Editorial

En Argentina y en Chile, amplias zonas turísticas se ven gravemente afectadas por la furia de la naturaleza


No es la primera vez que se vive este tormento en el sur argentino, producto de una erupción de un volcán chileno. Ya se conocen los efectos y las enormes pérdidas que genera en una zona turística muy importante del país, además de la paralización de las actividades cotidianas para resguardar la seguridad y la salud de los ciudadanos.

La naturaleza con su fuerza arrolladora pone en jaque a una amplia región del sur de nuestro país. La sorpresiva erupción del volcán chileno Calbuco, que permanecía inactivo desde hacía 43 años, provocó una lluvia de cenizas que cayó durante horas en las localidades patagónicas de San Carlos de Bariloche, San Martín de los Andes y Villa la Angostura. 

Similar problemática se produjo en 2011, cuando fue la erupción del volcán Puyehue. Y tomó a pobladores y autoridades no sólo por sorpresa (como ahora) sino sin experiencia en este tipo de catástrofes naturales.

Cuando comenzó esta vez, toda la zona quedó absolutamente oscura y sólo a la mañana siguiente, ayer, cerca del mediodía se pudo ver el sol. Es que el Calbuco lanzó una columna de cenizas y material piroclástico de 10 kilómetros de altura, que el viento arrastró hacia el este, rodeado de un intenso olor a azufre, cubriendo la cordillera argentina desde el sur de Río Negro hasta el centro neuquino.

Parecía que una enorme harina blanca lo cubría todo y generaba una nube que impedía la visibilidad a mediana distancia. Pero como los vecinos ya han vivido esta experiencia, lamentablemente, saben cómo sortear problemas. Concurrieron masivamente a los supermercados, compraron lo necesario para varios días de encierro y están muy atentos para ver si hay que subirse al techo y sacar las cenizas. La primera vez que sucedió, el peso de las cenizas terminó derribando varios techos en la zona, porque se iba acumulando con mucha velocidad y los habitantes no tuvieron noción del fenómeno como ahora.

Como es lógico, la situación obligó a suspender las clases y los vuelos de la zona. El aeropuerto de Neuquén capital, de Bariloche y de Chapelco están sin funcionamiento. También se cancelaron los turnos programados en los hospitales. El servicio de transporte público es limitado, por lo que el clima en las ciudades es bastante desierto. 

Estas decisiones las tomó un comité de emergencia que organizó las autoridades de cada localidad y que definió de inmediato las medidas de prevención y cuidado de la población. En las tres ciudades se recomendó a la gente permanecer en sus casas, aunque las rutas no están afectadas porque hay visibilidad aunque de no más de 200 metros y el abastecimiento de combustible y alimentos es normal. También la energía eléctrica y el gas funcionan, lo que lleva cierto alivio a la población.

Se recomienda en estos casos usar barbijos y si se tienen problemas pulmonares tenerlos colocados fuera y dentro del hogar, incluso protegerse los ojos, porque estas cenizas volcánicas son dañinas a los organismos blandos como los pulmones a quienes pueden llegar con facilidad al respirar y a los ojos. Según se anunció, las autoridades municipales se encargan de repartir barbijos y antiparras puerta a puerta para evitar que la gente salga y también para ahuyentar a los aprovechadores que nunca faltan y buscan hacer su “agosto” con sobreprecios a partir de una demanda abultada. 

El Calbuco tiene 2.015 metros de altitud y llevaba 43 años inactivo. Es el tercer volcán más peligroso de los alrededor de 90 que hay en Chile. Su última emisión de cenizas data de agosto de 1972. Está ubicado junto al lago Llanquihue y en la llamada Región de los Lagos chilena, una de las más turísticas de ese país. Desde que se activó tuvo dos erupciones violentas en pocas horas por eso se estableció el alerta rojo desde el Servicio Nacional de Geología y Minería ya que la actividad volcánica representaba un serio peligro para la población. Las autoridades chilenas no descartan que se registre un tercer episodio similar, por lo que en nuestro sur y en el sur chileno la gente está intranquila y espera temerosa la posibilidad de una nueva violenta erupción.

En Chile se estima que unos 50 centímetros de ceniza cubren la localidad de Ensenada, próxima al macizo, desde donde ya fueron evacuadas unas 4.000 personas. El traslado afecta a todas las personas que se encuentren dentro de un perímetro de 20 kilómetros que rodea el volcán, según establecieron las autoridades tras la primera erupción el miércoles. En la provincia de Llanquihue y en la comuna de Puerto Octay se declaró estado de excepción constitucional y zona de catástrofe, mientras se decretó un toque de queda durante la madrugada. 

Dentro de las secuelas que habremos de lamentar argentinos y chilenos, hay una buena noticia: se confirmó que las cenizas no son tóxicas por lo que los espejos de agua de la zona y sus ecosistemas están a salvo.

Lamentablemente en la Argentina y en Chile, amplias zonas turísticas se ven gravemente afectadas por la furia de la naturaleza que, cuando se descontrola, sólo resta esperar a que se calme y comenzar los trabajos de limpieza para volver a la normalidad.

Quienes a diario disfrutan de algunos de los mejores paisajes del mundo, ubicados como si fuesen su jardín trasero, hoy deben pagar un alto costo de vivir en medio de un paraíso. Sucede allí, también entre quienes moran electivamente a la vera de un río o a los pies de un monte nevado. Son muchos días de vista privilegiada hasta que de un momento a otro la naturaleza les recuerda que ella impera y los demás son ocasionales invitados.


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