las presidenciales se pretenda instrumentar una modalidad alternativa que, además de no contar con la preparación de infraestructura, complicaría más aun el escrutinio. La problemática urge, es verdad, pero no de ahora sino desde hace años. 

Lo que se pretende es utilizar una boleta única, o quizá en un voto electrónico con respaldo en papel como se utilizó en la Ciudad de Buenos Aires. No obstante es fundamental apelar a la honestidad de quienes controlan el acto eleccionario, porque si se parte de la mala fe de quienes participan en sectores claves de apertura de urnas y de carga de votos, no existe en el mundo sistema inviolable. Lo que podemos aspirar es a sistemas más sencillos y con menores posibilidades de actitudes fraudulentas. Porque el clientelismo existe y contra ello no hay voto electrónico ni boleta única que pueda resolver ese problema cultural que tenemos del trueque de votos por favores políticos, entrega de mercadería o materiales de construcción. Esa tarea de concientización del votante, comenzando por dirigentes inescrupulosos, no se resuelve cambiando el sistema sino con educación cívica y lucha contra la pobreza, que es el sostén de la estructura clientelar tan arraigada en muchos puntos del país. Nadie debe votar por un bolsón de comida, pero si lo necesita en forma desesperada, es peor la actitud del que lo da sabiendo de la necesidad del otro que del pobre que la recibe y da a cambio lo que le piden.

La propuesta que se está analizando a estas horas proviene de la organización Red Fiscal y fue ideada para evitar el robo y el faltante de boletas en el cuarto oscuro, una de las trampas más frecuentes en los comicios. La organización Red Fiscal propone que la boleta única sea complementaria a la boleta sábana y que se utilice sólo cuando un votante no encuentre en el cuarto oscuro la papeleta de su preferencia. Para ello, el presidente de mesa deberá contar, el día de la elección, con una provisión de boletas únicas a disposición de los sufragantes. En realidad, este sistema sólo evita el robo de boletas, que no es poco, pero nuestras elecciones, la verdad, están teñidas de muchas otras artimañas aun no solucionables con estos cambios.

Los problemas con que se encuentra la Justicia Electoral es que con tan poco tiempo habría que capacitar otra vez a todos los presidentes de mesa e instrumentar un nuevo sistema de conteo de votos. Esto, sin contar con las confusiones que podría generar este sistema de votación paralelo entre los votantes.

La principal ventaja que presenta la boleta única es que desalienta el robo de papeletas en el cuarto oscuro. Esto es así por cuanto contiene impresos en una misma boleta los nombres de todos los candidatos y el votante sólo tiene que marcar aquel de su preferencia. No es un mecanismo ajeno al sistema electoral vigente; al contrario, en la actualidad se aplica para el voto de los presos en las cárceles nacionales y de los argentinos en los consulados extranjeros. En esos sitios no se ponen las extensas boletas de todos los partidos sino una papeleta única con el nombre de los postulantes de todos los partidos para hacer una marca en el que prefieran.

Después de lo que sucedió en Tucumán, la oposición apoyó la posibilidad de incorporar la boleta única complementaria en las elecciones de octubre, porque aunque la reforma electoral tiene que ser más profunda, por el momento, se buscan sólo algunos paliativos. Lo ideal es que para el próximo proceso electoral, en dos años, ya tengamos un sistema electoral nuevo, más moderno y acorde con la mayor transparencia posible. Porque el voto es una herramienta fundamental de la democracia. Es la voz de la gente puesta en una urna. Veremos si este impulso de cambio persiste luego del 25 de octubre o si esta intentona responde a congraciarse con una demanda del actual electorado.

 

La iniciativa sólo se podría materializar por medio de una ley del Congreso. Por tratarse de una modificación del régimen electoral, el Gobierno no puede apelar a una resolución o a un decreto presidencial. Por ende, más allá de la buena voluntad que exprese la oposición, sería fundamental el apoyo del oficialismo, que domina ambas cámaras. Además, la ley exige una mayoría agravada para este tipo de modificaciones, y las mayorías especiales sólo se logran con los dos tercios de los votos. Allí se verá si el Gobierno tiene intenciones de hacer más transparentes los comicios.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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