Editorial

El retaceo de dólares del Banco Central preocupa a la industria del turismo


Con un dólar que el Gobierno trata de mantener lo más bajo que puede frente al peso, se favorece -sin pretenderlo- el turismo de argentinos al extranjero. Porque en realidad lo que intentan, desde el Ministerio de Economía, es que la divisa no se dispare, pero al mismo tiempo que no salga del país. Y el objetivo no se logra cumplir aún con las restricciones impuestas. Están de por medio también, huelga decirlo, los altos costos que tiene disfrutar de los fabulosos destinos argentinos con un estándar de calidad internacional pero esta es una cuestión que merecería otro análisis.

La problemática que se suscita desde hace un tiempo en la industria del turismo es que a las compañías aéreas y a las agencias mayoristas del sector (las que proveen los paquetes a las minoristas que concurrimos los ciudadanos), les cuesta acomodar la demanda actual con los dólares que les permite comprar el Banco Central para saldar los servicios que los argentinos contratan en el exterior. 

El Gobierno esperó hasta después de las Primarias para recortar un 30 por ciento los cupos que tienen las empresas para comprar dólares en el mercado oficial. No lograron el objetivo porque el malestar que evitaron antes de las Paso se está sintiendo ahora ya que no les dan las suficientes divisas a las aerolíneas y casas de turismo en la medida del impulso que tuvo el negocio por el atraso cambiario. Y es en estos meses que la demanda de pasajes, hoteles y paquetes crece, no solo porque la gente empieza a programar sus vacaciones de verano sino porque quiere saldar sus contrataciones antes del 25 de octubre, por temor a que, pasada la instancia electoral, se produzca la tan temida e inevitable devaluación.

Entre las agencias de viaje la negociación de los cupos con el Banco Central es caso por caso. Y lo que están planeando es reunirse y hacer un pedido generalizado para que los cupos se acomoden a la realidad. Porque cuando no alcanzan las divisas para afrontar pagos en el exterior, la empresa, sea aérea o de paquetes turísticos, pierde su capacidad para seguir operando. Concretamente, si les van a comprar un producto, se encuentran frente al dilema de vender o no por no saber si van a poder cumplir con sus proveedores en el exterior, aun cuando el pasajero haya pagado su viaje. Y la alternativa de cobrarle directamente los servicios en dólares no es viable tampoco.

Hay que tener en cuenta que en el caso de las compañías aéreas operan en los distintos países a través de sucursales y los fondos que transfieren al exterior no constituyen repatriación de dividendos sino giros de fondos necesarios para pagar costos operacionales, insumos y salarios de los empleados originados en los distintos países, que son los que hacen posible la continuidad de la operación hacia el país. Es para estos gastos que se necesitan los dólares en la industria de los viajes. 

La problemática, vista desde el otro lado del mostrador, es decir del Banco Central, es que el crecimiento del turismo internacional viene ya desde hace meses poniendo presión sobre las reservas en dólares, cuando no pasamos el mejor momento en este sentido. Lo cual no debe analizarse con que la salida es mucha sino con que la entrada es poca: no hay inversión extranjera y ese debiera ser el desvelo del Gobierno en lugar de dedicar horas a diseñar complicadas estrategias para morigerar el flujo de las divisas, que no hacen más que fagocitar el mercado paralelo. 

Entre enero y junio de este año, de acuerdo con datos del último balance cambiario del Central, se fueron de las reservas unos 3.700 millones de dólares por turismo. Es parte del costo que paga el Gobierno por mantener el cepo cambiario y un dólar bajo a fuerza de cerrar las puertas del Banco.

En su afán por frenar la salida de divisas, en 2013, el Gobierno le aplicó una retención del 20 por ciento, alícuota que el año pasado llevó al 35, a la compra de pasajes y paquetes al extranjero y de cualquier otra mercadería del exterior mediante el uso de tarjeta de crédito. Como a pesar de esta suerte de impuesto al viaje, la demanda va en aumento, los cupos del Banco Central para retirar dólares van decreciendo, sencillamente porque hay que ajustarse a lo que hay y, como dijimos, lo que entra en divisas es escaso. Por esta razón, hay aerolíneas que evitan vender pasajes con mucha anticipación, porque temen no poder ingresar al mercado formal para pagarlos.

Una situación favorable con que se han tomado las empresas de turismo que operan en el país es que las fuertes devaluaciones que se registraron en muchos de los países de la región benefician a la Argentina porque disminuyeron las salidas de los habitantes de los países vecinos al extranjero, quedando más boletos de avión para los viajes desde nuestro país. De allí que, aun con los problemas que registra el dólar, hay empresas que hacen ofertas en paquetes y vuelos que son interesantes. Además, como decimos más arriba, el servicio turístico en Argentina no ha alcanzado los estándares de calidad que se consiguen en destinos foráneos. Las honrosas excepciones terminan siendo más caras que un viaje afuera, aun cuando para salir del país haya que pagar un 35 por ciento más sobre un dólar que ya se acerca a los 10 pesos.

El cepo y las restricciones para la compra de divisas generan malestar en muchos sectores que se sienten recortados en sus derechos ciudadanos a viajar a dónde quieran y puedan, mientras que como siempre sucede en estos casos, se genera un vigoroso mercado negro, dólar paralelo o “blue” que tiene un alto costo en relación al dólar oficial.

En la Argentina, merced al cepo hay tres tipos de dólares o cuatro, el oficial que no llega a diez pesos, el ahorro que  es el que se permite comprar con autorización de la Afip que ronda los 12 pesos, el dólar viajero que con tarjeta de crédito es el oficial más el 35 por ciento de recargo y el dólar informal que oscila en 15 pesos. Para las operaciones comerciales (mercado de granos), por otro lado, hay otras cotizaciones y cuando se cierra una operación inmobiliaria se suele acordar en la escribanía cuál es el dólar a tomar, que puede ser incluso un “mix” entre oficial y “blue”.

 

No es serio, lo que demuestra que el cepo es una medida económica muy rudimentaria para evitar la salida de divisas. Siempre da más resultado generar confianza en el país y su moneda que poner restricciones a la salida de dólares. Sin embargo con un Ejecutivo al que le quedan pocos meses en el Gobierno no habrá cambios en la situación, el cepo seguirá hasta el último día del mandato de Cristina Kirchner como todo parece indicar. Este será uno de los desafíos que enfrentará el nuevo Gobierno que asuma el 10 de diciembre.


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