Editorial

El Papa enfrentará en Cuba a un régimen dictatorial donde debe predicar la democracia


Faltan cuatro días para que el Papa Francisco llegue a Cuba. No es el primer Santo Padre que lo hace, ya que Juan Pablo II también visitó la isla, pero en el caso del argentino, su participación activa para lograr el histórico desbloqueo de parte de Estados Unidos, hace de este viaje un acontecimiento de proporciones mundiales.

A ambos pontífices les tocó visitar el país en tiempos de dictadura; ni siquiera ha cambiado el linaje gobernante porque desde la revolución comunista de 1959, solo Fidel Castro primero y su hermano Raúl en la actualidad han guiado el destino de los cubanos.

Lo que propició la primera visita, de Juan Pablo II, fue un freno a persecuciones religiosas para los católicos. El objetivo de la llegada por segunda vez de un jefe de la Iglesia es allanar la transición hacia una apertura total, tal el camino muy paulatino que comenzó con Raúl Castro, y como correlato, la instauración de las bases para una democracia.

Esta inquietud de gran parte del pueblo cubano es hoy el motivo de los problemas políticos que tiene la isla. 

Debido a lo que inspira Francisco y lo mucho que ha intervenido por la causa cubana, cada vez son más las esperanzas cifradas en él por parte de los disidentes. Por eso las fuerzas de seguridad están al acecho, poniendo freno más que nunca a todas las expresiones contrarias al Gobierno. Porque hay que ser cautos y entender que Cuba siendo un país con un régimen, cerrado, dictatorial y que todo lo que se ha avanzado hacia un cambio es en el ámbito diplomático. Puertas adentro, los cubanos siguen estando restringidos en sus expresiones. De hecho, este fin de semana y sin que les preocupe en lo más mínimo que en horas llegará el Papa, la policía cubana detuvo a unas 50 personas cuando un grupo disidente, predominantemente católico, estaba liderando una marcha en La Habana, algo tan natural para nosotros pero sacrílego para el régimen.

Los arrestos se produjeron después de que las Damas de Blanco, lideradas por Berta Soler, asistieran a una misa y realizaran una marcha en favor de los derechos humanos y los presos políticos, como es tradición del grupo desde su creación en 2003.

Decenas de partidarios de la dictadura y agentes de la policía uniformados y de civil comenzaron a gritar consignas revolucionarias cuando el grupo de disidentes llegó a una calle cercana con carteles con las frases “Todos marchamos por la libertad de los presos políticos de Cuba” y “Todos marchamos por una ley de amnistía”. Personal femenino de la policía empujó y llevó a las mujeres a colectivos mientras algunas se sentaban en un intento para resistir. Los hombres fueron esposados y enviados a autos y camionetas de la fuerza.

Pero no fue todo, la líder del movimiento femenino había denunciado que siete de sus compañeras y más de 20 opositores fueron detenidos para impedirles participar en los actos del grupo.

Estas detenciones se han convertido en algo común después de las marchas regulares de los domingos de las Damas de Blanco, un grupo que ha criticado a la Iglesia Católica y al cardenal cubano Jaime Ortega por no defenderlos ante el gobierno castrista. Sobre todo por la cantidad de presos políticos que hay en Cuba, por ser disidentes al régimen.

“Lo que le diría al Papa es que cese la violencia policial contra las personas que quieren participar o ejercer su libertad de manifestaciones públicas”, dijo Soler. Lo que sucede es que el gobierno cubano considera a los disidentes como provocadores que están financiados por grupos anticomunistas en Estados Unidos, parte de un esfuerzo para desestabilizar al gobierno en La Habana. En realidad los regímenes autoritarios en general adoptan esas posturas con el fin de evitar toda oposición.

Incidentes similares han ocurrido en los últimos meses y los detenidos fueron liberados pronto. Los disidentes han dicho que unas 100 personas suelen ser detenidas cada domingo a lo largo de Cuba. Sin embargo, sólo en agosto, la policía cubana detuvo a 768 disidentes por su actividad política, el total mensual más alto en lo que va de este año, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

La Iglesia Católica en realidad defiende los derechos humanos ante el gobierno en el caso de Cuba, pero no puede involucrarse en causas políticas partidistas y no puede garantizar que su solo pedido cambie la realidad de la isla. Este será un proceso que, tras la incipiente apertura económica, se debería ir produciendo.

En este contexto, un grupo de mujeres radicadas en Estados Unidos, pero vinculadas con el movimiento Damas de Blanco, pidió al Papa Francisco que durante su visita a la isla, que comenzará el sábado, se entreviste con la disidencia para que sepa “qué está pasando en Cuba”. Veremos si Bergoglio accede al pedido; hay que tener en cuenta que, como se explica más arriba, se trata de una cuestión de partido, aunque con las particularidades de la historia cubana. Pero transpolado hacia otros países, es como si el Papa  en una visita a México se entrevistara solo con representantes del PRI y no del PAN u otros partidos.

No es sencillo para un Santo Padre visitar un régimen como el comunista, donde hay presos políticos, se votan legisladores con un solo partido y el presidente es vitalicio. Sin embargo la prédica de Francisco puede ayudar a morigerar la situación entre oficialistas y disidentes, ya que si pudo acercar a Cuba y Estados Unidos, naciones enfrentadas durante cincuenta años, para este Papa no parece haber imposibles.


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23 de Marzo de 2024 - 05:00
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