Editorial

La paritaria nacional, educación, poder y sindicatos


Hace más de un mes que los gremios docentes amagan con una negociación difícil, como siempre, y con no iniciar las clases en marzo, también como siempre. Y la verdad es que como se discute encarnizadamente solo el porcentual de incremento salarial, todas las cuestiones de fondo no solo no han mejorado sino que la calidad de la educación sigue en franca caída.

Obvio que el Gobierno ve venir el conflicto docente en marzo, cuando arranquen las clases, impulsado principalmente por el gremio Ctera, que es el que más maestros nuclea, y por eso tomaron una decisión, con la que buscan debilitar ese posible conflicto. A través de un decreto, modificaron la reglamentación de la Ley de Financiamiento Educativo, que en los hechos le quita poder de negociación a Ctera al equiparar sus votos en la mesa de negociación con los del resto de los gremios nacionales. Además, deja en claro que en ese ámbito solo se discuten condiciones y la discusión salarial queda para las jurisdicciones provinciales, que son las que realizan los pagos. Descarta a su vez la posibilidad que desde Nación se establezca una cifra testigo para los aumentos, como venía sucediendo con el anterior gobierno. 

Para poner en contexto de qué hablamos, el decreto modifica la reglamentación del artículo 10 de la Ley de Financiamiento Educativo que en 2007 había sido redactada por el kirchnerismo, como una forma de darle “vidriera política” a este sindicato poderoso al que se lo puso de su lado. De acuerdo con ese artículo, el Ministerio de Educación, junto al resto de los ministros provinciales y los gremios con representación nacional, que son cinco, debían acordar un convenio marco que incluya pautas generales sobre diversos temas de la actividad docente, entre otros el salario mínimo. 

Ya el año pasado el macrismo había disuelto esa negociación, con el argumento de que el salario mínimo docente ya había sido fijado en el 20 por ciento por encima del Mínimo Vital y Móvil. Ahí ya hubo un escándalo que se extendió casi todo el año. Los gremios docentes resistían la medida.

De esta manera, el nuevo decreto termina de reglamentar ese acuerdo, queda establecido ahora que el salario básico docente será 20 por ciento más que el mínimo y por eso no será más materia de futura discusión con los gremios. A partir de ahora, en la negociación docente nacional se discutirá solo cuestiones gremiales y ya no salariales. Y el tema salarial queda, así, para resolverse en cada una de las provincias. Precisamente porque son las provincias las que pagan los docentes y la Nación no tiene una sola escuela a su cargo.

A los mandatarios provinciales esta cuestión de que el piso y techo del salario -aunque fuera testigo- lo fijara el Gobierno nacional con las organizaciones docentes, los complicaba. Al final eran ellos los que, tuvieran más o menos fondos, afrontaban los conflictos con los gremios provinciales que pretendían unos puntos más que la base fijada en Nación. Y cuando no llegaban con recursos propios, Nación debía salir a socorrerlos; por esta realidad que se daba prácticamente en todas las provincias, que venía con el vicio de base de una negociación en que los pagadores estaban ausentes, es que ahora Baradel (en su calidad de secretario adjunto de Ctera) reclama que Nación sí paga salarios provinciales por lo que la paritaria nacional sí sería procedente. Algo rebuscado el planteo del también dirigente del Suteba.

Este conflicto que ahora explota comenzó en épocas del menemismo, porque si hacemos memoria, la extendida Carpa Blanca fue la respuesta a los docentes que se negaban al paso de las escuelas de la Nación a las provincias, advirtiendo que se bajaría la calidad educativa por este motivo. Lo que en realidad sucedió es que desde entonces cada provincia paga a sus docentes de acuerdo al presupuesto con que cuenta y entidades de segundo grado como Ctera se terminan quedando “con la ñata contra el vidrio”.

El decreto de Mauricio Macri incluye otros cambios, que impactan directamente en Ctera. Es que por decisión del gobierno anterior, a la mesa de negociación nacional los gremios concurrían con una representación proporcional a la cantidad de afiliados que tiene cada gremio. Así, Ctera llevaba cinco representantes y los otros cuatro gremios un representante cada uno (UDA, Amet, CEA y Sadop). Como las decisiones se tomaban por votación, Ctera siempre terminaba decidiendo, afirman en el Gobierno. Los números son más que evidentes en este caso. La nueva reglamentación ahora establece que a esa mesa deberá ir un representante por gremio, “como ocurre en otras mesas de condiciones laborales, como la que se da con los 17 gremios docentes en Capital”, dijeron fuentes del Ministerio de Educación.

El decreto firmado por el presidente establece, además, que ahora no serán cinco sino cuatro los gremios nacionales que discutirán con el Gobierno. El que quedará afuera es Sadop, que representa a los maestros de escuelas privadas. Sadop deberá arreglar sus condiciones laborales con las cámaras del sector, que son sus empleadores. 

Ni bien se conoció el contenido del decreto los gremios docentes estallaron y comenzaron una campaña de difusión por redes sociales y medios de comunicación. Ctera lo rechazó y anunció que denunciará ante la Organización Internacional del Trabajo al Gobierno por prácticas anti sindicales. En fin, el conflicto lamentablemente recién comienza.

El ministro de Educación Alejandro Finocchiaro criticó en duros términos la posición de Ctera, al que acusa de oponerse a todo cambio en materia educativa, en medio de una caída más que evidente de la escuela pública. 

 

Lo que más preocupa en este caso es que mientras hay gremialistaspreocupados por proteger un ente sindical de segundo grado que no quiere resignar poder, los chicos de escuelas privadas van sacando enormes ventajas a los de escuelas públicas, eternizando así la desigualdad que lleva a la diferencia de oportunidades que se reflejan después en el futuro laboral de cada uno. Y la verdad es que esta es la cuestión de fondo, más que el poder que conserva o se le recorte a la Ctera y los devaneos políticos del sindicalismo docente. Porque, lamentablemente, estos juegos en los cuales el principal protagonista que es el chico que va a la escuela está ausente, explica en buena medida lo que está pasando con nuestra educación.


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