Editorial

La grieta debiera ser entre honestos y corruptos


Un duro golpe a la república, al corazón de la Justicia, es lo que ha sucedido con el fiscal Fernando Cartasegna, especialista en investigaciones sobre trata de personas y pedofilia. Temas duros si los hay. El funcionario judicial fue golpeado, asfixiado y atado en su despacho de los tribunales del Palacio de Justicia de La Plata. 

Las horas pasan y se avanzan en sospechas e hipótesis pero en pocas certezas; el fiscal no pudo ver al agresor que lo sorprendió por la espalda y que, tras agredirlo, lo obligó a escribir la palabra Nisman con azúcar en el piso.

Hay dos cuestiones que saltan a la vista como para comenzar el análisis: evidentemente, y es la única buena noticia de este desagradable asunto, se están tocando intereses oscuros, pesados y graves para que afloren este tipo de reacciones mafiosas. Es decir que las medidas de la gobernadora Vidal están dando en la tecla en su objetivo de desarticular los negociados de Justicia y Policía con el hampa. Pero preocupa la indefensión en que están los funcionarios platenses, toda vez que Cartasegna pudo llamar por teléfono para pedir ayuda, pero cuando sus auxiliares y custodios policiales llegaron para asistirlo se encontraron con la puerta del despacho cerrada con llave por dentro. Esto habla que gente con acceso directo a dependencias oficiales pudieron acceder sin problemas a su despacho, sin ser advertidos, o más bien, ayudados desde adentro. 

Quienes llegaron a posteriori en auxilio del fiscal  -los presumibles “buenos”  de esta historia- tuvieron que forzar la puerta mientras los “ malos” entraron como “Pancho por su casa” y hallaron al fiscal en estado de shock y con marcas en el cuello como si lo hubiesen tratado de estrangular. Esto lleva a pensar que, aun cuando otros fiscales no apoyan la teoría, alguien de dentro de los mismos tribunales podría estar implicado. De lo contrario, ¿cómo cerraron la puerta con llave dejando al funcionario maniatado dentro?, ¿cualquier persona tiene llaves de las puertas de los juzgados?

No olvidemos que fue el tercer ataque al mismo fiscal en cuatro días, aunque los anteriores eran amenazas anónimas y en todas se aludía a que le iba a suceder “lo mismo que a Nisman”, el fiscal del caso Amia, “suicidado” o asesinado hace dos años. Padeció también algún empujón o un golpe, pero esto ya pasó de la raya.

Si bien se especula con que el agresor utilizó guantes de látex, los peritos levantaron huellas y rastros que podrían revelar la identidad del atacante, un asunto que ojalá la produzca y no que, una vez más, la impunidad termine siendo el sello de los episodios que rodean al poder y las fuerzas de seguridad. Se les tomó declaración a Cartasegna y a todas las personas que de algún modo habían estado en la guardia. Nadie vio nada. Los investigadores sospechan que el agresor escapó por una ventana de la oficina y que sabía los movimientos y horarios de la guardia de la fiscalía. Pero basta mirar el edificio para comprobar que la ventana del primer piso está a varios metros del suelo, por lo que es necesario trepar. También esperan encontrar algún tipo de certeza en las cámaras de seguridad que están en el perímetro del edificio, donde funcionan las fiscalías, porque en el interior las oficinas y pasillo no cuentan con cámaras. Al fin, nadie puede asegurar quiénes son los que ingresan o egresan. Lo que no deja de ser un descuido imperdonable.

“Nosotros vamos a reforzar la custodia a Cartasegna con la Policía Federal. También vamos a fortalecer la seguridad de todo el Ministerio Público. No es momento de hacer análisis”, dijo el jefe de fiscales Julio Conte Grand, el único autorizado para hablar por el gobierno de María Eugenia Vidal.

El fin de semana pasado Cartasegna comenzó a recibir todo tipo de intimidaciones, desde el sábado lo golpearon dos hombres y una mujer vestidos con uniformes policiales a pocos metros de la fiscalía. El domingo se metieron en el garaje de su casa, atormentaron a las mascotas y le dejaron planfletos con leyendas que decían: “Conozca el próximo Nisman” o “Muerte de Nisman”. En todo momento le advirtieron que iba a correr el mismo destino que el fallecido fiscal federal y que sus hijos estaban en peligro si avanzaba con la pesquisa de los abogados “carancho”.

Una de las teorías es que el caso de los “caranchos” es una línea de investigación que se desprende de la causa de los sobres encontrados en la Jefatura Departamental de La Plata. En este tema estarían involucrados comisarios que en connivencia con abogados se dedicarían a intervenir en accidentes de tránsito para cobrar seguros de vida. Y es así cómo la Policía bonaerense ingresa a este caso, una fuerza a la cual la gobernadora Vidal está enfrentando con acciones concretas, retirando a jefes policiales sospechados, a aquellos que no pueden justificar sus condiciones económicas y, a todo aquel que se desvíe del camino. Dados los recientes episodios, para tranquilidad de la ciudadanía, es dable asegurar que la jefa provincial se ha metido de lleno a depurar y está atinando en las medidas que toma. Lo mismo que los magistrados que están siguiendo las causas por corrupción policial y judicial.

El viernes pasado otro fiscal, Marcelo Martini, elevó la causa de los sobres con dinero descubiertos en la Departamental policial de La Plata a juicio oral y remitió a Cartasegna las desgravaciones de varias escuchas telefónicas entre supuestos policías y abogados caranchos. El fiscal atacado no alcanzó siquiera a analizar las primeras pruebas que le dejó su colega. Los ataques llegaron antes de que pudiera valorar la prueba.

Tras el nuevo ataque ocurrido en despacho de la fiscalía, los investigadores creen que los responsables podrían estar vinculados a una causa en particular: si bien no se descarta ninguna hipótesis, podría ser una reprimenda de parte de alguna organización dedicada a la trata de personas y que fue desarticulada por el fiscal. Esta banda ahora estaría dedicada al negocio con los abogados “carancho”.

También es cierto que intentar limpiar la Bonaerense no es gratis, por lo que del mismo modo es alta la probabilidad de que este hecho esté relacionado con las purgas que se vienen efectuando. Nunca es fácil asumir los altos niveles de corrupción y combatirlos, sobre todo cuando estamos frente a una fuerza de seguridad a la que durante años se la dejó hacer y que, fuera de servicio, no decae su efecto nocivo sino todo lo contrario. 

 

Por eso, llegado a este punto, como sociedad debiéramos, además de repudiar y no naturalizar estos episodios mafiosos, convencernos y congratularnos de que vamos por un camino positivo. No fácil pero francamente hacia un estadio mejor. Y en este tránsito, acompañar las acciones de las autoridades, con las consecuencias que vienen acarreando. Alguna vez la grieta tendría que ahondarse pero entre honestos y corruptos. Ese día la Argentina habrá dado el paso cualitativo más importante de los últimos 50 años.


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