Editorial

La gente votó y dejó sorpresas de ganadores, perdedores y papelones


Ya pasaron las internas, los análisis de línea gruesa se hicieron casi en caliente y ahora van quedando los núcleos fríos de las sorpresas que quedaron tras los votos emitidos.  Cuando el ciudadano va a las urnas, da fallos inapelables y muestra sin tapujos a quién apoya y qué pretende. Solo se trata de saber escuchar ese mensaje y no equivocar el diagnóstico. Al fin los que votamos somos claros y no es bueno que luego los analistas oscurezcan. Son los votos los portadores de verdades, algunas conocidas, otras que estaban ocultas pero quedan al desnudo tras el escrutinio.

Por eso, basándonos en los resultados, no podemos menos que sentirnos sorprendidos por la derrota de los hermanos Rodríguez Saá en San Luis, luego de más de 30 años de triunfos. Ganó Cambiemos con un exsocio de los ahora exdueños de la provincia. Nadie lo esperaba, porque al país siempre se mostró una provincia pujante, sobre la base de gobiernos progresistas que parecían inapelables. Pero el pueblo se manifestó diciendo que no era tan así como se exhibía y una dinastía llegó a su fin. En Córdoba se produjo un hecho también inédito: el gobernador Schiaretti, según los sondeos, cuenta con alta imagen positiva; sin embargo, su candidato perdió a manos de la lista del macrismo.  En Santa Fe la gente dijo basta al socialismo que supo ser una fuerza indiscutida en ese territorio aunque nunca levantó vuelo en el resto del país. No es una de las provincias más damnificadas en lo económico por el modelo macrista, pero el desencanto evidentemente vino del lado de la imposibilidad que demostraron los últimos gobiernos para combatir el narcotráfico. En este caso, en esta primera instancia, la opción mayoritaria aunque por diferencia estrecha, fue por el kirchnerismo.   

Pero hay otra clase de perdedores, los pequeños –que alguna vez fueron grandes o creyeron serlo- y tras el fallo de las urnas quedó claro que ya no cuentan con adhesión popular ya que no lograron el 1,5 por ciento de los votos. Pino Solanas, con su Frente Creo, en la provincia de Buenos Aires no alcanzó ese mínimo porcentual de los votos necesario para tener un piso y competir en octubre como candidato a senador. Otro que se irá a su casa sin llegar a octubre es Luis D’Elía y no podrá ser candidato a diputado; por más “ruido” que haga en los medios y a veces incluso amenace con movilizaciones que podrían paralizar el país, ahora queda en evidencia que su figura no es ni atrayente ni convocante y, sobre todo, que la gente no confía en su capacidad para la gestión política. Si bien ha ocupado cargos de la relativa importancia, a estos llegó “puesto”, pero lo cierto es que, al someterse al veredicto de las urnas, la gente dijo que no lo quiere en los lugares de decisión, lo que automáticamente diluye su injerencia social. Otros que no llegaron al piso exigido para competir fueron Víctor de Gennaro, histórico dirigente gremial de la CTA; Vilma Ripoll de Izquierda al Frente, y José Sanfilippo, cuyo discurso de “garrote para el que roba” no prendió en el electorado. En estos casos de perfil más bajo que el de D’Elía, lo que les queda por delante es el replanteo de cómo lograr calar en la gente, presentando sus ideas de un modo que sea más apetecible al electorado. El caso de Guillermo Moreno es distinto porque perdió la interna con Daniel Filmus y su lista por tanto tampoco llega a los comicios generales. 

En la provincia de Buenos Aires, mientras esperamos los resultados definitivos respecto de un triunfo de Esteban Bullrich o Cristina Kirchner, cualquiera sea por no más de un punto o dos, el oficialismo puso la lupa en un puñado de intendentes de Cambiemos perdieron en su territorio la compulsa en el orden nacional y quedaron expuestos ante un panorama teñido de amarillo en la mayoría de los distritos. Hubo cinco resultados negativos para Cambiemos entre los alcaldes aliados a Vidal y con peso territorial: Lanús, Quilmes, Berisso, San Vicente y Punta Indio. En esos distritos, la opositora Cristina Kirchner aventajó al oficialista Bullrich. En Lanús, Néstor Grindetti, en Berisso el intendente Jorge Nedela, en Pilar y General Rodríguez, cuyos intendentes son Nicolás Ducoté y Darío Kubar.

Hubo casos más resonantes: intendentes que perdieron en los tres niveles: nacional, provincial y también local. Eso ocurrió en Quilmes, conducido por Martiniano Molina y en San Vicente, gobernado por Esteban Gómez, la lista de Unidad Ciudadana ganó en los tres niveles. Son todos mensajes a jefes comunales que, a diferencia de la mayoría de los alcaldes macristas, fueron castigados por el voto de sus vecinos.

En Pergamino el macrismo sacó una de las más amplias diferencias de la provincia en la boleta que llevó a primer concejal a Matías Villeta, el que de la mano de Javier Martínez ganó con más del 45 por ciento de los votos.  Y solo dos espacios fueron a internas, ambos de cuño peronista. En el kirchnerismo se presentaron tres listas, la que encabezaba Lisandro Bormioli, otra con Laura Clark y la de Sergio García. Y en ese mismo orden resultó el recuento de votos: ganó Bormioli, sacó la minoría Clark y García hizo bajísima performance. En el Partido Justicialista fueron dos listas: una encabezada por Ricardo Ruggeri y otra por Diego Brigati, el primero triunfó y el segundo sacó la minoría. Pero el dato relevante en esta segunda interna es que el Partido Justicialista, con su estructura orgánica, quedó en un cuarto lugar; sumando a sus dos candidatos logró un 9, 33 por ciento, por lo que si las elecciones del domingo hubieran sido las definitivas, el PJ no habría podido ubicar ni un concejal. Esta situación dejó en una posición incómoda al presidente del Partido Justicialista local, Manuel Elías, tanto porque apoyó sin retaceos la línea interna que resultó perdedora como por la baja performance general.

Lo que obliga una interna es a desnudar, dentro de un mismo espacio, los votos propios que se tienen. Por ejemplo en el kirchnerismo las tres listas juntas otorgan a Cristina un 22 por ciento en Pergamino, que en anteriores elecciones siempre fue adjudicable a su candidato histórico, Lisandro Bormioli. Sin embargo, esta vez que la gente que sigue a la expresidenta tuvo la chance de optar por su representante local, Bormioli logró por sí, apenas el 12 por ciento aproximadamente del total de votos emitidos por los pergaminenses. Y el resto, mucho menos obvio, porque el randazzismo entre las dos listas no alcanzó al 10 por ciento de los votos. Precisamente las luchas intestinas blanquean lo que cada dirigente es capaz de obtener sin tener en cuenta el arrastre general de una sigla.  En la línea general y en cuanto a “cosecha propia”, primero recortado quedó Matías Villeta, como primera minoría Lisandro Bormioli y tercera Marita Conti con unos centésimos más del 10 por ciento de los sufragios, siguiendo una mala perfomance de Sergio Massa en la elección nacional, pero haciendo la elección más baja de su carrera.

 

Ahora comienza otra campaña, donde cada sector tendrá que mantener los votos logrados y acrecentar, si es posible, los porcentajes para lograr la mayor cantidad de concejales en el recinto para los próximos cuatro años.


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