Editorial

Eugenio Zaffaroni no hace declaraciones ingenuas


No se trata de la grieta a esta altura, o sí, pero dando un paso más hacia un abismo, donde desaparece el concepto de República y está ausente toda la responsabilidad que viene atada a la libertad de expresión. Lejos de arrepentirse por haber pedido el mes pasado que Mauricio Macri deje su cargo “lo antes posible”, el exjuez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni reiteró su deseo de que termine el mandato del presidente para “evitar una catástrofe”. La primera vez el macrismo tuvo una respuesta tibia, pero esta ratificación de los dichos desató una dura réplica del Gobierno, que salió a pedir públicamente su renuncia como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y analiza con hacer una presentación formal ante el organismo para conseguir su desplazamiento.

Sin dudas que no es el primero que, con más o menos rodeos, plantea abiertamente que Mauricio Macri puede no terminar su mandato que vence en dos años más. Han habido amenazas de Luis Barrionuevo, insinuando que cuando un gobierno “le pisó la cola al león” del sindicalismo no llegó a las elecciones siguientes, o Hugo Moyano que advierte más o menos lo mismo. Sin embargo, que las expresiones vengan de un gremialista que chicanea para lograr puntos en las negociaciones, aun cuando sus declaraciones tengan un tufillo autoritario y contrario a la democracia, no es lo mismo que un hombre del derecho, formado en la doctrina y los valores del Estado republicano. Incluso porque las declaraciones de Barrionuevo y Moyano, además, cambian como una veleta, en cuanto reciben un poco más de fondos de las obras sociales o logran bloquear alguna medida de flexibilización laboral. En estos casos sus dichos son más bien extorsivos y utilitarios. Pero un exministro de la Corte Suprema de Justicia, autor de manuales de derecho por el que estudió más de una generación de abogados y claramente consciente del rol internacional que ocupa, nos demuestra que no hay ingenuidad alguna en sus dichos. 

“No quiero un 2001, evitemos un desastre de esa naturaleza, porque eso es violencia y esos son muertos. Y los muertos no los vamos a resucitar nunca”, dijo en C5N, consultado por la polémica que había generado en enero, cuando pidió que el Gobierno se vaya antes. Y ahora Zaffaroni redobló la apuesta y, además de poner en duda que el Gobierno pueda terminar su mandato, amenazó: “Que se vayan con un procedimiento constitucional de juicio político, no sé, o que saquen el pie del acelerador. De lo contrario, vamos a tener un serio problema”. No conforme abunda en detalles: comparó la actual situación con la salida anticipada de Fernando de la Rúa y el fin de la dictadura y reafirmó: “Esto no termina bien. No terminó bien en 1982, no terminó bien en 2001. Evitemos una catástrofe de esa naturaleza”, insistió.

Claramente, hay una diferencia entre la crítica a la difícil situación económico social y reclamar “que se vayan antes”, sea por un mecanismo constitucional (juicio político) o lo que es muchísimo más grave, por otra herramienta.

Como decimos, Zaffaroni es una persona muy formada, inteligente y lo que hace es jugar con una idea que hoy a los argentinos nos produce rechazo: la idea de que los gobiernos no terminen el mandato. Es jugar con la democracia, con el valor que le damos al voto y a lo que eligen las mayorías en este país.

En esta oportunidad, la respuesta del Gobierno no demoró en llegar. El primero en cruzar al jurista fue el ministro de Justicia, Germán Garavano, que consideró que “presenta una visión antidemocrática que los argentinos dejamos atrás. Insiste con posturas políticas dudosas. Pone en crisis y termina desprestigiando a todo el sistema interamericano de derechos humanos”. 

Lo que plantea el funcionario es de pura lógica: es inadmisible que un defensor a ultranza de los derechos humanos, que integra el organismo regional más gravitante en la materia se exprese en términos totalmente contrarios de la democracia, sistema de gobierno que se sostiene como capaz de brindar las garantías necesarias para la vigencia de estos derechos.

Estas declaraciones de Garavano suenan a un anticipo de que van a intentar el camino de sacarlo como juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Hay antecedentes de esta cuestión, porque en noviembre, el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, había enviado una nota manifestando ante el organismo la preocupación del Estado nacional ante las manifestaciones públicas de Zaffaroni por la detención de Milagro Sala y el caso Santiago Maldonado por considerarlas “reñidas con las cualidades que se exigen a los miembros de la Corte”. “En opinión del Gobierno, la conducta del doctor Zaffaroni afecta al debido ejercicio de tan alto cargo”, expuso en la oportunidad.

Finalmente, su pedido no prosperó. Pero en el Gobierno creen que ahora, ante una nueva solicitud, el desenlace puede ser diferente, porque las declaraciones van subiendo de color. Zaffaroni asegura que no va a dejar su cargo. Ya que frente al pedido de Garavano lanzó: “Es una opinión de él, yo no voy a renunciar, por supuesto”.

Es claro que en la Argentina hay una grieta enorme, que así como hay sectores de la ciudadanía que apoyan las políticas de Macri, otro amplio sector no está conforme con el modelo que comanda. Y sobre esto no estamos diciendo nada que no sepamos, sin embargo las charlas de café con amigos o en familia, donde se vierten todo tipo de adjetivos, opiniones y hasta se vaticina el futuro, no tienen la repercusión y el grado de responsabilidad de lo que dice públicamente un exjuez de la Corte Suprema y actual representante argentino ante la Interamericana de Derechos Humanos, cuyas declaraciones generan un daño internacional considerable y dejan a nuestro país en una posición de vulnerabilidad respecto de su democracia. Zaffaroni tiene todo menos ingenuidad en este accionar que está teniendo, “no se le escapó”, y finalmente logró su objetivo de instalar en el mundo la idea de un gobierno débil y pasible de ser destituido. Por ejemplo, bajo el título “La inflación acecha a Macri en la Argentina”, la analista Mary Anastasia O’Grady publicó en el diario The Wall Street Journal un crudo análisis de la situación político-económica que vive el gobierno y las tensiones con el peronismo, afirmando que no es seguro que culmine su mandato.

Estos análisis en medios internacionales tienen que ver con declaraciones internas o externas como las de Zaffaroni, que evidentemente hacen daño a un país que en cada oportunidad que tiene sale a buscar inversiones desesperadamente.

Lo cierto es que el fiscal Ramiro González solicitó al juez Ariel Lijo que requiera el audio de la entrevista realizada a Eugenio Zaffaroni que abrieron la polémica respecto de su planteo sobre la continuidad del gobierno de Mauricio Macri. Según confirmaron fuentes judiciales la acusación es eventualmente, por “apología o incitación a la violencia”. 

No sabemos qué destino tendrá la cuestión judicial, pero lo que tenemos claro es que no hay postura política por enfrentada que esté al modelo, como es este caso, que justifique lesionar la democracia.


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