Editorial

La verdadera grieta que por momentos se transforma en abismo


Diversas agrupaciones de gremios docentes y otros tantos maestros particulares llegaron al Congreso para realizar una manifestación en defensa del paro de 48 horas a raíz del conflicto por las paritarias con el Gobierno nacional. La Plaza de los dos Congresos fue el espacio elegido por la mayoría de los gremios para concentrarse e iniciar la movilización hacia el Palacio Pizzurno, donde se ubica el Ministerio de Educación.

En realidad, el motivo del paro no es solo por la oferta salarial de cada provincia que, a falta de fondos, ofrecieron el 18 por ciento y en algunos casos menos, sino la falta convocatoria del Gobierno nacional a paritaria federal docente. Según los gremios se trata de una obligación legal, sin embargo -y en esto hay que sincerarse hasta el hueso- no es viable ni ajustado a la realidad. Poco se explica y nada se recuerda respecto de que la Nación no tiene escuelas a cargo y no paga ningún salario docente. ¿Cómo y por qué entonces debiera convocar a una paritaria? O lo que es peor, si lo hiciera ¿cómo la cifra que se acuerde puede tener asidero con la realidad de cada provincia, que al fin es la que deberá pagar? 

Por esta última razón, el ministro de Educación, Esteban Bullrich, decidió que este año su cartera ni siquiera establecería un número como parámetro nacional para los docentes, no obstante la Casa Rosada fijará un tope del 20 por ciento para los aumentos salariales en todos los rubros. 

¿Es lógico que desde el Ministerio de Educación de la Nación fijen un salario en función de presupuestos que tienen las provincias que son las que deben administrarlo?  La respuesta a este interrogante es de sentido común. 

La discusión, en todo caso, es si cuando se provincializó la educación, en épocas de Carlos Menem, se tuvo en cuenta el peso que se transfería a los presupuestos de las provincias, en este país que desde hace décadas tiene la frazada corta. Pero tampoco es esto lo que está en debate en este momento porque la cuestión salarial termina tragándose todos los temas que hacen a la educación. De todas maneras y dado que cada región se hizo cargo de sus escuelas, la Nación aporta 22.000 millones de pesos (a cifras de este año) a las provincias para que puedan pagar los sueldos de los docentes.

En este marco de tirantez de los gremios con los gobiernos provinciales se sucedieron hechos curiosos, al menos, como lo sucedido en la provincia de Buenos Aires donde se educan cinco millones de niños (de los 12 millones del país). Los gremios concurrían a las negociaciones paritarias aún cuando ya se habían comprometido a hacer el paro nacional previsto de modo que cualquiera hubiese sido la oferta, la huelga ya estaba decretada.

Es por esta razón que en los sondeos de opinión, la mayoría de los encuestados considera que el paro es “político” contra el Gobierno de Mauricio Macri, aun cuando esa misma mayoría reconoce que la oferta salarial es baja y opina que los docentes deberían tener mejores salarios. En ese punto está la cuestión social respecto del paro.

De todas maneras esta huelga enfrenta otra problemática: el Gobierno está haciendo uso de todas las herramientas legales que tiene para sancionar a quienes se pliegan. En la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, dictó el último viernes la conciliación obligatoria con los maestros bonaerenses y advirtió que aquel que no se presentara a trabajar sufriría el descuento del día en su salario mensual. Además la gobernadora María Eugenia Vidal pedirá sanciones económicas para los gremios que hayan comandado la medida de fuerza que son la mayoría de los sindicatos.

Llegado a este punto y con las aulas vacías la Iglesia intentó un acercamiento entre los sindicatos y el Gobierno, pidiendo a ambos “bajar la escalada de confrontación”, en un conflicto que se profundiza porque se trata de un año electoral.  Pidieron más diálogo y que ambas partes cedan un poco para lograr un acuerdo. No sabemos si su voz será escuchada, ya que se registra demasiado “ruido ambiente” en este caso.

Lo que sospecha el Gobierno, sobre la base de las cartas que están sobre la mesa, es que esta huelga docente tiene un componente político dado que varios gremios son kirchneristas y buscan esmerilar al oficialismo en el año electoral, y no escapa al análisis que, en este sentido, los docentes están haciendo punta respecto del rechazo de un aumento del piso salarial del 18 por ciento, porque detrás de este acuerdo vendrán los aumentos a empleados estatales, a la policía, los hospitalarios y judiciales. De manera que el conflicto, más temprano que tarde, se extenderá a estos otros sectores. Sin olvidar que los médicos de los hospitales públicos de la provincia vienen con paros permanentes desde el año pasado, en reclamo de recomposición salarial.

Lo que quizá no se pone a consideración es que la crisis económica que atravesamos, para tratar de reacomodar el país, la padecemos todos los sectores, desde las Pymes, los obreros de los distintos rubros, las industrias, los comercios y, también, los estatales y entre ellos, los docentes. Esta es la realidad: estamos en crisis y todos los sectores están haciendo el esfuerzo como saben y pueden. A los asalariados de muchos rubros no les alcanza y tampoco el sector que invierte está ganando como esperaba. Pero priorizan, ambos, “aguantar” no con poco esfuerzo pero sabiendo que así es mejor que tener que cerrar, donde ambos pierden. Y como telón de fondo a este momento recesivo, el Estado también recauda menos. De esto se trata una crisis. En algún punto, como dijo la expresidenta Fernández de Kirchner, los docentes abusan de su estabilidad laboral y plantean una lucha que no hace más que alejarlos de la realidad de todos los demás trabajadores. 

No es que se esté poniendo el dinero de los docentes en otro lado sino que no hay más dinero, porque lo que pasa en las calles sucede también en el Estado: si al pueblo le va mal, al Estado también; si al empresario le va mal, al empleado también.

Al fin, los paros no parece que vayan a dar ningún resultado, ni siquiera en un año electoral, porque las provincias no tienen fondos suficientes aún con el apoyo que da la Nación, para los incrementos salariales que pretenden los maestros. De modo que lo que se persigue, en forma abierta o solapada, es generar un estado permanente de malestar social, en una semana que ya se ha dado en llamar “súper martes” con algo de ironía, porque hoy está la marcha de la CGT, que se junta al paro docente y a un paro nacional de estatales decretado por la ATE. Como todos los sindicatos marchan a la Plaza de Mayo, se trata de un virtual paro general porque se abandonarán las tareas para concurrir a la marcha que, seguramente, será multitudinaria como se prevé. 

Si tomamos cierta distancia de los conflictos puntuales es claro cómo se desarrolla, en el año electoral, los conflictos de los sectores; esta es la verdad descarnada, de lo que está sucediendo. Porque es la economía la que, al fin, genera más o menos paz social y están los que aprovechan los momentos difíciles que atravesamos para llevar agua para su molino. Esta es la verdadera grieta que por momentos se transforma en abismo.


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