Editorial

El Papa Francisco frente al avance del protestantismo


Nadie hasta ahora en la jefatura de la Iglesia Católica de Roma lo ha planteado abiertamente aunque tanto en esas esferas como en las particulares, incluso en el seno de los hogares, se habla con frecuencia del avance de otros credos en la sociedad frente a la inercia de un catolicismo que se queda cómodo en sus aposentos. Esas campañas evangelizadoras, persuasivas e insistentes, muchas veces son encaradas por cultos de otras vertientes cristianas pero en ese plan también embarcadas sectas que, valiéndose de los espacios que dejan vacantes otras religiones, cooptan la mente y la voluntad de personas en estado de vulnerabilidad.

Han sido muchos años en que las alas más conservadoras de la Iglesia se enquistaron en sectores de poder y, con una mentalidad poco permeable a los cambios sociales, fue expulsando a separados, a jóvenes con inquietudes. Con un criterio sustentado fundamentalmente en la imagen exterior, en su seno permanecieron, en cambio, personas de intachable apariencia pero con cuestionables actitudes en sus familias y sus trabajos. 

En definitiva, con su modelo rígido, se fue perdiendo esa sensación de refugio que debe proporcionar la fe. Paulatinamente la gente dejó de acudir a los sacerdotes para tratar de arreglar problemas matrimoniales, en busca de consejos, de respuesta. Los sacerdotes en general (porque siempre hay excepciones) dejaron de ser fuente de consulta, como los médicos, pero del alma de cada persona creyente.

Se fueron perdiendo esos lazos y es así como pese a la enorme popularidad del Papa Francisco, el primer latinoamericano en ser elegido sucesor de Pedro, la Iglesia Católica pierde fuerza en América Latina, por la constante sangría de fieles, que en su mayoría se vuelcan a distintas denominaciones protestantes, incluso a pesar que muchas de ellas son más rígidas en sus preceptos.

En las últimas cuatro décadas, los católicos en la región pasaron de representar el 92 por ciento de la población en 1970, al 69 por ciento hoy, según un detallado estudio difundido por el Pew Research Center, con sede en Washington. Es más, los que contamos algunos años podemos asegurar que, por herencia de la conquista, el porcentaje que no era católico en esta parte del mundo era, en general, ateo o agnóstico pero no se volcaba a otros credos. 

También entre 1970 y 2014 aumentaron los protestantes del 4 al 19 por siento. Esto se produce por el auge de las iglesias evangélicas en América Latina, como el número de personas que se declaran ateas o agnósticas un 8 por ciento.

El estudio considera protestantes a bautistas, adventistas, metodistas, luteranos y presbiterianos, así como de iglesias pentecostales. Estas últimas agrupan aproximadamente a la mitad del contingente de fieles, con la iglesia Asamblea de Dios (la de los brasileros que ocupan las madrugadas en la TV) como la más citada en la labor realizada en la encuesta.

Lo que hay que tener en cuenta es que las iglesias en general, representan el modo de ser y de sentir de un pueblo. Por ejemplo los ingleses y los norteamericanos tienen una forma de ser adaptada a su religión cristiana y en ambos países se profesan varios de los modos del protestantismo. Tiene que ver con su historia y con la arquitectura de su sociedad, donde cala hondo el “self made man”: el hombre que sale de la miseria moral y económica y llega al éxito gracias a su propio esfuerzo, sin mediar la caridad. Por eso el sentido de la solidaridad en esos países no es asistencialista sino que se traduce en la facilitación de oportunidades. En cambio en América Latina hemos sido siempre mayoritariamente practicantes del catolicismo de Roma, cuyos dogmas han atravesado nuestra historia, costumbres y tradiciones. Se reflejan, por ejemplo y siguiendo con la línea planteada respecto del protestantismo, en el énfasis que se le da a la solidaridad como precepto de fe, al punto que su no ejercicio es considerado pecado (por omisión).

El informe afirma que la pérdida de fieles católicos en las últimas cuatro décadas es más rápida que en las seis anteriores. En América Latina viven más de 425 millones de católicos, casi el 40 por ciento de la población católica mundial. En 1910, el peso del catolicismo en la región era casi total: el 94 por ciento de la población se decía católico, solo dos puntos más que en 1970. El del protestantismo era del 1 por ciento, tres puntos menos que 60 años después.

El mismo estudio resalta la alta adhesión del argentino Jorge Mario Bergoglio, primer latino que llegó a la silla vaticana, porque los católicos lo vemos como la posibilidad de un cambio importante en la Iglesia. En Argentina, por ejemplo tiene el 91 por ciento de adhesión. Y en la mayoría de Latinoamerica pasa más o menos lo mismo. 

Pero no sucede igual con quienes se han ido de la Iglesia Católica hacia otros cultos ya que se muestran más escépticos respecto del Papa, y la Argentina y Uruguay son los únicos países donde la mayoría de los que abandonaron la Iglesia tienen una imagen favorable de él. En todos los demás países incluidos en la encuesta, tan solo la mitad de los excatólicos, aproximadamente, tiene una imagen favorable del Santo Padre y relativamente pocos ven en su pontificado un cambio importante para la Iglesia Católica. Han perdido la esperanza de que cambie y ese es un desafío enorme para Francisco: lograr que los que se fueron vuelvan.

La mayoría de los excatólicos que ahora son protestantes dijeron que buscaban un ritual diferente o una iglesia que ayudara más a sus miembros. Y esto nos remite al principio de nuestro comentario de hoy: la pérdida de contención de nuestra Iglesia para con sus fieles.

Como son mayoría los que pretenden una Iglesia Católica más aperturista, el Papa Francisco tiene allí una herramienta formidable para comenzar la tarea de recuperar el rebaño.

El estudio sobre la problemática muestra que el 66 por ciento de los católicos reclama que la Iglesia apoye el uso de métodos anticonceptivos artificiales. La proporción llega al 72 en Estados Unidos y a aproximadamente al 80 en Chile, Venezuela, la Argentina y Uruguay. También son mayoría los católicos latinoamericanos que piden poner fin a la prohibición del divorcio por parte de la Iglesia, y el apoyo es todavía superior en Chile, Uruguay y Argentina.

La llegada de Francisco al sillón de San Pedro puede hacer la diferencia para revitalizar la Iglesia Católica de Roma, con lo que se han ido y sobre todo captando jóvenes que es uno de sus objetivos.


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