Editorial

El peso de la costumbre y la falta de controles


El más grande espacio a cielo abierto de uso público con que contamos, el pulmón verde de la ciudad, es el Parque Municipal. Para unos, un lugar de recreación; para otros, el ámbito ideal para el entrenamiento. Con uno y otro fin, todos los días de la semana recibe un enorme número de ciudadanos.

Desde esta perspectiva el Parque puede considerarse un gimnasio, un parque aeróbico o biosaludable como se los llama ahora. En la Ciudad de Buenos Aires hay muchos puntos de estas características, así como en todo el mundo desarrollado. Porque son necesarios, la gente los utiliza y los valora, al punto que en muchos distritos se valoriza más la propiedad si está en cercanías de un parque de este tipo.

Nuestro Parque Municipal vendría a cumplir esa función en Pergamino, quizás no como espacio único ya que también están el Paseo Ribereño y el Parque España, que muchos vecinos usan para caminar. Pero sin dudas es el espacio más completo para hacer actividades como bicicleta, patines, caminatas o correr entre otras. Aparte tiene la pileta olímpica que funciona invierno y verano, lo que transforma el lugar en un verdadero oasis para quienes lo utilizan.

Por momentos, en la confluencia de tantas personas con diferentes intereses, la convivencia se puede tornar caótica: niños jugando a la pelota mientras pasan autos y motos, chiquitos en triciclo y gente caminando entre ciclistas que pasan raudamente. Todos con justo derecho haciendo uso del espacio pero, al mismo tiempo, todos en peligro

Ante esto y para minimizar algunos de estos riesgos, la Municipalidad resolvió en 2017 por una cuestión de seguridad para quienes utilizan el Parque prohibir el ingreso de ciclomotores y automóviles los días de semana, dejando que el fin de semana el ingreso sea libre. Algo contradictorio esto último porque si bien es el día en que las familias se acercan desde todos los puntos en auto a pasar el día con muchos aditivos (reposeras, conservadoras, alimentos), también es el momento de la semana en que más niños pequeños hay en el lugar. En fin, se priorizó lo primero: el disfrute familiar.

Desde un principio, la medida no fue comprendida en su totalidad; nuevamente, la comunicación es un talón de Aquiles en esta gestión. ¿Hoy se puede o no se puede? ¿Para ir al Gimnasio cómo hago ahora? ¿Y para llegar al lago? ¿Puedo entrar y solo estacionar? Todos interrogantes sin respuesta en la escueta comunicación oficial que explicó la nueva normativa. Mucho menos se entendió cuando a poco de estar en vigencia la nueva indicación, todo seguía igual que antes: nadie la cumplía, nadie controlaba, nadie sancionaba.

Así llegamos a enero de 2018, en que sucedió lo que se pretendía evitar: un usuario pedestre fue atropellado por un automóvil en el anillo perimetral. 

¿Cómo sucedió esto si está prohibido circular con cualquier móvil a motor en el Parque los días de semana?

En realidad no es extraño lo que pasó porque esta medida, en los hechos, nunca existió. Sucede que cuando se toma la decisión, por el bien general, de cambiar la forma en que se viene haciendo algo, la implementación  de la nueva modalidad debe venir de la mano de educación, asistencia, rigor y opciones alternativas. Cuando hay costumbres tan arraigadas como circular en auto por el Parque por ejemplo, la suspensión debe ir acompañada de un tiempo de concientización de los ciudadanos, una campaña de información y luego, cuando la medida se hace efectiva, es necesario ejercer el control férreo de la prohibición de ingreso de vehículos al Parque. De lo contrario, la decisión termina siendo una ficción expresada pero que no se cumple en la práctica, es decir la nada misma.

A su vez, la nueva forma de uso del Parque debió contar desde el principio con la adaptación de la infraestructura para que el disfrute siguiera siendo el mismo a pesar de la prohibición. Si la gente llega desde distintos puntos de la ciudad a hacer su actividad, debe poder aparcar su coche o moto. Y para ello, lugar dentro del predio sobra y puede ser utilizado sin circular por el anillo aeróbico.  Hay, detrás del cantero de ingreso un playón en “L” que lleva hasta el ingreso al Gimnasio. Bastaba que ese espacio estuviera señalizado al momento de anunciarse los cambios para que la gente comprendiera que podía seguir yendo con el auto pero debía ingresarlo hasta allí. La instalación de pilotes como hay en la Peatonal para indicar que por allí no pueden circular vehículos también es una inversión que hubiese llevado a la naturalización de la nueva manera de abordar el Parque.

Con esto queremos decir que hacer o modificar una norma debe incluir un análisis previo de pros y contras, lo que se consigue estando presente en el lugar y viendo el funcionamiento, requiere también de infraestructura que acompañe el cambio y que brinde alternativas para sostener, bajo una nueva modalidad, las costumbres. 

No contemplar estas cuestiones hace que la letra escrita no sea viable. 

Finalmente,  el peso de la costumbre de ingresar con automóvil al Parque prevaleció frente a una medida que además de ser reciente, nadie controla su cumplimiento.

No es el único problema que enfrentan quienes pasean o realizan actividades deportivas en el Parque Municipal: algunos ciclistas de alto rendimiento son tan peligrosos como un coche o una moto en su andar.  

Tenemos “El Panoramico” para esta práctica, que se construyó hace años para la seguridad de los ciclistas y de todos y no se utiliza. Los cultores de la bicicleta nunca se adaptaron a ese espacio, pese a que se realizó para ellos exclusivamente. Unos dicen que es porque está construido en una zona insegura y les roban las pertenencias, otros afirman que no es cómodo de usar. Y es así como hay grupos que van a las rutas con el peligro enorme que enfrentan y otros, al anillo del Parque. 

Precisamente los que van al Parque no lo hacen con espíritu aeróbico en todos los casos, sino que allí entrenan para competencias. De modo que circulan en pelotones de ciclistas por el anillo del espacio y esto termina siendo un peligro y un incordio para los vecinos.

 

Hacen falta controles para que el Parque Municipal pueda ser utilizado en forma segura y cómoda para todos los que disfrutan de las actividades al aire libre. Al fin es el único espacio con estas características que tenemos y no debe ser tan difícil ordenarlo .


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