Los temas sociales que no están en la agenda de los políticos

Mientras se desarrolla la campaña electoral y el Congreso está claramente paralizado, muchos temas sociales, económicos e institucionales no figuran en la agenda de los legisladores. Siempre en la coyuntura, en los temas de rédito instantáneo o en la eterna pelea en la grieta por la que pasan todos los asuntos, vamos perdiendo oportunidades de saldar las deudas históricas con la sociedad. Particularmente hay temas en constante evolución que, mientras nuestros legisladores no atienden, avanzan y nos atraviesan en la vida cotidiana, terminando muchos de ellos en la vía judicial particular por la siempre inexistencia de una legislación general.  

En realidad, un país es mucho más que el círculo rojo de la dirigencia, las empresas o los medios que tantas veces marcan una agenda que, honestamente, está muy lejos del hombre de a pie. 

En Chile, sin ir más lejos, se aprobó el proyecto de ley de aborto en tres causales para despenalizar así la interrupción del embarazo cuando está en riesgo la vida de la madre, cuando el feto es inviable o cuando ha ocurrido una violación. No fue fácil, porque los conservadores intentaron bloquear la propuesta de todos los ángulos posibles, pero se debatió y legisló. Es un tema crucial, en el cual prima la objeción de conciencia, pero por más duro que sea hay que tratarlo para salir de una vez por todas de la realidad que dice que quien tiene dinero tiene un camino allanado en tan difícil situación y para quienes no, les espera un largo camino judicial que a veces llega tarde o incluso la muerte en ámbitos de la clandestinidad.

Este tipo de temas generan conflictos en las sociedades porque en todas hay sectores ultraconservadores que saldrán a oponerse, situación más que suficiente como para que una mayoría de legisladores prefiera no tocarlos estos, así no “quedan mal” con nadie. Al fin la especulación siempre está presente en algún rinconcito de sus corazones.

Casi de la mano de lo anterior va la ley de adopción, que en nuestro país espera una reforma profunda y en serio, no los parches inocuos o por provincia que se han venido haciendo. Los legisladores saben que en la Argentina se esperan años y años en una lista de espera para ser padres adoptivos, muchos se cansan y terminan recurriendo a la ilegalidad para obtener un bebé. Pagan a una matrona para que consiga una embarazada que les entregue el chico. O se entablan relaciones directas entre madres que quieren dar a sus hijos y futuros padres ávidos de serlo, incurriendo en el delito denominado “guarda puesta”. Y la peor variante es la que encuentra a un “intermediario” entre estas partes que terminan en una guarda puesta. De este modo se termina en un negocio repugnante, francamente. Pero ante trámites interminables, lentos y desmoralizantes, del siglo pasado, la gente va encontrando la vuelta y se producen estas situaciones totalmente irregulares que, una vez advertidas por el Estado, son imposibles de revertir, incluso cuando lo que sucedió fue una compraventa de un ser humano. 

Nadie toma en serio la problemática para estudiarla, hacer un diagnóstico serio y aprobar una nueva ley. No solo porque traería soluciones a los matrimonios sin hijos que quieren adoptar sino para ayudar a muchas chicas que pasan por un embarazo adolescente y no teniendo un sistema ágil y normal para dar a su hijo, termina cayendo en el aborto clandestino con consecuencias que a veces llevan a la muerte.

A las mujeres no les gusta abortar, no es su naturaleza matar al niño que llevan dentro y las que llegan a esta situación es más por desesperación que por opción, aunque haya excepciones como en todo. Creemos que con un sistema de adopción bien hecho, como los que hay en otros países, quienes hoy llegan al aborto, preferirían dar a su niño.

En estos temas necesitamos ser sinceros y crudos para plantear la cuestión, no ganamos nada tapándonos los ojos ante la realidad que vivimos. Sin embargo los legisladores saben que trabajar sobre este tipo de leyes es un trabajo enorme y el rédito quizá no sea instantáneo, de modo que por incapacidad para asumir un tema tan serio o por especulación, nadie se pone a estudiar el modo de resolver el problema de la adopción en la Argentina. 

Con lo que se tardó para tratar el tema de aceite de cannabis medicinal, no queremos imaginar lo que pasaría si tenemos que tratar la marihuana recreativa, al estilo de la ley que se aprobó en Uruguay; al menos por un tiempo como se planteó en el vecino país, para evaluar qué sucede con el narcotráfico y cuán preparada está la sociedad para convivir con esta posibilidad. Pero no planteamos que deba aprobarse la misma ley sino que no debemos esconder el tema, hay que debatirlo hasta lograr agotar un asunto tan serio como el de la droga más liviana que se conoce. 

Quizás los legisladores abreven en ejemplos del pasado, cuando algunos temas como la “muerte digna”, fue y vino del recinto sin lograr su aprobación en más de una oportunidad, conservadores y sectores reactivos de la Iglesia se oponían furiosamente y al fin, los diputados que estaban en principio de acuerdo, luego se echaban atrás porque no soportaban las presiones ni siquiera de grupos minoritarios aunque poderosos en su forma agresiva de comunicar. Al fin, el miedo a la crítica  (o a perder votos en la elección siguiente) paralizaba a los diputados y dejaban de lado su convicción para quedar bien con estos sectores, olvidándose de la sociedad en su conjunto.

Cuando se asume como legislador se supone que se llevan al Congreso ideales, propuestas y firmeza, que los diputados y senadores no son solo un grupo de privilegiados desesperados por quedar bien con todos los sectores al mismo tiempo. Porque el resultado es el que vemos: los temas sociales no se tocan, no porque no sean urgentes sino porque no ofrecen réditos inmediatos (votos) , especialmente, porque pueden ser causa de antipatía en algún sector del electorado.

Lo que no tienen en cuenta los legisladores es que hay un colectivo de hombres y mujeres que hace años espera soluciones a problemas que no siempre están en la agenda política y mediática, pero no por eso son menos importantes para tantos argentinos.