La dirigencia local pendiente de los acuerdos superestructurales

El domingo pasado hablábamos de que el cambio de época que se avecina a nivel nacional, con la imposibilidad de la presidenta de presentarse nuevamente para un tercer período, ha acelerado el momento político en un año que no es electoral.

Pero esta cuestión de los posicionamientos ¿cómo influye en un distrito como Pergamino? Y la respuesta es que repercute más de lo que cualquier vecino desprevenido podría pensar. 

El oficialismo local, además, también puede protagonizar un cambio de época, tras los 14 años de “Cachi” Gutiérrez en el poder. Ya diputado, pese a los rumores sobre su posible postulación, por el momento su candidato local es Omar Pacini. Sin embargo Gabriela Taruselli, dirigente de su riñón, no baja su postulación para intendente. 

De todos modos, si Unen sigue estallando y Gutiérrez termina detrás de Julio Cobos aliado a Sergio Massa, el esquema puede cambiar, Taruselli lo seguiría y Pacini quizá no. Gutiérrez podría candidatearse a gobernador, pero en otro movimiento que no es Unen. De modo que las futuras alianzas condicionan este y todos los sectores.

No olvidemos que en el massismo está Jorge Solmi como figura, su esposa María del Huerto Ratto que es diputada provincial; Marita Conti que con otro grupo se postula como candidata a intendente. Y un sector que encabeza Guillermo Illia también es de la partida dentro del espacio del exintendente de Tigre.

En el PRO hay dos sectores bien definidos, pero todavía no hay postulantes para el despacho oval. Por un lado Lucio Tezón que responde al sector del diputado Orlando Yans. Y por otro Marcelo Pacífico que funciona como “pata peronista” del macrismo. Pero en este caso también puede haber alianzas con el sector del radical Ernesto Sanz y entonces quizá dirigentes afines como Pacini o Luis María Migliaro les resulte más cómodo este sector. De este modo Pacini podría ser candidato a intendente pero por otra fracción distinta a la que ahora lo une a Gutiérrez.

Por otra parte, los socialistas de Hermes Binner que en Pergamino representa Ezequiel Ricci, siguen aliados al GEN de Margarita Stolbizer que a nivel local encabeza María Ofelia Aguilar Ortiz y que si Unen se termina de romper irán con el sector radical de Ricardo Alfonsín que no quiere otras alianzas, fuera de las que ya tiene el radicalismo.

En el peronismo, Frente para la Victoria y aliados, hay candidatos ya lanzados, algunos emergentes y otros viejos conocidos. 

Lisandro Bormioli por Kolina está en la grilla, el diputado Manuel Elías decidirá en marzo su posible postulacción detrás de Julián Domínguez; Ricardo Ruggeri está lanzado representando a Florencio Randazzo. Pero la lista recién comienza, porque hasta ahora hablamos de candidatos k y faltan los sciolistas: como emergente Willy Aiello saltó del Consejo de la Magistratura a la política y apoya  al gobernador; también se lanzó el concejal Gabriel Cairat por la misma línea. Tanto Rosa Tulio como Marcela Manfredini apoyan la ola naranja detrás de lo que surja del acuerdo entre los sectores del sciolismo. Laura Clark también está expectante como referente del Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella.

En realidad, todos están a la expectativa de lo que suceda en los altos mandos de la Casa Rosada y la Gobernación. Si la presidenta apoya a Scioli obligarán a los distritos a hacer acuerdos de unidad, aun corriendo el riesgo de que alguno salte el cerco.

Pero si no hay acuerdo y los K van con su candidato propio y los sciolistas por otro sector, puede haber unas Paso muy virulentas e incluso hasta una ruptura del Frente para la Victoria, porque Scioli tendrá las manos libres para hacer otras alianzas.

De modo que tanto en Unen, como en el massismo, como en el PRO o en el Frente para la Victoria, todo está por decidirse en función de los acuerdos que se realicen en la superestructura. 

Esta falta de previsibilidad en que ha caído la política, nos distancia cada vez más del pasado reciente, en el que radicales y peronistas se disputaban el poder, los candidatos se elegían “a dedo” o en internas tradicionales y las sorpresas eran pocas.

La gran crisis política y económica de 2001 que hizo estallar el sistema de partidos en la Argentina, ha hecho que todo el entramado sea más complejo. Las alianzas pueden resultar serias o descabelladas y las figuras que se postulan pesan más que los sellos por los que se presenten. 

Estos cambios que se han producido en los últimos años tienen ventajas y contraindicaciones, como las medicaciones. 

Las ventajas es que los postulantes pueden concurrir a las internas abiertas sin el tutelaje de partidos que, muchas veces, elegían a los candidatos en un cuartito cerrado y entre gallos y medianoches.

Pero la crisis nos ha llevado a perder el sentido que deben tener las alianzas, que deben ser estructuras armadas entre quienes piensan similar y no entre grupos que sólo hacen un frente para ganar. En este sentido la experiencia vivida con la Alianza nos debe orientar respecto de qué cónclaves se formulan sobre la base de postulados generales comunes y cuáles no. Porque el resultado de uniones descabelladas, traen como consecuencia una ingobernabilidad que luego la Argentina paga con creces.

Por eso, y ante la certeza de que se está ante un final de ciclo a nivel nacional y frente a un escenario nuevo en Pergamino porque por primera vez en 16 años no estaría “Cachi” Gutiérrez, abogamos por una unión de ideales, no de intereses; por una comunión de programas que lleven a verdaderas políticas de Estado que aporten a una verdadera inclusión, tanto social como económica. 

Ojalá que tanto ímpetu puesto un año antes de los comicios les dure a los que resulten ganadores para que, una vez en sus cargos puedan mejorar tantas cosas que no están bien y ejecutar nuevas ideas que sean positivas para la sociedad en general.