Inflación y ganancias: las claves de una dura paritaria

Hasta ahora, las únicas paritarias que se han realizado son las de los docentes; dependencias públicas provinciales, Asociación Trabajadores del Estado y judiciales. Casi todos rondaron en acuerdo cercanos al 30 por ciento. 

Pero ahora comienza la etapa más dificultosa: los acuerdos entre privados. En este escenario inflacionario que perjudica a los trabajadores y a las empresas, hubo que ir postergando el momento de los arreglos salariales. Los que debían cerrarse en el primer trimestre pero fueron diferidos, con pagos a cuenta, hasta ahora.

Esta semana ya podrían empezarse a generar los primeros convenios de este año, y, como siempre sucede, permitirían conocer la pauta salarial promedio que el Gobierno está dispuesto a aceptar. El aumento de referencia lo podría trazar la Unión Obrera Metalúrgica, cuyo líder, Antonio Caló es, además, el número uno de la CGT que está alineada con la Casa Rosada. Antes el techo lo fijaba Camioneros, porque era Hugo Moyano el más cercano al Gobierno y tenía “a tiro” al resto de la demanda de los sindicatos. Pero ahora es justamente todo lo contrario y mientras Caló acuerda una cifra “cómoda” al Gobierno, afín a los índices oficiales, Moyano desde la vereda del frente complica la mesa de negociación.

Después de una serie de encuentros, la cúpula de la UOM mantuvo ayer uno con los representantes de las cámaras industriales para avanzar en el trato salarial. Tras lo conversado, en la sede del Ministerio de Trabajo se podría llegar a firmar entre hoy y mañana el primer acuerdo que desencadene el resto de las paritarias del sector privado.

Más allá de la cercanía de Caló con el Gobierno, el gremio no se separa demasiado de la realidad que plantean las bases: la UOM pide, concretamente, una suba de 32 por ciento en dos pagos o una suma no remunerativa de 2.000 pesos hasta junio para negociar a mitad de año el porcentaje del alza anual. De todos modos, Caló eludiría la responsabilidad de ser el sindicato que haya firmado la paritaria testigo. 

Obviamente que al trabajador le conviene el aumento ahora, así sea en dos pagos, y no la suma en negro, porque esta no cuenta para la jubilación y quienes están cerca de acogerse al beneficio, necesitan el aumento en blanco. Porque esas sumas “no remunerativas” que no están siquiera legalizadas y hasta el Estado las utiliza, no cotizan para el beneficio jubilatorio ni para el aporte a las obras sociales.

Haciendo equilibrio entre los trabajadores y el Gobierno, Caló ya dio señales internas de que aceptaría una suba por debajo del 30 por ciento pero sujeto a que se modifique el alcance del impuesto a las Ganancias al término del circuito paritario. En ese caso podrían llegar a aceptar el 27 por ciento.

Sin embargo, por la cerrada defensa que hizo el Gobierno durante el paro de la semana pasada del pago de Ganancias, nada hace prever un giro de 180 grados para que se suba el techo de este impuesto.

En realidad, el propio Estado, nacional y provincial, ha cerrado paritarias de alrededor del 30 por ciento, de modo que es ilógico que sea esgrimida una petición oficial por debajo de ese porcentaje.

Están además en curso otras dos paritarias, por el momento problemáticas: se trata de la de los bancarios y la de los colectiveros de la UTA, dos gremios que tuvieron un rol protagónico en el paro nacional del martes pasado en contra del impuesto a las Ganancias sobre los salarios.

Tanto los bancarios como los choferes postergaron su paritaria a principio de año con pagos a cuenta: los bancarios obtuvieron 9.600 pesos y los colectiveros, 5.000. Ambos deberían definir ahora el porcentaje del aumento anual, que englobaría esos pagos a cuenta. Pero no descartan replicar lo hecho en el primer trimestre y aplazar el cierre para junio, que “blanquearía” esos incrementos y algo más.

Como Caló, ambos gremios coinciden que si no se sube el techo de Ganancias, tanto bancarios como colectiveros amenazan con pedir subas que podrían estar por encima del 40 por ciento, para que de esa forma el salario de bolsillo quede compensado tras la retención.

Los bancarios, en realidad, tiene dos acuerdos en marcha; por un lado el incremento de salario en general y por otro lado, como lo han venido haciendo, el pago de la compensación por Ganancias. El convenio es con el Banco Ciudad (depende de Mauricio Macri) y con el Banco Provincia (de Daniel Scioli). Ya lo tienen porque ambos dirigentes son precandidatos a presidentes, si se analiza en términos políticos. Pero ahora los bancarios quieren llevar el mismo temperamento a la banca privada. Y eso es más complicado, los banqueros no van a elecciones.

La problemática que presentan las paritarias no es otra que una de las tantas consecuencias del proceso inflacionario, si a eso le sumamos un techo bajo para el impuesto a las Ganancias (o la sola existencia del gravamen sobre los salarios), el cóctel es explosivo. Por eso es que algunos gremios no se conforman con el 30 por ciento que el Gobierno aceptaría, si se mantiene en sueldos tan bajos y sin modificarse el impuesto.

Al final, Ganancias pasa a jugar en contra del Gobierno, ya que lo que obtendría se vería compensado por el sector privado en los salarios, lo que conllevaría a un aumento de precios, en el mejor de los casos, o la prescindencia de personal, por los altos costos laborales, lo que sería el peor escenario, para todos. 

La modificación o eliminación de Ganancias sobre los salarios es la clave para que esta negociación se mantenga en cifras lógicas para el sector privado que soporta embates desde todos los frentes: impositivo, inflacionario, trabas en el comercio exterior. 

El tema es que en la lógica belicosa de este Gobierno, cambiar la postura sobre este impuesto es igual a perder una batalla. Con suerte, en cercanías de elecciones, algo pueda modificarse para granjearse simpatías. Pero no es algo que debamos esperar ahora.