Editorial

La planificación urbana debe ser la Biblia de nuestro crecimiento


Hemos planteado en otras oportunidades la ausencia en Pergamino de un plan estratégico para el desarrollo pleno de la ciudad, y en este marco una de las problemáticas más serias es la falta de planificación urbana. 

Ver crecer a la ciudad es siempre gratificante, hasta llena de orgullo que foráneos, sin vínculos previos con Pergamino, la elijan para concretar aquí su proyecto de familia, profesional o comercial. La sensación de pujanza que da ver obras en construcción, torres nuevas donde antes había solares o casas semiderruidas, loteos en todos los puntos cardinales, barrios privados en zonas fuera del casco urbano, es impagable. Pero al mismo tiempo, plantea cuestiones que atender, las que por el entusiasmo de unos o el afán de progreso de otros, no debieran pasarse por alto. Que se trate de un beneficio para la ciudad no implica un cheque en blanco ni una actitud pasiva y complaciente. 

Todo lo nuevo, bienvenido sea, pero con orden, previsión y condiciones. 

La planificación urbana, fundamentalmente, ordena espacios. Debe asegurar su correcta integración con la infraestructura y sistemas urbanos. Sin embargo, el urbanismo no es solo el planeamiento sino también la realización de la infraestructura de servicios que garanticen la correcta habitabilidad a futuro de quienes llegan y de quienes ya estaban. También requiere de un planeamiento previo de cómo y hacia dónde se va a procurar ese crecimiento, esta generación de nuevos espacios urbanos, de modo de no saturar ni alterar el espíritu de cada sector. En síntesis, la concreción de nuevos emprendimientos inmobiliarios privados no puede estar divorciada de la gestión pública. Pero primeramente debe existir en el Estado un planeamiento al cual el privado deberá adecuarse. 

En principio la buena noticia es que solo las ciudades que registran crecimiento, como la nuestra, es pasible de necesitar este tipo de planes, que permiten un ordenamiento del distrito. Vivienda, accesibilidad, servicios y seguridad son las principales preocupaciones de los habitantes urbanos, porque son los asuntos que pueden mejorarle o complicarle la vida. Estos temas están fuertemente correlacionados con la forma urbana. Las políticas adecuadas sobre densidad, uso del suelo, espacio público y diseño de infraestructura y servicios pueden hacer una diferencia en cuando hablamos de calidad de vida. 

Pergamino felizmente viene creciendo, hay inversiones en la construcción privada, así como en la obra pública estatal. El problema es que un tema y otro deben estar interrelacionados de manera tal que el desarrollo de la ciudad sea ordenado y sustentable. Un marco planificado no implica necesariamente un control centralizado que termine por asfixiar la inversión. Se trata de anticipar las necesidades, coordinar esfuerzos y establecer un camino que haga todo más sencillo.

A modo de ejemplo, cuando sobre un predio céntrico donde antes había una casa se erige un nuevo edificio, aplaudimos la inversión, pero el Municipio debiera tener un estudio de impacto ambiental, ver si la infraestructura de agua potable y cloacas alcanzará para los nuevos vecinos, que ya no serán una familia sino tal vez 20. No es un secreto que en el centro de Pergamino las viviendas individuales que están en un primer piso no tienen agua en el verano, salvo la del tanque que sube por las noches y como se sabe, no es potable para tomar. Los edificios se llevan el agua que falta en viviendas de dos plantas, por ejemplo. De esto hace al menos cuatro décadas que se padece.

No es menor la problemática que se desata cuando se instalan nuevos barrios en predios fuera del área céntrica; muchos de ellos salen a la venta sin haberse realizado las obras de infraestructura de servicios, sin haberse siquiera proyectado o estudiado la viabilidad de la llegada de esos servicios. Así han surgido loteos para emprendimientos de viviendas en cadena o individuales, donde se plantaron casas e incluso se pavimentó para luego volver a romper lo hecho para hacer las conexiones a la red u otros servicios, años después y con suerte.  

El impacto transformador no es un producto de la espontaneidad, al menos no debiera serlo, sino de una planificación constructiva y ya que la obra pública se viene generando de manera visible, con una planificación urbana bien hecha, la inversión del Estado comunal iría de la mano de la privada. Haciendo las obras que hacen falta allí donde la ciudad viene creciendo, sea en el centro o en los barrios.

Es importante anticipar el futuro para estar mejor preparados y las autoridades locales tienen la oportunidad de conducir el cambio constructivo si se alejan del “laissez faire”. Las ciudades que planifican a escala están en condiciones de anticipar en vez de reaccionar, por lo tanto, son capaces de hacer frente a la raíz de los problemas. 

Porque todo lo no planificado termina siendo ineficiente y más caro porque más temprano que tarde se requieren más recursos para instalar servicios y mantenerlos. No es gracioso tender un pavimento en un sector al que le falta infraestructura y tener que romperlo luego porque hay que pasar el gas natural, por ejemplo. Es el alto costo de tomar malas decisiones o no tomar ninguna decisión, que es lo puede hacer que los errores sean complejos y caros de resolver. 

En este esquema, no podemos ignorar que las ciudades compiten para atraer la inversión con el objetivo de generar actividad económica y en esto también la infraestructura es clave para el desarrollo económico de la ciudad. La planificación ayuda a coordinar la localización y distribución de las actividades económicas y facilita la captura de valor de la inversión pública. Pergamino también en este punto necesita de una planificación urbana que resulte claramente atractiva a la inversión productiva, la naturaleza nos ha beneficiado como zona, pero es claro que eso no alcanza porque otros distritos del norte de la provincia de Buenos Aires tienen esa misma ventaja geográfica, de modo que hay que buscar otros aspectos que nos hagan más competitivos para la inversión.

En definitiva, la planificación urbana, que el Estado se anticipe o al menos acompase las iniciativas privadas, con un criterio sustentable, aunque en principio parezca que es poner trabas a las inversiones privadas inmobiliarias, finalmente hará más sencillo y más barato el desarrollo de la ciudad, con un tendido de servicios que prevea las necesidades de aquello que se autoriza a construir, desde un edificio céntrico, un plan de viviendas en zonas más alejadas, un country y hasta una industria, según sea el caso.

Teniendo todo para ganar y nada para perder en este caso, debiéramos abrazar la planificación urbana como una Biblia para que el crecimiento de Pergamino sea ordenado, sólido y dando mayor calidad de vida a los vecinos de cada una de las zonas en que se va desarrollando el distrito. Debemos vencer la resistencia a los cambios de mentalidad también en estos temas y asumir que estamos frente a una necesidad para la ciudad, teniendo en cuenta que, como dijimos al comienzo, es un distrito que felizmente crece.

 

 

 


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