Editorial

Otra vez Boudou, el vicepresidente que da vergüenza ajena


El vicepresidente Amado Boudou se ha convertido en la marca de Caín para el Gobierno. No es que su caso como declarado corrupto sea el único pero sí es el más emblemático debido a que ocupa el segundo lugar al mando político del país y fue especialmente elegido por Cristina Fernández para ocupar ese puesto. No es sólo un pésimo ejemplo para las generaciones políticas venideras que terminarán creyendo que el poder lo hace todo posible, hasta las mayores ilegalidades, sino que es una vergüenza para el presente, de cara al mundo y para todos los ciudadanos, incluidos los oficialistas que no saben cómo llevar la mochila de Boudou en sus espaldas. ¿Cómo creer en la transparencia de un país en que el segundo en mando está involucrado en todo tipo de maniobras fraudulentas mientras la primera mandataria lo sostiene y apaña? ¿Cómo llegará la inversión extranjera que tanto se necesita si la corrupción vive en la cúpula del poder? ¿Cómo no presuponer entonces que de ahí para abajo todo es posible en Argentina?

Este 2014 es el año del vicepresidente, pero no por sus éxitos e intervenciones sino por las acusaciones, investigaciones y los procesamientos que recibió, desde apropiarse de parte de la imprenta Ciccone hasta falsear documentos de un viejo auto suyo. Las causas se inician por la valentía de algún fiscal y luego entran en el sinuoso camino que la Justicia sigue para las causas que rozan el poder, de donde los magistrados “neutrales” son misteriosamente apartados para dar lugar a otros sospechosamente más lentos en sus decisiones.

El lunes último se le sumó al vice un pedido de un fiscal para que declare como sospechoso de haber recibido vuelos de regalo en helicóptero y en avión a Necochea para participar de un acto político.

El delito por el que lo acusan es el de recibir dádivas, las que normalmente tienen una contraprestación en algún contrato u otras cuestiones ligadas al poder. Este delito está contemplado para funcionarios y su pena es de hasta dos años de prisión. Por esta misma causa, el fiscal Carlos Rívolo, el mismo que investigó a Boudou por Ciccone hasta que lo apartaron de la causa, pidió que sea indagado el exintendente de Necochea Horacio Tellechea, y los empresarios Marcelo Scaramellini y Nazareno Natale, que pagaron los vuelos. El juez federal Luis Rodríguez recibió el pedido del fiscal y analiza citar a Boudou a indagatoria antes de fin de año.

De concretarse la indagatoria, sería la tercera que prestará el vicepresidente este año. La primera fue el 9 de junio por el caso Ciccone, causa en la que el juez Ariel Lijo lo procesó por negociaciones incompatibles con su función. Antes de fin de año, los jueces de la Sala I de la Cámara Federal decidirán si confirman o no ese procesamiento.

La segunda indagatoria la brindó ante el juez Claudio Bonadio el 23 de julio pasado, en la que se defendió por haber anotado a su nombre un auto con datos falsos. La Sala II de la Cámara Federal, por unanimidad, confirmó su procesamiento, con lo que el vicepresidente está a las puertas de un juicio oral, cuando se designe un tribunal para el caso.

Ahora, el fiscal Rívolo pidió que Boudou sea indagado por recibir dádivas, el mismo delito por el que está acusado en dos causas el exsecretario de Transporte Ricardo Jaime, además de enriquecimiento ilícito y otras irregularidades. Boudou debe responder por qué el 17 de diciembre de 2011, a poco de asumir como vicepresidente de Cristina Kirchner, viajó a Necochea para inaugurar la temporada de verano.

Dice el fiscal que estos traslados en aeronaves privadas hasta Necochea eran gratuitos para Boudou  y para el intendente Tellechea. Es decir que los gastos que en total demandaron los vuelos referidos fueron afrontados por particulares en consideración de los cargos del jefe comunal y del vicepresidente. Tanto Natale como Scaramellini afrontaron todos los gastos de la operación según la fiscalía.

Los asesores de Boudou le restan importancia al hecho, porque afirman que no hubo para estos empresarios contratación posterior alguna. Por su parte los empresarios dicen que el vuelo fue de cuatro minutos y fue un favor que  pidió el intendente para el vice. Es claro que no se trata de la causa Ciccone, ni de papeles adulterados en este caso. Pero es una muestra más del desapego a las normas y la sensación de impunidad que produce el poder en algunas personas.

En la causa declararon los pilotos y un promotor de negocios de “Alas del Fin del Mundo” que explicaron que el vuelo no fue pagado porque se trató de un vuelo de demostración para convencer a Boudou de que utilizara el servicio de la firma en el futuro para sus traslados.

Scaramellini, piloto del vuelo en helicóptero y director de la empresa Ecodyma, declaró ante el juez que su aparato estaba en Necochea para realizar un relevamiento para una obra y que el traslado al vicepresidente fue como “una gauchada”. Ecodyma Constructora S.A. se dedicaba a la obra pública en la provincia y hasta se asoció alguna vez con Austral Construcciones, de Lázaro Báez, contratista del Estado. Parece que en el rubro construcciones todos se conocen.

En fin que el vicepresidente ha tenido un año judicialmente movido y terminará de la misma manera, con investigaciones y citaciones. 

Realmente, la presidenta Cristina Kirchner parece haber tomado la decisión de concluir juntos su mandato con el vice, pero la vergüenza ajena que sentimos la mayoría de los argentinos no nos la quita nadie e insistimos, es un pésimo ejemplo para los que aspiran a llegar al poder.


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