Editorial

El mundo en peligro


Los ataques terroristas no ceden, buscando puntualmente aquellos espacios que se utilizan para la concentración de ciudadanos, de modo de generar con menos recursos bélicos el mayor daño, la siembra del terror, con un fin último que es lograr que occidente termine abjurando de su estilo de vida que es, al fin, lo que culturalmente hemos elegido. 

Otra vez le tocó a Gran Bretaña, donde un ataque con bombas dejó 22 muertos (casi todos sin identificar por el severo daño) y aproximadamente 59 heridos al término de un concierto de la cantante norteamericana Ariana Grande en la ciudad de Manchester. Un horrendo atentado, perpetrado con la perversa intención de matar jóvenes y niños, que son el público al que se orienta la artista.  

Al finalizar el evento se produjeron dentro del estadio dos explosiones. Los primeros indicios sobre el responsable apuntan a un atacante suicida que utilizó una olla a presión para llevar a cabo la detonación, según informaron funcionarios ingleses. 

Otra vez un lobo solitario, indetectable, alguien que adhiere al terrorismo, a veces poco antes de su primer hecho violento, lo que se ha transformado en uno de los peores sistemas bélicos que se conocen. ¿Cómo prever estos atentados? Ni los mejores servicios de inteligencia del mundo tienen la respuesta a este interrogante. 

En el caso que nos ocupa este sería el peor atentado en Gran Bretaña desde que cuatro musulmanes británicos causaron la muerte de 52 personas al atacar con bombas el sistema de transporte de Londres en julio de 2005. El último se produjo apenas en marzo pasado, cuando un hombre embistió con su coche a los transeúntes que paseaban cerca del Parlamento, antes de matar a un policía que custodiaba el edificio. El ataque dejó seis muertos, además del agresor, que fue finalmente abatido. Un tren, la calle con un vehículo y un recital con una olla a presión; tan disímiles los métodos para el daño, tan imprevisibles, que nadie en este mundo puede arbitrar medios para evitar ser una víctima. Ergo, todos, en cualquier punto del planeta, podemos ser el próximo blanco.

En el Manchester Arena se presentaba la cantante norteamericana Ariana Grande, que tiene una gran popularidad entre los adolescentes. El público que asistió al concierto, a juzgar por los primeros testimonios, no superaba, en su mayoría, los 20 años. El lugar estuvo estratégicamente elegido, esto es evidente.

Desde hace años el grado de amenaza de ataques terroristas en Gran Bretaña es “severo”, el segundo entre los más altos en la escala de las autoridades, y significa que es altamente probable que haya atentados, como es obvio plantear en vistas a lo que viene sucediendo. Pero similares características podemos ver en Francia, en Alemania y en el resto de Europa y Estados Unidos. Pero en lo que no debemos llamarnos a confusión es respecto de creer que no todos los países son pasibles de padecer atentados. La Argentina sufrió dos atentados, de modo que todo occidente está en peligro. Todos los países y sus ciudadanos estamos en la lista de espera. ¿Qué es esto sino la tercera guerra mundial? Aunque fragmentada, como bien describió el Papa Francisco, pero el mundo está en guerra, y una atípica. Porque no hay ejércitos, ni armadas visibles sino que el ataque puede venir de cualquier lado y en cualquier momento, con una simple olla a presión como arma.

El conflicto oriente-occidente tiene raíces profundas, donde la cuestión económica, religiosa y cultural generan un cóctel explosivo que ha llevado a muchos años de hostilidades, hasta culminar en este status de guerra permanente, con atentados que en cualquier punto del globo donde se pueda lograr daño e impacto. Baste observar cómo en el Reino Unido generaron un desastre de alto perfil, con una veintena de muertos y cincuenta heridos, solo con una olla a presión. Del mismo modo que ha habido atentado solo con un móvil atropellando a la gente. Son actos de bajísimo costo monetario y que da como resultado un alto impacto en el plano de la tragedia, tanto en número de víctimas físicas como las que quedamos dañadas por el temor que se infunde. Seguramente por mucho tiempo las familias no irán a recitales masivos, del mismo modo que dejaron en su momento de caminar por Nueva York. Desde hace un tiempo, ir de visita a sitios emblemáticos del mundo genera resquemor en la gente. Definitivamente Isis y el Estado Islámicos nos tienen de rehenes.

Para el objetivo que es sembrar el terror en occidente, los grupos fundamentalistas recurren a distintas herramientas, más sofisticadas o menos según el caso, porque en definitiva de lo que se trata es de atacar nuestro estilo de vida, nuestras libertades que ellos repudian y el desarrollo de los países que atacan que ellos no han logrado, sobre todo por los conflictos derivados del petróleo, que están en pocas manos en sus países de origen, y que los habitantes de estas regiones petroleras no disfrutan. Dicho esto sin dejar de lado el profundo odio religioso, que puede ser la base o la coartada para el ataque según el grupo terrorista que se trate.

Por el momento no vemos la posibilidad de un acercamiento oriente-occidente como para poder dar vuelta la página al terror que el mundo vive con estos atentados, solo rogar que no nos toque a nosotros, porque como hemos dicho, todos los países están en lista de espera y cualquier sitio puede ser el punto de mirada de los grupos terroristas o de algún lobo solitario que adhiera a estas organizaciones.

El mundo hoy es un lugar peligroso.


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