Editorial

Nada será igual después de Saint Amant


La semana pasada se bajó el telón a un episodio de nuestra historia que, tal vez por haberse producido “en capítulos”, pasó algo desapercibido para el común de los pergaminenses: culminaron las audiencias locales que se enmarcan en la mega causa Saint Amant II por crímenes de lesa humanidad. Por su volumen, dada la cantidad de testigos que a su vez responde al importante número de causantes (detenidos desaparecidos), y por la dispersión territorial de los involucrados, de forma inédita, el juzgado federal a cargo  autorizó que el tribunal viaje por las ciudades del norte bonaerense, donde se referían las causas.

Que un tribunal federal haya trabajado en Pergamino ya es, de por sí, un hecho nunca antes producido. A esto se suma la enorme fila de testigos que circuló por el recinto del Concejo Deliberante, los relatos escuchados, en primera persona y en vivo y directo, de sucesos desconocidos por algunos, olvidados por otros y aun en carne viva en muchos vecinos, a los que se podía identificar durante las audiencias al ver cómo asentían con sus cabezas al escuchar cada testimonio mientras que, en cambio, la gran cantidad de adolescentes que participó reaccionaba con su boca semi abierta en actitud de asombro. 

Este juicio es una etapa más en la larga lucha de familiares y miembros de asociaciones que bregan por los derechos humanos, para conocer el destino de nuestros vecinos durante la dictadura. Para la ciudad toda, un hito en su joven historia.

Los concejales aprobaron que fuera en el mismo recinto deliberativo donde se hicieran las audiencias y el público pudo concurrir libremente para ver cómo se desarrollaban los juicios. Alumnos de secundario y vecinos, muchos de los cuales por primera vez tomaban contacto con un juicio, fueron parte del auditorio.

Pasaron testigos por ese recinto, familiares y amigos de militancia para narrar  hechos relacionados con el secuestro y desaparición de Leonor Pierro, María Cristina Lanzilloto, Carlos Benjamín Santillán, Luis Ceccón y Gerardo Pérez. Todos de Pergamino, hoy desaparecidos, a excepción de Pérez y Ceccón, cuyos restos fueron identificados y restituidos a sus familias en 2009 y 2011 respectivamente. 

También desfilaron expresos políticos y secuestrados que conservaron la vida y dieron luz a la mecánica utilizada por los represores. Lugares, formas de torturas, situación de los desaparecidos al momento de ser “chupados” y en muchos casos identificaron a quienes participaron.

Hubo momentos de hondo dramatismo en esos testimonios que se escucharon en nuestra ciudad, generando un hondo silencio y algún sollozo entre los presentes. Por eso, los que atestiguaron contaron con el apoyo de una psicóloga que los sostuviera, aun durante la declaración. No era fácil ni exento de dolor traer a la memoria aquellas circunstancias terribles de hace 30 años.

Jueces, fiscales, los imputados, los testigos y los presentes, presenciaron todo el desarrollo de cada caso. 

Salía a la luz una historia para muchos desconocida, respecto de la suerte de aquellos jóvenes, arrancados de sus viviendas una noche y a los que jamás volvieron a saber de ellos.

Ahora queda en la ciudad el suspiro, la sensación de alivio tras el deber cumplido: el de aportar y ser parte de una instancia que busca poner justicia donde no la hubo, para enmendar aunque no sanar este mal que sigue doliendo. La “caravana judicial” que se inició en San Nicolás, ahora sigue su derrotero en San Pedro.  

El gran ausente en las audiencias es el principal acusado, el exteniente coronel Manuel Fernando Saint Amant, cuya defensa planteó que no está en condiciones psíquicas de enfrentar el enjuiciamiento y obtuvo una excención médica. El era el jefe del Area Militar 132 con base en San Nicolás durante la última dictadura, al que respondían todos los mandos medios y bajo de nuestra ciudad y la zona, entre ellos los militares retirados Norberto Ricardo Ferrero y Antonio Bossie, y los expolicías bonaerenses Edgardo Mastandrea, Roberto Guerrina, Julio Almada, Luis Sinigaglia, Juan Alberto González, Daniel Quintana, Carlos Rocca,  Miguel Angel Lucero, Clementino Rojas y los pergaminenses Arnaldo Bolmeni y Guillermo Adrover.

En la causa denominada Saint Amant II se acumularon 15 expedientes con casos de 76 víctimas del terrorismo de Estado, provenientes de las localidades bonaerenses de Pergamino, San Nicolás, Baradero y San Pedro. Ya lo que se expone es lo que fue el aparato represivo en toda la zona norte de la provincia de Buenos Aires, y entre militares y policías fueron quince los imputados.

Además del militar Saint Amant, en el juicio están acusados por delitos como privación ilegítima de la libertad, tormentos y homicidios.

Los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y José María Escobar Cello del Trubunal Oral Nº 1 de Rosario escucharon aquí, y seguirán escuchando en las otras ciudades a los testigos y finalmente, luego de la recorrida por San Pedro y luego Baradero, volverán a San Nicolás, donde dictarán la sentencia definitiva.

La realidad es que nada devuelve la vida y en ese aspecto, las heridas están en la ausencia. Pero los juicios forman parte de lo que humanamente se puede hacer, que es conocer la verdad y juzgar a los responsables. No hay más remedio que conozcamos para una tragedia como la que vivió la Argentina. 

Quizás tras el fallo Saint Amant II, muchos podrán comenzar el duelo definitivo de aquellos seres que han perdido irremediablemente. 

La Justicia no es reparadora ante la muerte, porque indudablemente no devuelve la vida, pero ofrece un camino de verdad y de penalidades, que alivia el dolor de las pérdidas para respirar un poco mejor los días que queden por vivir.


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