Editorial

En Bariloche la naturaleza ataca otra vez su principal industria: el turismo


Bariloche es una zona que viene siendo castigada por la naturaleza desde hace tiempo; además de incendios forestales, los volcanes chilenos cubrieron de cenizas dos veces la zona y complicaron no solo la vida cotidiana sino su mayor industria, el turismo.

Y la saga continúa: ahora el ingreso al cerro Catedral, con el verde de la vegetación, casi no puede verse en dirección a la ladera norte, donde el arroyo Cascada se desbordó por las intensas lluvias, que desviaron su curso, y arrasó con todo a su paso.

Otra tragedia más para los pobladores, castigados por la furia del clima.

La fuerza del agua corrió desde la montaña hacia la base del cerro con sus consecuencias a su paso: desprendió piedras, troncos y una enorme cantidad de barro, todo estose acumuló y provocó un atascamiento en un puente pequeño detrás del hotel Pire Hue, uno de los establecimientos cinco estrellas del centro invernal. También rompió vidrios del hotel e ingresó a las habitaciones generando destrozos múltiples, lo mismo en el restaurante y otras dependencias administrativas del lugar.

De las ventanas destrozadas del hotel salió despedido parte del mobiliario, completamente arruinado. El curso del agua turbulenta y cargada de barro atravesó en forma perpendicular la línea donde se eleva la telesilla Cóndor I y su primera torre quedó cubierta de piedras y barro, luciendo en la superficie solo la parte superior y el cableado. Más adelante, siguiendo ese curso, la fuerza del agua se llevó un trozo de asfalto en la terminación de una calle interna de la base.

Estos detalles demuestran la fuerza enorme que desarrolla el agua cuando un río se desborda y cómo arrastra todo a su paso. Y sin hacer comparaciones, pero sirve de experiencia, cuando Pergamino tuvo su gran inundación, también los coches, los muebles, los cables, giraban por el agua como si tuvieran vida propia. Fue un momento inolvidable para nuestra ciudad y nos da una idea más que clara de lo que significa la fuerza del agua desbordada.

En Bariloche, el arroyo desbordó, sobrepasando el entubamiento por el que circulaba desde hacía años. Como no había personas en el lugar en el momento de producirse el desprendimiento, solo provocó daños materiales. Por suerte no debemos lamentar muertos, aunque sí hay familias evacuadas.

La concesionaria del cerro Catedral, Alta Patagonia, remarcó que en la zona media de la montaña otro arroyo se salió de su cauce y afectó la pista de esquiadores principiantes, que es la que utilizan los estudiantes que en próximos días llegarán desde distintas partes del país. 

En ese sector el agua ingresó al parador gastronómico, que sufrió la rotura de algunas maderas en una de sus esquinas, por el golpe de alguna piedra o tronco que la misma agua traía. Porque cuando un río desborda lo más probable, como aquí sucedió, es que sus elementos, como ramas y rocas,  también lo hagan.

Como sucede en cada tragedia, afloró en Bariloche el servicio, la humanidad, la solidaridad y la colaboración que no siempre están presentes en la cotidianeidad. Además de la labor de funcionarios y vecinos para socorrer a los afectados, personal de la firma Catedral Alta Patagonia trabajó a destajo para contener el desborde del arroyo en la base y rellenar con palas cargadoras algunos sectores bajos, para evitar que el agua siguiera escurriéndose fuera del cauce habitual. El lugar de trabajo es como un segundo hogar pero, además, en este caso la desesperación tuvo que ver con que quede demasiado tiempo inoperativo el complejo, justo cuando se avecina la temporada alta, momento del año en que todos hacen su “agosto” para no sufrir zozobras en verano.

De todos modos, la labor humana frente a la naturaleza tiene un límite, por eso lo que más se necesita en este momento es que en realidad se detenga la lluvia y mejoren las condiciones para evaluar el daño, aunque según el pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional las precipitaciones no cesarán hasta el viernes, cuando se transforme en nieve. De modo que no sabemos aún cómo terminará la zona ni es posible evaluar cuántos serán los destrozos en este lugar típicamente turística de la Argentina.

Para colmo el temporal provocó además un alud de barro y piedras en la ruta Nº 40 sur, en inmediaciones del lago Guillermo, que obligó a cortar el tránsito entre Bariloche y El Bolsón, población que depende casi exclusivamente del turismo para subsistir, especialmente el que fluye desde Bariloche. Los desprendimientos de material en esa zona son habituales y en lo que va del año es el tercer alud en el mismo tramo. Cuando el barro viene con fuerza transporta piedras, ramas y cualquier objeto en su camino y se torna gravemente peligroso. 

Los inconvenientes también se extendieron a la ciudad de Bariloche, donde se registró un corte de electricidad masivo en toda la zona oeste durante algunas horas, y en tres escuelas se produjeron filtraciones de agua en las aulas, que motivaron la suspensión de las actividades.

Con o sin previsiones por parte del Estado, cuando la naturaleza ejerce su poder, solo queda esperar, evaluar, restaurar y empezar de nuevo. El tema es que tanta asiduidad de fenómenos, como ha tocado a Bariloche, no da tiempo a la recuperación estética, funcional y económica de una ciudad.

Las pérdidas materiales, lógicamente, son mucho menos dolorosas que las humanas, no hace falta aclararlo, pero tantos problemas naturales terminan perjudicando radicalmente la vida de las personas, especialmente las que viven directa o indirectamente del turismo, porque el visitante quiere ver una ciudad bella, entera, lo que exige que sin demora y sacando dinero de cualquier lado, haya que ponerla en condiciones nuevamente.


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